Abel Ferrara sí que es un caso -y este 2014 ha estrenado dos películas, nada menos, ambas interesantes-: Vincent Gallo decía de él que durante el rodaje de "The Funeral", Ferrara se la pasó la mayor parte del tiempo drogado con crack, sin estar en el set y prefiriendo robarle dinero al mismo Gallo en la habitación de éste. Sabemos que Gallo tiene mal genio y puede exagerar -tiene caricias para Francis Ford Coppola y su mimada hija Sofia, Martin Scorsese, Spike Jonze, etc.; todas caricias que llegan a hacer sangrar-, y lo digo porque me imagino que de alguna forma esa película se terminó, ¿o no? Pero lo cierto es que Ferrara tiene varias anécdotas que contar a los nietos, mucha experiencia propia de la que inspirarse, y por lo mismo "The Addiction" parece ser una película ideal para él. Y ojo, que ademas es con vampiros, así que eso le agrega más niveles de salvajismo.
Una estudiante de filosofía, una noche común y corriente mientras vuelve a su departamento luego de un agotador día de clases, es mordida por una sensual e interesante vampira. Luego de ello, pues lo natural: síntomas, como el que la luz del sol provoque daño en la piel, comienzan a aparecer y molestar a nuestra intrigante protagonista, quien además comienza a reflexionar en la naturaleza de su nueva condición. Y vaya manera de reflexionar, propio de una estudiante de filosofía.
Para qué irse por las ramas: "The Addiction", tal como el título alude e ilustra claramente, es una metáfora sobre cualquier cosa que te convierta en una persona dependiente, desesperada por encontrar esa sustancia o ese placer. En este caso, cosa obvia, dicha sustancia es la sangre. Y es interesante la manera en que la protagonista, al menos al inicio de su conversión, consume la sangre: se la inyecta con las tan icónicas jeringas, ¿dónde?, pues en el brazo. Más claro imposible. Pero lo genial de "The Addiction" es que va más allá de todo lo anterior, sin quedarse en la superficie de las cosas, lo tan manoseado que pierde el interés; no, la película de Ferrara es una profunda y densa reflexión sobre la naturaleza de la adicción y del propio ser. Utiliza la mitología vampírica y el tema de la adicción para moverse por terrenos más complejos de la existencia, involucrando la moral, la ética, el sentido de la vida, entre otros tópicos más, desde luego, muy bien pensados, tratados y ejecutados. Como digo, la adicción deviene en una exploración de la religión y el pecado -la crianza católica de Ferrara siempre lo acompaña, o casi-, la maldad inherente, el arrepentimiento, la redención, la euforia, etc.: son muchos los estados mentales, espirituales y corporales tratados, y éstos, a todas luces, parecen ser las etapas de la adicción, pero finalmente uno se podría dar cuenta de que la adicción es mucho más que la dependencia fisiológica a una sustancia o cualquier cosa similar, es el simple hecho de ser una persona, de estar vivo: sin esperar que suene pedante, sería la adicción a la vida, aferrarse desesperadamente a ella. Una de las líneas que me parecieron más geniales, poderosas y estimulantes, es aquella que señala lo siguiente: "No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores. En términos más simples: no somos malvados por el mal que hacemos, sino que hacemos mal porque somos malvados. ¿Qué opciones tiene la gente? No tenemos ninguna opción". Así que ahí lo tienen, y esto es sólo interpretación mía -aunque bastante guiada por la cita anterior-: no somos adictos por caer en adicciones, sino que caemos en adicciones porque somos adictos: está en nuestra naturaleza, es parte esencial de ella. El humano -acá hay vampiros pero ya sabemos que son una metáfora- es intrínsecamente un adicto, nace siendo así. Pero, y acá la cosa se pone más compleja e intrincada, la última línea de la película es brusca y genial, y aunque no la considero spoiler propiamente tal, es mejor que la descubran ustedes mismos, pues está muy bien representada visualmente y le otorga otro nivel a una película cuya sustancia es sensacional: es una nueva cachetada al espectador. Es un cierre perfecto, un broche de oro.
Ahora nada más puedo señalar los otros elementos que me parecen sensacionales:
Primero, la estética es maravillosa. Ese blanco y negro, despojado de luz y perdón, ataviado en crudeza y violencia visual, es perfectamente coherente con el toque existencialista que tiene. Excelente expresionismo.
Segundo, la actriz protagonista, Lili Taylor, está estupenda en su rol, mejorando exponencialmente con el correr del metraje; cada vez su interpretación se vuelve más sobrecogedora e inmensa.
