Director: Eliseo Subiela
Anoche soñé, entre otras cosas que no puedo recordar, que iba al cine en compañía de mi abuelo, mi hermana, una tía y su hija, que por lógica vendría siendo mi prima menor. El cine no era el típico cine con butacas, más parecía una gradería aterciopelada. Nos sentamos, yo un poco más alejado de ellos. En eso se sienta un viejo al lado mío y yo me alejo de él, pensando que me quiere seducir o algo así. Comienza la película y de repente mi prima y su madre comienza a hablar, yo deseo que se callen, mi abuelo también se pone a hablar, creo que se da cuenta que me estoy irritando y pide que dejen de hablar porque "acá hay alguien al que le gusta ver las películas en silencio" (¿eso es raro acaso?), y cuando pienso que por fin habrá silencio mi hermana grita sobre algo que vio en su computador (de repente tiene un computador encendido en sus piernas), ¡y todos se ponen a reír!, así que yo me largo y me pierdo en la ciudad, y mientras cruzaba una calle (en luz verde por supuesto) un ciclista me pasa a llevar y ahí despierto porque justo los quince perros del pasaje, puntuales siempre, comienzan con sus estruendosos ladridos que rompen mis mañanas en miles de pedacitos, y esos pedacitos son mis facultades mentales porque luego no me puedo quitar el sopor y la somnolencia en todo el día, como si tuviera insomnio a la luz del día (sólo se me pasa en la piscina, mientras nado e incluso mientras floto de espalda, sin hacer nada). Y las obligatorias siestas de media tarde fracturan todo el espacio tiempo, haciendo parecer que lo vivido en la mañana pasó ayer o anteayer y que el presente está borroso o no está pasando. Qué bueno que sigo cuerdo, ¿eh?, pero qué importa, para el caso es lo mismo. Bueno, así las cosas, este blog es puro desorden. Resulta que ahora les voy a comentar los dos primeros trabajos que el gran Eliseo Subiela realizó a temprana edad (18-20 años), cortometrajes documentales (o semi-documentales dependiendo del caso) que contienen varias de las características que hacen de su cine una experiencia tan especial.
Eliseo Subiela dio con este hospital psiquiátrico para hombres y estuvo nueve meses en él, haciendo amigos, conociendo gente y preparando este documental de quince minutos. Un referente que podría traer a colación es el de "Titicut Follies", el primer documental que el gran (y aún activo) Frederick Wiseman realizó el año 1967, en donde nos muestra, con una crudeza extrema, la agonía de los pacientes de un hospital psiquiátrico: las pobres condiciones en que viven, la mugre y la suciedad, los malos tratos, todo rasgo de humanidad desvaneciéndose dentro de esas celdas vacías y mentes perdidas. Pero la propuesta de Subiela es diferente. Su estilo no es tan descarnado y seco como el de Wiseman, tampoco tan gráfico ni despojado; Subiela no se abstrae de la narración como Wiseman, cuya cámara parece fundirse en la realidad hasta el punto que los personajes casi parecen olvidar que hay un aparato registrando sus acciones, dejando que la realidad misma sea la que se desnude, la que hable por sí misma libre de las ataduras de todo discurso preconcebido (aunque, paradójicamente, para Wiseman la edición y el mismo proceso de filmación son experiencias profundamente personales y manipuladas: responden a su visión como documentalista y a la necesidad del documental de encontrar una forma. El caso es que él deja toda esa manipulación fuera de la imagen, y por eso después sus películas parecen tan puras, tan limpias, tan libres de artificios vacuos). Subiela elabora un discurso (y esto no significa que sea algo malo, por favor, para nada, en lo absoluto) y su propuesta resulta más humana y más compasiva. Subiela no nos muestra necesariamente la muerte, la putrefacción, sino que el abandono, el aislamiento, la soledad, el dolor: la aflicción, la tragedia de unos pacientes que están condenados ya sea dentro de las paredes del psiquiátrico como fuera de ellas, porque para la sociedad ellos son locos, desechos, ratas: mejor que se mueran. Subiela busca la humanidad en estos pobres diablos, esa humanidad acallada y silenciada, enterrada bajo la etiqueta, dañina como una puñalada en el pecho, de enfermos mentales. Se hace preguntas, busca encontrar tesoros, historias: retrata un estado de las cosas, "un estado que no es la vida, ni la muerte". Wiseman, por su parte, registraba cadáveres en movimiento, la muerte en carne y hueso.
