(les recomiendo que lean este post con esta música de fondo, la encontrarán de lo más apropiada. De verdad, escúchenla)
Esta, que es la opera prima de su joven director -de nombre y apellido casi impronunciable, o al menos en este caso, difícil de memorizar-, ha llamado la atención, por decir lo menos, y decir lo menos es quedarse corto, es un eufemismo, ya que en realidad ha generado polémica de magnitudes bíblicas, cósmicas, del tamaño de una catedral ¿Por qué? Pues porque esta película está plagada de explícita violencia sexual, que incluye todo lo que termine en -filia. Pero algo más complicado surge en juego, ya que si bien el nivel de sordidez de varias de sus imágenes son de dudoso gusto, no le restan méritos a la película, que, al fin y al cabo, me ha gustado. Y, antes de seguir, esta no es una película que busque provocar porque sí, al menos tiene algo de fondo, asunto sobre el cual me explayaré un poco más a fondo luego del salto.
Milo es una estrella del porno retirada que ha comenzado a quedarse sin el dinero que ahorró gracias a su profesión. De todas formas, fama no le falta, ya que es altamente reconocido y admirado, básicamente por dos cosas: su enorme pene, y que la puede mantener dura grandes cantidades de tiempo -casi a voluntad propia-. Por lo mismo, es contactado por un hombre que quiere hacer una película con él; no porno, sino cine arte. Como faltan monedas -o faltarán dentro de poco-, Milo decide firmar, sin saber que ha firmado en realidad el comienzo de una terrible e inimaginable pesadilla llena de atrocidades de las cuales difícil tarea es escapar.
Primero lo primero: antes de seguir escribiendo sobre esta película hay que aclarar varias cosas, ya que en estos días, donde uno levanta una piedra y salen miles de "excelsos oradores" dueños de una moral intachable -vivimos en el reino de la demagogia-, decir que esta película te gusta hace que dichos genios comiencen a relacionarte con actividades que es mejor no decir, por el momento. Pongan atención a esta conversación que escuché un buen día en algún lugar público de Santiago:
-La otra vez vi A Serbian Film...
-¿Esa donde [omitido para evitar spoilers], entre muchas otras horribles perversiones sexuales?
-Sí. Debo decir que me gustó bastante.
-Maldito pedófilo, zoofílico, necrofílico, pérfido de las buenas costumbres, violador en potencia. Esa película es una apología del machismo, la pedofilia, etc., etc., etc.
No sé realmente qué sucedió después, pero lo cierto es que una cosa no tiene nada que ver con la otra. A Serbian Film es, no es erróneo decirlo, una película enferma. La enfermedad mental hecha película, pero no es mala, y mucho menos justifica todos los horribles actos cometidos en pantalla. Que veamos escenas atroces no significa que su director esté instando a dichos comportamientos, sino que es capaz de mostrar cosas no vistas antes para demostrar que tal violencia existe en la vida real, y que lo inimaginable existe, y muchos son víctimas de ello -y que puede sea posible de ver en los rincones más profundos de la web, la llamada y estigmatizada deep web-. El punto, no obstante, es que más allá de que esta película pueda herir ciertas sensibilidades, es valiente en mostrar cosas que existen, pero que no se dan por hecho -lo cual no quita que hayan ciertos excesos que, como su nombre lo indica, no tengan nada que aportar salvo para hacer al conjunto más bizarro-. Ah bueno, y yo al gustarme y defender un poquito a esta película no me convierte en un pedófilo latente ni nada de eso. Como digo, no confundamos las cosas.
Por lo tanto, quiero escribir sobre esta película en base a tres temas que quedan mucho más claros por separado: su técnica y estética, o cómo está hecha como película; su mensaje, si es potente o no; y la sordidez de sus imágenes, o si es pura provocación.
Prosigamos.
