Director: Panos Cosmatos
Arriesgada e inclasificable propuesta es "Beyond the Black Rainbow", la opera prima de Panos Cosmatos, que transita, en términos tanto estéticos como temáticos, por los géneros de la ciencia ficción y el horror, con ecos del giallo, del maestro Kubrick (por supuesto) y de relatos que, más que en lo argumental, se desenvuelven en un plano de trascendencia, introspección, incluso metafísica, que devora, sin que esto signifique crítica o reproche (mientra esté bien hecho, como en el presente caso), cualquier atisbo de estructura dramática. Al final la premisa es una excusa, bien desarrollada, sí (se entiende el devenir de los hechos, pero la calidad del film no pasa por el qué sucede, sino el cómo), para lanzarnos de lleno en este singular viaje fílmico, lleno de sensaciones, de significados y de posibilidades tan amplias como ricas. La película entera es un trance de imágenes alucinógenas, psicotrópicas, encadenadas no primordial o necesariamente por motivos dramáticos sino que estrictamente por razones visuales; una experiencia eminentemente sensorial, inmersiva, envolvente, absolutamente magnética e hipnótica, en donde la consigna es dejarse llevar, atrapar y trastocar por la deslumbrante dirección de fotografía (película rodada en 35mm, por lo demás), la alucinante banda sonora (una verdadera joya) y, sobre todo, esta extraña, rara atmósfera esquizoide, demente, como si la realidad se hubiese vuelto loca, retorcido sobre sí misma, y todos en ella también. ¿La trama? Una especie de instituto o clínica que busca, que promete llevarte al perfecto estado de armonía y trascendencia espiritual, y sus habitaciones simétricas, sus pasillos alargados, sus aparatos retrofuturistas, sus juegos lumínicos; una niña atrapada, adormecida constantemente, que no deja de intentar escapar; un siniestro doctor, cada vez más divorciado de la realidad, cuya enfermiza obsesión con la chica se acrecienta a la par que su mente se desmorona; y todo un trasfondo de experimentos mentales, psicológicos, de viajes espirituales, más allá de la consciencia, y claro, de algún que otro hecho violento capaz de torcer por completo la vida de un puñado de personajes, atrocidades, a fin de cuentas, cometidas en el buen e intachable nombre de las modernas terapias alternativas.
Lo que es yo, no importa mucho si se entiende verdaderamente la trama, aunque tampoco hay que ser un genio para darse cuenta de lo que sucedió y lo que está sucediendo (notable, en todo caso, que prácticamente el total de la narración se haya ejecutado visualmente, a través de las herramientas cinematográficas); tampoco importa mucho descifrar las intenciones y/o los intereses o inquietudes discursivas o sustanciales del director, que apuntan, supongo que entre otras cosas (acá menciono lo obvio), a estos gurús, profetas y falsos científicos que te venden toda clase de locas ideas sobre encontrarte a ti mismo o hallar el núcleo existencial del universo, y el estado psicótico al que pueden conducir a los incautos que busquen alivio en semejantes recursos seudomedicinales o seudocientíficos. Hasta hay una escena en donde sale hablando Reagan sobre los soviéticos, lo que claramente nos sitúa (digo, aparte del "1983" del inicio) en la Guerra Fría, con su consecuente clima de paranoia y desconfianza y extrañeza y alienación y psicosis generalizada... Pero insisto, no obstante el rico aporte de los variados símbolos e imágenes/motivos de valor discursivo, "Beyond the Black Rainbow" es una película que puede disfrutarse prescindiendo, en la práctica, por completo de cualquier base argumental, dramática y sustancial, porque, demonios, está tan bien hecho todo que es cosa de adentrarse en las imágenes y no separarse de ellas hasta que todo termine.
En pocas palabras, una experiencia completamente única, una valiente propuesta, casi suicida, de un director encontrando y llevando hasta las últimas consecuencias su propia plasticidad, su propio concepto narrativo-formal. Una imperdible joya que merece, sin duda alguna, más de un visionado. Ya sea para adentrarse más en sus recovecos, ya sea para dejarse llevar, una vez más, por este hipnótico trance cinematográfico...
Fascinante e impresionante (y sorprendente, si como yo, van un poco con la guardia alta).
Algún día de estos la voy a volver en la noche.
Déjense llevar, nada más les digo.
Déjense llevar, nada más les digo.
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