Por lo demás, "Un largo silencio" es un documental de rigurosa investigación previa que luego se expresa en imágenes calculadas y planeadas, en una cámara que sabe qué registrar y cómo porque el relato, en cierta forma, ya está conformado desde esa investigación pre-rodaje, aunque más que investigación es observación previa, como si Subiela hubiera registrado con la mirada las decenas de horas de material que luego "editaría" al momento de rodar. Lo cierto es que no estamos ni ante un documental ni ante una ficción: como los pacientes del psiquiátrico, estamos en un limbo, y el limbo tiene su propio lenguaje.
Para ser el trabajo de un joven de 18 años, "Un largo silencio" muestra gran madurez en la mirada, en las reflexiones, y un excelente manejo de la cámara, de la puesta en escena, bastante elegante y pulcra, no obstante sigue siendo directa y transparente, y del montaje y del guión (entre medio hay escenas ficticias, ¿pero cuáles?). Y está el tema del misticismo, el amor, la crítica social, lo existencial... "Un largo silencio" tiene en común con "Hombre mirando al sudeste" mucho más de lo que aparenta, y de hecho el mismo Subiela comentó que, luego de haber estrenado aquélla se puso a ver de nuevo esta pieza y se dio cuenta que, en cierta forma, éste es un bosquejo de aquel film tan hipnótico y especial. Los rasgos del cine de Subiela los iremos descubriendo a medida que avancemos en su filmografía, ¿no?
Pueden encontrar "Un largo silencio" en YouTube, y qué decir, recomendable visionado, sobre todo si quieren conocer más la obra del gran Eliseo Subiela, quien se murió sin decirnos a dónde fue hace ya casi un año exacto.
Por lo demás, "Un largo silencio" es un documental de rigurosa investigación previa que luego se expresa en imágenes calculadas y planeadas, en una cámara que sabe qué registrar y cómo porque el relato, en cierta forma, ya está conformado desde esa investigación pre-rodaje, aunque más que investigación es observación previa, como si Subiela hubiera registrado con la mirada las decenas de horas de material que luego "editaría" al momento de rodar. Lo cierto es que no estamos ni ante un documental ni ante una ficción: como los pacientes del psiquiátrico, estamos en un limbo, y el limbo tiene su propio lenguaje.
Para ser el trabajo de un joven de 18 años, "Un largo silencio" muestra gran madurez en la mirada, en las reflexiones, y un excelente manejo de la cámara, de la puesta en escena, bastante elegante y pulcra, no obstante sigue siendo directa y transparente, y del montaje y del guión (entre medio hay escenas ficticias, ¿pero cuáles?). Y está el tema del misticismo, el amor, la crítica social, lo existencial... "Un largo silencio" tiene en común con "Hombre mirando al sudeste" mucho más de lo que aparenta, y de hecho el mismo Subiela comentó que, luego de haber estrenado aquélla se puso a ver de nuevo esta pieza y se dio cuenta que, en cierta forma, éste es un bosquejo de aquel film tan hipnótico y especial. Los rasgos del cine de Subiela los iremos descubriendo a medida que avancemos en su filmografía, ¿no?
Pueden encontrar "Un largo silencio" en YouTube, y qué decir, recomendable visionado, sobre todo si quieren conocer más la obra del gran Eliseo Subiela, quien se murió sin decirnos a dónde fue hace ya casi un año exacto.
...no se pierdan "No mires para abajo", esa preciosa película que es como una apología del sexo tántrico...
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