Como película, A Serbian Film me parece que está muy bien hecha, hábilmente filmada y notablemente escrita -organizada y estructurada-. En cuanto al valor estético, sin ser nada muy sorprendente ni tener encuadres bellos, o una fotografía muy depurada, la forma en que está usada la cámara -ya sean las cámaras "que no existen" o las que pertenecen a la historia misma- ayuda a generar distintas sensaciones de acuerdo a lo que esté sucediendo en el momento. Por ejemplo, las tomas que son de las cámaras del equipo de este desquiciado director mezcladas con las cámaras invisibles de la película; o cuando Milo ve qué demonios pasa en el pequeño visor de otra cámara que llegó a su poder. En cuanto a las tomas de las meta-cámaras, me gusta que su inclusión sirva para generar extrañeza, aún más que la que provocan las situaciones rodadas y mostradas a nosotros. Esas meta-cámaras son ojos distintos, otra mirada que aporta miedo y desequilibrio. Con respecto al visor de la cámara que Milo roba, tiene un fin más funcional en relación a la manera en que se desarrolla el argumento, ya que van aclarando ciertas lagunas mentales de Milo. Como digo, sin ser una dirección prodigiosa, está hábilmente utilizada y justificada de acuerdo a los acontecimientos que acontecen.
Por el lado del guión, me gusta como se divide la película: primero estructurada en una claro in crescendo que nos introduce dentro de toda la pesadilla -de manera lineal-, hasta la segunda parte, que es la pesadilla desatada y desaforada, organizada inteligentemente en una especie de in-extrema-res, o largo racconto, si se prefiere. Lo interesante de la segunda parte es que cuando comienza la pesadilla, técnicamente ya terminó, pero nosotros la vamos descubriendo de a fragmentos, caminando directamente a ese breve epílogo. Sin embargo, la gran línea de acontecimientos es la de las bizarradas, y hechos desagradables y atroces. Lo que debo reprocharle es que llegando al final de toda la trama, hay un par de cosas demasiado previsibles; el giro, la vuelta de tuerca, argumentalmente hablando, no es nada impactante -pero en imágenes es otra cosa-.
Con respecto a todo el conjunto, obviamente, esta película tiene una atmósfera muy bien lograda; ya sea todo el inicio, que consta de esa intranquilidad de esperar lo peor, viendo luego las primeras secuencias de Milo rodando su nueva película -secuencia que quedó muy bien, la incertidumbre casi se puede tocar-, hasta lo terriblemente incómodo de las atrocidades sexuales que vemos. En todo esto, la película es notable. Lástima que tenga ese clímax tan cliché. No olvidemos, en todo caso, la banda sonora, ingrediente esencial para lograr la atmósfera malsana. Si escucharon la canción, habrán comprobado que, por sí sola, la banda sonora nos adelanta que estaremos ante algo sórdido y enfermo.
Poner atención a aquella parte donde se compara la vida sexual de los dos hermanos -Milo tiene un hermano policía-: mientras el hermano se masturba con culpabilidad, Milo medita y reflexiona antes de volver a actuar. Dos formas distintas de abordar la sexualidad, contrastadas, y con fondo detrás: no por ser una ex estrella porno, Milo tiene que ser un depravado sexual; oh no, la depravación proviene de otras cosas más profundas que una profesión, la violencia es algo social y personal. No es correcto ni exacto relacionar cosas que no tienen nada que ver -se supone que los curas deben ser los templos de la castidad y la humildad, pero ahí ven que hay muchos violadores-.
En resumen, las cosas comienzan tranquilamente -viendo una que otra escena de las antiguas películas porno de Milo- pasando por... bueno, cierto registro de un nuevo género pornográfico: (¿quieren saber qué es? No es un spoiler propiamente tal, pero si no quieren perderse la dudosa sorpresa, no lean lo siguiente, que es el nombre de este nuevo género... ... New Born Porn), hasta llegar finalmente a ese epílogo ya mencionado -mucho mejor porque se evita tanta chanchada visual, privilegiando los alcances humanos y morales-.