Tercero, los diálogos son magistrales, y el guión mismo también está muy bien construido, y por lo demás, muy equilibrado y bien empleado todo el bagaje filosófico con que cuenta. No es una pedantería, es auténtico conocimiento, dominio y reflexión en torno a él.
Cuarto, la ya mencionada carga filosófica: densa, interesante y estimulante.
Quinto, la mitología vampírica, aunque es una excusa argumental para todo el desplante filosófico y existencialista, está muy bien justificado, utilizado y respetado, no pervertido y deformado inútil y caprichosamente como en "The Hunger", la cual pudo haber funcionado perfectamente igual o incluso mejor sin toda la parafernalia egipcia, un agregado vacuo y sin razón de ser -y no me malinterpreten: tal como señalé en el respectivo post, la cinta me gustó mucho, pero el vampirismo a medias es insultante: ser una criatura de la noche, de la oscuridad, es algo esencial-. Y, para seguir brevemente con la opera prima de Tony Scott, debo decir que en aquella no vi nada de adicción, como señalan muchas otras opiniones que he leído. Claro, las interpretaciones son personales y no leyes grabadas en piedras, pero la mirada generalizada es poderosa; no obstante, Susan Sarandon no me parecía una adicta real -aunque tenía tics, sí, pero eso es superficial; off topic: recuerdo el caso de un joven que fue atropellado y que no se recuperó del todo, pero afortunadamente lo suficiente para caminar y valerse por si mismo, aunque por desgracia su caminar y manera de hablar parecían la de un borracho, por lo que la gente en la calle lo trataba con desdén. Moraleja de la historia: los tics y demás "síntomas" físicos no son del todo confiables- y Catherine Deneuve lucía más como una tipa que no quería quedarse sola y por eso coleccionaba amantes, aunque ese sería otra adicción: al amor y al sexo, que hacen más llevadera la apática y aburrida eternidad. En fin, cosas que si mal no recuerdo no mencioné en aquel post y que consideré bueno darles un repaso. Volviendo a "The Addiction", ésta respeta la mitología vampírica y, mejor aún, la aplica bien al relato, la hace parte integral de la narrativa: resignifica los síntomas del vampirismo en pos de la sustancia de la trama, lo cual me parece espectacular.
"The Addiction" es, a fin de cuentas, una película de vampiros atípica, muy atípica, pero tremendamente estimulante y sensacional, densa en su contenido y muy bien lograda en su complemento cinematográfico: gran guión, gran dirección, gran actuación principal, el filme de esta entrada es redondo y, por lo mismo, totalmente disfrutable. La recomiendo por completo.
Una estudiante de filosofía, una noche común y corriente mientras vuelve a su departamento luego de un agotador día de clases, es mordida por una sensual e interesante vampira. Luego de ello, pues lo natural: síntomas, como el que la luz del sol provoque daño en la piel, comienzan a aparecer y molestar a nuestra intrigante protagonista, quien además comienza a reflexionar en la naturaleza de su nueva condición. Y vaya manera de reflexionar, propio de una estudiante de filosofía.
