viernes, 20 de noviembre de 2015

The Well - 1951


Directores: Russell Rouse & Leo C. Popkin

  Interesado quedé con Russell Rouse luego de haber visto "New York Confidential", por eso ahora les comento "The Well", la primera película en que ejerce como director, aunque también se da el caso de que su co-director, Leo C. Popkin (de escasa, desconocida y poco apreciada filmografía), dirige por última vez, así que en cierta forma tenemos una opera prima que es también un último filme. Para evitar tanta etiqueta, mejor hagamos caso del director más conocido, en este caso Rouse, que de todas formas fue el que nos trajo por acá.


  En un pequeño pueblo estadounidense, una niña negra cae a un pozo. Los adultos, que no saben qué demonios ha pasado, mientras investigan el paradero de la chica van dando con pistas que podrían convertir la ya de por sí terrible situación en una batalla campal de tendencias racistas... Hay que ir con cuidado, claro que sí.


  La primera escena nos muestra a la niña cayendo al pozo, así que no hay duda alguna sobre su paradero para nosotros como espectadores, sin embargo los habitantes del pueblo no tienen ni idea de lo sucedido, y sus reacciones resultan (dicho positivamente) desesperantes por lo equivocadas y alejadas de la verdadera cuestión. La jugada narrativa habla por sí misma. La niña perdida es la excusa perfecta para que los directores comiencen una reflexión en torno a los valores y conflictos humanos, especialmente en torno al racismo y lo ridículo que resulta ser. Porque, investigando el extravío, el sheriff se entera de que un hombre blanco le compró flores a la niña, y en su posición cualquiera pensaría, "oh vaya, ¿tenemos un secuestro frente a nosotros?"; tristemente, no sólo se entera el sheriff sino que el resto de habitantes que con desafortunadas intenciones se transmiten información errónea que a la postre hace aflorar el resentimiento y el odio más salvaje y demencial. Una frase puede comenzar terribles cosas: cuando la familia de la niña ha oído rumores y se acerca al sheriff a preguntar sobre el estado de la investigación, a lo que la autoridad responde que aún no lo encuentran pero que ponen su máximo esfuerzo (lo que es genuino), un tío pregunta si no lo encuentran en realidad porque el sospechoso es un hombre blanco, y bueno, después de eso no hay vuelta atrás... Rouse y Popkin critican, primero, lo ridículo de los rumores y lo potencialmente fatal de la desinformación; segundo, critican el racismo y la patética importancia que se le da al color de la piel en los asuntos de los hombres (sobre todo cuando no tiene razón de ser), ya para ofender o victimizar. Acá la importancia del relato radica en su componente social y moral, y pienso que los directores se inmiscuyen con propiedad en lo que subyace a la imagen de paz y convivencia: ¿realmente se ha superado el tema de negros contra blancos? A día de hoy se puede ver que no, que todos hacen un circo a la mínima oportunidad, y siempre con una empalagosa y poco reflexiva corrección política. A propósito, si bien la posición de los directores es conciliadora y amable en cuento a idea (porque el desarrollo, al menos en su primera parte, resulta violenta y brutal), no me parece que sean políticamente correctos puesto que no temen criticar y ridiculizar el odio proveniente de ambos lados (los blancos son tontos en su racismo, los negros también son tontos en su racismo -aunque se lleven palmaditas de consuelo y una indulgencia vitalicia-). No obstante, creo que la crítica deviene en esperanza: eventualmente se enteran del paradero de la niña, y todos, blancos y negros, trabajan juntos para rescatarla. Puede que resulte un poco obvio y meloso y hasta predecible dicho movimiento argumental, pero no deja de ser conmovedor, especialmente dados los tiempos que corren, ver a personas trabajar duramente y de manera desinteresada dejando de lado sus conflictos y odios. Y la película funciona, pues tampoco cruza el umbral de lo efectista o lo moralmente manipulador, aunque esto depende de cada uno.
  En términos formales, el guión, sin ser la gran cosa, en conjunto con la dirección de Rouse y Popkin, se permiten crear misterio, incertidumbre y desconcierto de verdad, sobre todo en el primer tramo que sigue los códigos del relato policial. Luego, cuando todo es cooperación, la puesta en escena revela una naturaleza diáfana que potencia una unión que parece auténtica y no actuada. A mí me ha gustado "The Well", pues pienso que logra ser una película independiente de su mensaje moral (o que logra fundirse con él, mejor dicho) en vez de ser aquellas basuras en que el mensaje fuerza todo de maneras tan obvias que la cinta pierde identidad y naturalidad, lo que no es el caso. No es una obra maestra, pero es necesaria y efectiva, y cumple el visionado.

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