Ahora viene el mensaje. No hay mucho que profundizar acá, ya que si bien claramente sabemos que toda la violencia que vemos puede ser consecuencia de las guerras y hechos violentos que como país Serbia ha tenido que pasar, no es algo en lo que el director profundice. Claro, hay violencia, hay perversiones sexuales, hay todo un nuevo nivel de depravación que muchos no pueden ni imaginar; y lo vemos, el director nos lo muestra. "El mundo no es un lugar color de rosas, vean lo que sucede". Algo así debe ser su discurso, pero, como digo, y relacionado con si es una mera provocación, todas esas palabras se ven disminuidas por todas las bizarradas vistas. Por ejemplo, las cosas son más o menos normales -no tan explícitas- en la parte in crescendo inicial, pero cuando Milo descubre poco a poco qué pasó, entonces lo único que vemos son ingeniosas y desagradables maneras de matar o tener sexo o ambos. Todavía la película alberga cierto discurso, pero está solapado por cada brutalidad que vemos, cosas que realmente podrían hacernos pensar que estamos viendo hechos extremos por el mero placer de provocar a los más recatados. Ya ni siquiera puede llegar a ser un descenso de la humanidad de las personas, es tan sólo la violencia por la violencia. No obstante, el epílogo tiene fuerza argumental y discursiva. Puede que sea tan atroz como lo anterior, pero no lo es visualmente. Es en esos breves instantes donde la contención por lo grotesco funciona, precisamente porque no vemos lo que sabemos que va a pasar, pero el saber que va a pasar ya nos dice algo.
Me doy cuenta que me puedo contradecir un poco, ya que con la última línea básicamente digo que es mejor sugerir que mostrar todo, pero eso no sería tan exacto. En la primera mitad se sugiere la maldad que va a desatarse, y luego vemos claramente dicha maldad. Ver explícitamente esa maldad no es malo ni disminuye el "discurso" del director, lo que sí lo hace es esa necesidad suya de volver todo algo más bizarro por lo bizarro, tirando a la basura el impacto moral de los hechos. Por ejemplo, lo del nuevo género pornográfico, aunque muy desagradable y deleznable, causa una impresión y cierta reflexión sobre las cosas que existen -lo mismo con otras secuencias-. Lo que se vuelve innecesario son aquellos detalles que más que causar impacto por sus alcances en la realidad, causan gracia -no de reírse- por lo "ingenioso"; puede que lo sean, pero no aportan nada. En cuanto a la escena final, el epílogo, ya no vale la pena mostrarlo, porque ya hemos visto cosas brutales antes, y como final, dejarnos con la incógnita visual pero certeza argumental, es una buena jugada. En pocas palabras, ser explícito está bien, siempre y cuando no sean meras jugarretas de escaso valor. Ser explícito es un arma de doble filo que hay que saber usar, y en este caso el director cae en lo innecesario y en lo necesariamente impactante.
Continuando, las actuaciones me parecen irregulares, la única que salva es la del director desquiciado, Vorkum, un excéntrico pero desalmado sujeto, capaz de justificar lo más horrendo de lo horrendo. La actuación de Milo me parece limitada, pone caras de malo y cosas así, pero no se siente que interprete realmente a su personaje. De los demás no me quiero referir, son muchos. Pero Vorkum, insisto, hace una actuación bastante buena, de verdad tiene esa ambigüedad entre si te cae bien por ser tan excéntrico y gestual, o si odiarlo por promover nuevas formas de pedofilia extrema -ya en el clímax, da gracia verlo a él exclamando <<¡esto es arte, esto es cine!>> mientras toda la violencia se lleva a cabo-.
