jueves, 18 de junio de 2015

The whole town's talking - 1935


Director: John Ford

  Luego del tropiezo que significó "Born Reckless", una película en la que por desgracia Ford no pudo desplegar libre y apropiadamente todo su talento narrador -no lo culpen, su labor fue la mejor-, ahora vamos con una película que deja una sensación final mucho más satisfactoria, además de contar con el siempre agradable Edward G. Robinson, que está verdaderamente notable. Si bien es la película más ligera en sus intenciones conceptuales que hasta ahora le he visto a Ford -mejor que lo fallido de "Born Reckless", y perdón que repita tanto ese título y la disconformidad que me causa-, lo bueno es que el hombre convierte dicha sencillez argumental en su mejor arma, entregándonos una historia delirante que va directo al grano y cumple lo que promete. Vale la pena verla, sin duda alguna.


  Jones es un sujeto responsable y puntual que lleva ocho años trabajando en una empresa de publicidad -si no me equivoco-, hasta que una mañana todo  comienza  a salir muy pero muy mal. Lamentablemente el hombre es idéntico a un peligroso criminal llamado Mannion que anda suelto en la ciudad, y debido a tal cosa nuestro Jones se mete en muchos e hilarantes líos. ¿Qué hará para salir de ellos?


  Sin desdén alguno digo que "The whole town's talking" es una película cuyo contenido de fondo es ligero y sencillo -es decir que en el film no veremos complejos líos morales o convenciones narrativas retorcidas según la visión personal de Ford-, pues tal cosa no es impedimento para que se desarrolle una atractiva y simpática trama de enredos y confusiones con muy buena mano y pulso. Y hago énfasis en el "sin desdén" porque a veces se tiende a buscar demasiados mensajes o reflexiones en películas cuya intención no es tal, sino hacer pasar un buen rato de manera digna, intención que incluso a veces es desdeñada por eso mismo: por "no aspirar a más". Las sobrelecturas son peligrosas pues desvirtúan la mirada y la recepción, y admito que a veces me dejo llevar por eso especialmente cuando la cinta en cuestión no me gusta, que no es el caso de la presente, bien planteada e hilvanada argumentalmente -lo que no puedo afirmar de "Born Reckless", con mucho ruido pero pocas nueces... e insisto: perdón por repetirme-. Igual no es mi intención enredarme en asuntos que, a decir verdad, me están saliendo más de las entrañas que de la mente, o sea, que escribo sin pensarlo mucho, sin filtrar las letras a través de la lógica argumentativa. Por lo demás, más o menos fuera de lugar. Por lo tanto, a lo importante, o al menos lo que de verdad quiero decir:
  "The whole town's talking" es ágil, divertida, ingeniosa, etc.; no necesita densidad conceptual o narrativa para sacarle provecho a sus cualidades inherentes, las que si por algo se caracterizan es por su desenfado y libertad. El primer tramo es un gran ejemplo de ello: ritmo arrollador, gran y ácido sentido del humor -cómo quedan los policías, los periodistas, las masas, los abogados, los codiciosos...-, una narración audaz y positivamente consciente de sí misma -sin cruzar ese difuso límite en que la autoparodia pasa a ser de mal gusto y convertirse en recurso sin gracia ni aporte al relato-, y una trama en constante reinvención que no cae en lugares comunes o repeticiones. El tramo final tiene las mismas características previas, añadiendo algo inherente a su condición de desenlace: sabe unir con seguridad y soltura todos los puntos, personajes y planes que hasta entonces se habían ido tejiendo. A propósito, añado que el tramo inicial es un excelente inicio de película, dando cuenta del conflicto central del relato -la confusión de Jones por Mannion-, sus personajes y todo lo demás. Lo único que vendría a reprochar un poco es el tramo central, el desarrollo que comienza luego de la memorable borrachera de Jones, pues pierde un poco ese candor y desenfado inicial/final, centrándose más en el tejemaneje que causa la confusión de identidades y dejando de lado el toque cómico, lo involuntario del entuerto. No es que critique el cuidado que se le pone a la escritura, sólo que en dicho tramo no se mantiene con suficiente solidez la línea que el primer y último tramo logran aprovechar al cien por ciento; en otras palabras, el tono cómico y "ligero" sufre una leve decaída, cosa importante considerando que la trama necesita impregnarse más de la ingenuidad de Jones y no tanto de la calculada y fría matemática de Mannion, pues al fin y al cabo Jones es la estrella del espectáculo y esencia del relato: debemos caminar con él, respirar con él, dormir con él... en fin....
  Más allá de lo anterior, a grandes rasgos "The whole town's talking" es una película sin complejos y perfectamente disfrutable, simpática y de agradable visionado. La sensación final es, repito, de satisfacción. Y no puedo despedirme sin antes elogiar la enorme labor de Edward G. Robinson en su doble rol de Jones y Mannion -después de todos, son idénticos...-, y Jean Arthur como la compañera de trabajo de Robinson, actriz que cada vez que aparece en pantalla contagia a todos con su tremenda actitud y personalidad, su coqueta ironía y desafiante inteligencia. No sé si me apuro, pero ya no se hacen papeles femeninos como aquéllos... Sólo resta decir que disfruten esta película, grato, sano y digno divertimento.
  Oh, y antes que lo olvide, puede que haya un mensaje de fondo: ser buena persona tiene sus beneficios, el interior corrompido -literal o metafóricamente- nunca paga. Sea bueno, señor, sea bueno...

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