jueves, 17 de enero de 2019

Rebel Without a Cause - 1955


Director: Nicholas Ray


(Lo más seguro es que mañana viernes y pasado mañana sábado no comente ninguna película pero no se preocupen porque sí estaré viendo películas y de eso les hablaré el domingo, y entonces no sólo me entenderán y comprenderán sino que me aplaudirán, vitorearán y admirarán, hasta me enviarán donativos, presentes y una que otra invitación.)

No sé si "Rebelde sin causa" hable realmente sobre la delincuencia juvenil o sobre cierta decadencia moral estadounidense o sobre luchas generacionales (aunque tenga de todo eso, indudablemente), tampoco sé si el Jim Stark de James Dean sea un rebelde en el sentido más extendido de la palabra, y, ciertamente, "Rebelde sin causa" no es la película de la que tanto se habla (peleas callejeras navajeras, carreras ilegales, jóvenes having a blast al borde del abismo), es otra película, un tanto inclasificable es cierto, difícil de etiquetar o encasillar (sea por su estructura-relato, por su tratamiento dramático), no tan icónica en el sentido de que no me parece que Nicholas Ray y James Dean quisiesen crear un ícono, el protagonista es, simplemente, un muchacho sensible y angustiado, perdido o asfixiado en un mar de absurdos y callejones sin salida, vive en lo que para él es el mundo al revés: no busca lo que el mundo o la sociedad recalcan como respuesta a cada momento con sus luces corporativas, no desea aquello que todos dan por descontado automáticamente, de hecho tampoco parece estar convencido de los cimientos que fundan todo cuanto lo rodea, acaso ni él mismo sepa qué busca o qué desea, por inasible e inefable que es, y para qué engañarse y para qué engañar a los demás jugando a ser tal o cual cosa si deambular es todo lo que puede hacer, en la noche, devorado cual vagabundo, dejándose llevar por esas fuerzas ajenas como si nada importara, tan transparente es Jim Stark que la gente lo observa y cree que él es el podrido, cuando el problema está detrás de él, pero qué hacer cuando te confunden y mezclan con los arquetipos televisivos, de repente tus palabras son una extensión de las bravuconadas de otros y tu actitud, tu mirada, tu cosmovisión no es más que una etapa a la cual dar el bajo lo más rápidamente posible, antes de que pierdas la matrícula para la universidad o la ayuda del familiar con ciertas influencias y te conviertas en una plaga, piensas en felicidad, aunque sea una palabra o una idea extraña, de furtivo significado, y te dicen otra cosa, te corrigen: comodidad, domesticación, conformismo, abnegación, otras palabras, más tangibles, entre cuyos intersticios fluye, te aseguran, eso que se atreven a decir poco porque no vaya a ser que suene a mentira. Jim Stark no quiere pelear, no es cool y tampoco es un rebelde, ¡Jim Stark no quiere ser como ustedes maldita sea!, está solo nada más, soledad que lo protege de todo, mentira, soledad que lo deja a total merced, en fin, solo en el universo, buscando una estrella que ilumine su camino, que ilumine su vida.

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