Con todo esto, esta película no es sólo un cóctel de violencia sexual más allá de los límites hecho porque sí, pero tampoco es una forma de mostrar las consecuencias de la violencia que ha sufrido un país, volviendo a sus ciudadanos auténticas bestias -y de ahí su comportamiento-. No es ni uno ni lo otro, se queda a mitad de camino, y más allá que como película esté bien hecha y no sea un esperpento, tampoco es algo memorable ni que valga la pena ver de nuevo. Y que se llame Un Filme Serbio, como si Serbia entera fuera así de abandonada, sin autoridades que protejan a su población, es ir bastante lejos, tomando en cuenta que no se tiene un discurso muy sólido, y que visualmente no sustenta tampoco esa probable rabia de su director.
Probablemente por lo que más se recuerde esta película es por la polémica de sus extremas secuencias, por el hecho de que fue investigada exhaustivamente para ver si se inflingieron leyes -por las secuencias en que niños están involucrados-, y por sus imágenes. No por discurso, no por ser una gran película -que no le alcanza-, sólo por la polémica.
En fin, a pesar de todo lo anterior, la película me gustó, aunque no es la gran cosa, pero igualmente se puede disfrutar. Si deciden no verla, no es que se pierdan la gran experiencia de sus vidas. Pero pienso que igual vale la pena verla, aunque miren a otro lado la mitad del tiempo.
Milo es una estrella del porno retirada que ha comenzado a quedarse sin el dinero que ahorró gracias a su profesión. De todas formas, fama no le falta, ya que es altamente reconocido y admirado, básicamente por dos cosas: su enorme pene, y que la puede mantener dura grandes cantidades de tiempo -casi a voluntad propia-. Por lo mismo, es contactado por un hombre que quiere hacer una película con él; no porno, sino cine arte. Como faltan monedas -o faltarán dentro de poco-, Milo decide firmar, sin saber que ha firmado en realidad el comienzo de una terrible e inimaginable pesadilla llena de atrocidades de las cuales difícil tarea es escapar.
"La mano es el centro sexual del hombre, y la ruta directa entre la cabeza y la verga"
Primero lo primero: antes de seguir escribiendo sobre esta película hay que aclarar varias cosas, ya que en estos días, donde uno levanta una piedra y salen miles de "excelsos oradores" dueños de una moral intachable -vivimos en el reino de la demagogia-, decir que esta película te gusta hace que dichos genios comiencen a relacionarte con actividades que es mejor no decir, por el momento. Pongan atención a esta conversación que escuché un buen día en algún lugar público de Santiago:
-La otra vez vi A Serbian Film...
-¿Esa donde [omitido para evitar spoilers], entre muchas otras horribles perversiones sexuales?
-Sí. Debo decir que me gustó bastante.
-Maldito pedófilo, zoofílico, necrofílico, pérfido de las buenas costumbres, violador en potencia. Esa película es una apología del machismo, la pedofilia, etc., etc., etc.
No sé realmente qué sucedió después, pero lo cierto es que una cosa no tiene nada que ver con la otra. A Serbian Film es, no es erróneo decirlo, una película enferma. La enfermedad mental hecha película, pero no es mala, y mucho menos justifica todos los horribles actos cometidos en pantalla. Que veamos escenas atroces no significa que su director esté instando a dichos comportamientos, sino que es capaz de mostrar cosas no vistas antes para demostrar que tal violencia existe en la vida real, y que lo inimaginable existe, y muchos son víctimas de ello -y que puede sea posible de ver en los rincones más profundos de la web, la llamada y estigmatizada deep web-. El punto, no obstante, es que más allá de que esta película pueda herir ciertas sensibilidades, es valiente en mostrar cosas que existen, pero que no se dan por hecho -lo cual no quita que hayan ciertos excesos que, como su nombre lo indica, no tengan nada que aportar salvo para hacer al conjunto más bizarro-. Ah bueno, y yo al gustarme y defender un poquito a esta película no me convierte en un pedófilo latente ni nada de eso. Como digo, no confundamos las cosas.