Para qué irse por las ramas: "The Addiction", tal como el título alude e ilustra claramente, es una metáfora sobre cualquier cosa que te convierta en una persona dependiente, desesperada por encontrar esa sustancia o ese placer. En este caso, cosa obvia, dicha sustancia es la sangre. Y es interesante la manera en que la protagonista, al menos al inicio de su conversión, consume la sangre: se la inyecta con las tan icónicas jeringas, ¿dónde?, pues en el brazo. Más claro imposible. Pero lo genial de "The Addiction" es que va más allá de todo lo anterior, sin quedarse en la superficie de las cosas, lo tan manoseado que pierde el interés; no, la película de Ferrara es una profunda y densa reflexión sobre la naturaleza de la adicción y del propio ser. Utiliza la mitología vampírica y el tema de la adicción para moverse por terrenos más complejos de la existencia, involucrando la moral, la ética, el sentido de la vida, entre otros tópicos más, desde luego, muy bien pensados, tratados y ejecutados. Como digo, la adicción deviene en una exploración de la religión y el pecado -la crianza católica de Ferrara siempre lo acompaña, o casi-, la maldad inherente, el arrepentimiento, la redención, la euforia, etc.: son muchos los estados mentales, espirituales y corporales tratados, y éstos, a todas luces, parecen ser las etapas de la adicción, pero finalmente uno se podría dar cuenta de que la adicción es mucho más que la dependencia fisiológica a una sustancia o cualquier cosa similar, es el simple hecho de ser una persona, de estar vivo: sin esperar que suene pedante, sería la adicción a la vida, aferrarse desesperadamente a ella. Una de las líneas que me parecieron más geniales, poderosas y estimulantes, es aquella que señala lo siguiente: "No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores. En términos más simples: no somos malvados por el mal que hacemos, sino que hacemos mal porque somos malvados. ¿Qué opciones tiene la gente? No tenemos ninguna opción". Así que ahí lo tienen, y esto es sólo interpretación mía -aunque bastante guiada por la cita anterior-: no somos adictos por caer en adicciones, sino que caemos en adicciones porque somos adictos: está en nuestra naturaleza, es parte esencial de ella. El humano -acá hay vampiros pero ya sabemos que son una metáfora- es intrínsecamente un adicto, nace siendo así. Pero, y acá la cosa se pone más compleja e intrincada, la última línea de la película es brusca y genial, y aunque no la considero spoiler propiamente tal, es mejor que la descubran ustedes mismos, pues está muy bien representada visualmente y le otorga otro nivel a una película cuya sustancia es sensacional: es una nueva cachetada al espectador. Es un cierre perfecto, un broche de oro.
Ahora nada más puedo señalar los otros elementos que me parecen sensacionales:
Primero, la estética es maravillosa. Ese blanco y negro, despojado de luz y perdón, ataviado en crudeza y violencia visual, es perfectamente coherente con el toque existencialista que tiene. Excelente expresionismo.
Segundo, la actriz protagonista, Lili Taylor, está estupenda en su rol, mejorando exponencialmente con el correr del metraje; cada vez su interpretación se vuelve más sobrecogedora e inmensa.
Tercero, los diálogos son magistrales, y el guión mismo también está muy bien construido, y por lo demás, muy equilibrado y bien empleado todo el bagaje filosófico con que cuenta. No es una pedantería, es auténtico conocimiento, dominio y reflexión en torno a él.
Cuarto, la ya mencionada carga filosófica: densa, interesante y estimulante.
Quinto, la mitología vampírica, aunque es una excusa argumental para todo el desplante filosófico y existencialista, está muy bien justificado, utilizado y respetado, no pervertido y deformado inútil y caprichosamente como en "The Hunger", la cual pudo haber funcionado perfectamente igual o incluso mejor sin toda la parafernalia egipcia, un agregado vacuo y sin razón de ser -y no me malinterpreten: tal como señalé en el respectivo post, la cinta me gustó mucho, pero el vampirismo a medias es insultante: ser una criatura de la noche, de la oscuridad, es algo esencial-. Y, para seguir brevemente con la opera prima de Tony Scott, debo decir que en aquella no vi nada de adicción, como señalan muchas otras opiniones que he leído. Claro, las interpretaciones son personales y no leyes grabadas en piedras, pero la mirada generalizada es poderosa; no obstante, Susan Sarandon no me parecía una adicta real -aunque tenía tics, sí, pero eso es superficial; off topic: recuerdo el caso de un joven que fue atropellado y que no se recuperó del todo, pero afortunadamente lo suficiente para caminar y valerse por si mismo, aunque por desgracia su caminar y manera de hablar parecían la de un borracho, por lo que la gente en la calle lo trataba con desdén. Moraleja de la historia: los tics y demás "síntomas" físicos no son del todo confiables- y Catherine Deneuve lucía más como una tipa que no quería quedarse sola y por eso coleccionaba amantes, aunque ese sería otra adicción: al amor y al sexo, que hacen más llevadera la apática y aburrida eternidad. En fin, cosas que si mal no recuerdo no mencioné en aquel post y que consideré bueno darles un repaso. Volviendo a "The Addiction", ésta respeta la mitología vampírica y, mejor aún, la aplica bien al relato, la hace parte integral de la narrativa: resignifica los síntomas del vampirismo en pos de la sustancia de la trama, lo cual me parece espectacular.
"The Addiction" es, a fin de cuentas, una película de vampiros atípica, muy atípica, pero tremendamente estimulante y sensacional, densa en su contenido y muy bien lograda en su complemento cinematográfico: gran guión, gran dirección, gran actuación principal, el filme de esta entrada es redondo y, por lo mismo, totalmente disfrutable. La recomiendo por completo.
Sangrientas capturas
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