Por lo tanto, quiero escribir sobre esta película en base a tres temas que quedan mucho más claros por separado: su técnica y estética, o cómo está hecha como película; su mensaje, si es potente o no; y la sordidez de sus imágenes, o si es pura provocación.
Prosigamos.
Como película, A Serbian Film me parece que está muy bien hecha, hábilmente filmada y notablemente escrita -organizada y estructurada-. En cuanto al valor estético, sin ser nada muy sorprendente ni tener encuadres bellos, o una fotografía muy depurada, la forma en que está usada la cámara -ya sean las cámaras "que no existen" o las que pertenecen a la historia misma- ayuda a generar distintas sensaciones de acuerdo a lo que esté sucediendo en el momento. Por ejemplo, las tomas que son de las cámaras del equipo de este desquiciado director mezcladas con las cámaras invisibles de la película; o cuando Milo ve qué demonios pasa en el pequeño visor de otra cámara que llegó a su poder. En cuanto a las tomas de las meta-cámaras, me gusta que su inclusión sirva para generar extrañeza, aún más que la que provocan las situaciones rodadas y mostradas a nosotros. Esas meta-cámaras son ojos distintos, otra mirada que aporta miedo y desequilibrio. Con respecto al visor de la cámara que Milo roba, tiene un fin más funcional en relación a la manera en que se desarrolla el argumento, ya que van aclarando ciertas lagunas mentales de Milo. Como digo, sin ser una dirección prodigiosa, está hábilmente utilizada y justificada de acuerdo a los acontecimientos que acontecen.
Por el lado del guión, me gusta como se divide la película: primero estructurada en una claro in crescendo que nos introduce dentro de toda la pesadilla -de manera lineal-, hasta la segunda parte, que es la pesadilla desatada y desaforada, organizada inteligentemente en una especie de in-extrema-res, o largo racconto, si se prefiere. Lo interesante de la segunda parte es que cuando comienza la pesadilla, técnicamente ya terminó, pero nosotros la vamos descubriendo de a fragmentos, caminando directamente a ese breve epílogo. Sin embargo, la gran línea de acontecimientos es la de las bizarradas, y hechos desagradables y atroces. Lo que debo reprocharle es que llegando al final de toda la trama, hay un par de cosas demasiado previsibles; el giro, la vuelta de tuerca, argumentalmente hablando, no es nada impactante -pero en imágenes es otra cosa-.
Con respecto a todo el conjunto, obviamente, esta película tiene una atmósfera muy bien lograda; ya sea todo el inicio, que consta de esa intranquilidad de esperar lo peor, viendo luego las primeras secuencias de Milo rodando su nueva película -secuencia que quedó muy bien, la incertidumbre casi se puede tocar-, hasta lo terriblemente incómodo de las atrocidades sexuales que vemos. En todo esto, la película es notable. Lástima que tenga ese clímax tan cliché. No olvidemos, en todo caso, la banda sonora, ingrediente esencial para lograr la atmósfera malsana. Si escucharon la canción, habrán comprobado que, por sí sola, la banda sonora nos adelanta que estaremos ante algo sórdido y enfermo.
Poner atención a aquella parte donde se compara la vida sexual de los dos hermanos -Milo tiene un hermano policía-: mientras el hermano se masturba con culpabilidad, Milo medita y reflexiona antes de volver a actuar. Dos formas distintas de abordar la sexualidad, contrastadas, y con fondo detrás: no por ser una ex estrella porno, Milo tiene que ser un depravado sexual; oh no, la depravación proviene de otras cosas más profundas que una profesión, la violencia es algo social y personal. No es correcto ni exacto relacionar cosas que no tienen nada que ver -se supone que los curas deben ser los templos de la castidad y la humildad, pero ahí ven que hay muchos violadores-.
En resumen, las cosas comienzan tranquilamente -viendo una que otra escena de las antiguas películas porno de Milo- pasando por... bueno, cierto registro de un nuevo género pornográfico: (¿quieren saber qué es? No es un spoiler propiamente tal, pero si no quieren perderse la dudosa sorpresa, no lean lo siguiente, que es el nombre de este nuevo género... ... New Born Porn), hasta llegar finalmente a ese epílogo ya mencionado -mucho mejor porque se evita tanta chanchada visual, privilegiando los alcances humanos y morales-.
Ahora viene el mensaje. No hay mucho que profundizar acá, ya que si bien claramente sabemos que toda la violencia que vemos puede ser consecuencia de las guerras y hechos violentos que como país Serbia ha tenido que pasar, no es algo en lo que el director profundice. Claro, hay violencia, hay perversiones sexuales, hay todo un nuevo nivel de depravación que muchos no pueden ni imaginar; y lo vemos, el director nos lo muestra. "El mundo no es un lugar color de rosas, vean lo que sucede". Algo así debe ser su discurso, pero, como digo, y relacionado con si es una mera provocación, todas esas palabras se ven disminuidas por todas las bizarradas vistas. Por ejemplo, las cosas son más o menos normales -no tan explícitas- en la parte in crescendo inicial, pero cuando Milo descubre poco a poco qué pasó, entonces lo único que vemos son ingeniosas y desagradables maneras de matar o tener sexo o ambos. Todavía la película alberga cierto discurso, pero está solapado por cada brutalidad que vemos, cosas que realmente podrían hacernos pensar que estamos viendo hechos extremos por el mero placer de provocar a los más recatados. Ya ni siquiera puede llegar a ser un descenso de la humanidad de las personas, es tan sólo la violencia por la violencia. No obstante, el epílogo tiene fuerza argumental y discursiva. Puede que sea tan atroz como lo anterior, pero no lo es visualmente. Es en esos breves instantes donde la contención por lo grotesco funciona, precisamente porque no vemos lo que sabemos que va a pasar, pero el saber que va a pasar ya nos dice algo.
Me doy cuenta que me puedo contradecir un poco, ya que con la última línea básicamente digo que es mejor sugerir que mostrar todo, pero eso no sería tan exacto. En la primera mitad se sugiere la maldad que va a desatarse, y luego vemos claramente dicha maldad. Ver explícitamente esa maldad no es malo ni disminuye el "discurso" del director, lo que sí lo hace es esa necesidad suya de volver todo algo más bizarro por lo bizarro, tirando a la basura el impacto moral de los hechos. Por ejemplo, lo del nuevo género pornográfico, aunque muy desagradable y deleznable, causa una impresión y cierta reflexión sobre las cosas que existen -lo mismo con otras secuencias-. Lo que se vuelve innecesario son aquellos detalles que más que causar impacto por sus alcances en la realidad, causan gracia -no de reírse- por lo "ingenioso"; puede que lo sean, pero no aportan nada. En cuanto a la escena final, el epílogo, ya no vale la pena mostrarlo, porque ya hemos visto cosas brutales antes, y como final, dejarnos con la incógnita visual pero certeza argumental, es una buena jugada. En pocas palabras, ser explícito está bien, siempre y cuando no sean meras jugarretas de escaso valor. Ser explícito es un arma de doble filo que hay que saber usar, y en este caso el director cae en lo innecesario y en lo necesariamente impactante.
Continuando, las actuaciones me parecen irregulares, la única que salva es la del director desquiciado, Vorkum, un excéntrico pero desalmado sujeto, capaz de justificar lo más horrendo de lo horrendo. La actuación de Milo me parece limitada, pone caras de malo y cosas así, pero no se siente que interprete realmente a su personaje. De los demás no me quiero referir, son muchos. Pero Vorkum, insisto, hace una actuación bastante buena, de verdad tiene esa ambigüedad entre si te cae bien por ser tan excéntrico y gestual, o si odiarlo por promover nuevas formas de pedofilia extrema -ya en el clímax, da gracia verlo a él exclamando <<¡esto es arte, esto es cine!>> mientras toda la violencia se lleva a cabo-.
Con todo esto, esta película no es sólo un cóctel de violencia sexual más allá de los límites hecho porque sí, pero tampoco es una forma de mostrar las consecuencias de la violencia que ha sufrido un país, volviendo a sus ciudadanos auténticas bestias -y de ahí su comportamiento-. No es ni uno ni lo otro, se queda a mitad de camino, y más allá que como película esté bien hecha y no sea un esperpento, tampoco es algo memorable ni que valga la pena ver de nuevo. Y que se llame Un Filme Serbio, como si Serbia entera fuera así de abandonada, sin autoridades que protejan a su población, es ir bastante lejos, tomando en cuenta que no se tiene un discurso muy sólido, y que visualmente no sustenta tampoco esa probable rabia de su director.
Probablemente por lo que más se recuerde esta película es por la polémica de sus extremas secuencias, por el hecho de que fue investigada exhaustivamente para ver si se inflingieron leyes -por las secuencias en que niños están involucrados-, y por sus imágenes. No por discurso, no por ser una gran película -que no le alcanza-, sólo por la polémica.
En fin, a pesar de todo lo anterior, la película me gustó, aunque no es la gran cosa, pero igualmente se puede disfrutar. Si deciden no verla, no es que se pierdan la gran experiencia de sus vidas. Pero pienso que igual vale la pena verla, aunque miren a otro lado la mitad del tiempo.
...Más capturas....
Pues a mí la verdad es que no me gustó. Y no por la violencia, que es un tema que me gusta bastante, sino porque sí creo que fue muy pensada para escandalizar directamente, y que incluso gran parte de su trama se orquestó para unir de algún modo narrativo una gran lista de perversiones. Y si es cierto que en el aspecto técnico está bastante lograda para el tipo de película que es, a mí terminó por parecerme un intento demasiado obvio por ser trasgresor. Justamente de buscar esa enorme polémica que ha creado y que seguro ha sido la causante de que tanta gente vea la película.
ResponderBorrarPor otro lado sí que coincido con que esa reacción moral dramática que ha despertado es absurda y desproporcionada. No sé si habrás leído que en España se intentó procesar legalmente al director de un festival de cine (el de Sitges) por haberla proyectado en dicho evento, bajo la premisa de que lo que se exhibió incluía pornografía infantil. No me quiero imaginar lo que habrían dicho esas 'buenas gentes' si al director (del festival) se le hubiera ocurrido hacer alguna declaración como que encima le había gustado la película o algo. Surreal.
Saludos.
Sabía que había generado polémica en los lugares que se presentó, pero no que casi procesan al director del festival, me imagino que poco faltó para que lo nombraran persona non grata... tienden a confundirse muchas cosas.
BorrarY los límites entre ser provocador y tener algo de fondo en esta peli son bastante difusos, precisamente porque desde que Milo reconstruye toda esa gran laguna mental que tiene, lo que vemos son bizarradas sexuales una tras otra, con una única intención de impresionar (como lo que le pasa a ese calvo con el tatuaje detrás de la oreja, y con una cuenca ocular vacía...) y, como bien dices en tu post al respecto (me tomé la libertad de leerlo), para ganarse al espectador más sediento. Los que son realmente atroces me parecen más "justificables", en el sentido de mostrarlos y dar cuenta de algo.
Aunque, de todas formas, o tuvo un discurso muy debilitado por las bizarradas, o no lo tuvo nunca y su intención fue siempre llamar la atención para ganar espectadores... me gusta pensar que es lo primero, cosa que no quita que la película, aunque me haya gustado (acá no se estrenó, me imagino que habría generado su buen escándalo), se debilite en lo narrativo ya bien entrado el metraje (y ese clímax tan usado, las sorpresas ya no son sorpresas), siendo ello su principal bache.
Saludos!