Director: Woo Min-ho
Mientras aún estamos a la espera de poder ver "Dragged Across Concrete" y, ansiosos, también esperamos noticias de la nueva película de S. Craig Zahler (esa fábula gótica en blanco y negro de tres horas) y de su miniserie western, o de la adaptación cinematográfica de uno de sus libros a cargo de Drew Goddard y producida por Ridley Scott (los más audaces señalan que el británico se encargará de la dirección), o de que sus libros comiencen a ser traducidos de una buena vez (uno de sus westerns fue traducido hace poco, sí, por una editorial española y a cargo de la traducción estuvo, ni más ni menos, José Miguel Martinez, escritor chileno autor de dos interesantísimas obras, El diablo en Punitaqui, mezcla de western y cine de gángsters, una suerte de homenaje -en tanto estructura- a lo hecho por Guillermo Blanco en la magnífica Cuero de diablo, y Hombres al sur, western de ficción enmarcado en hechos históricos y verídicos, sin mencionar su Tríptico de Granola, tres novelas cortas de próxima publicación... en España, aunque de alguna forma lo leeremos), nos enteramos que Park Chan-wook se encargará de un guión escrito por Zahler, un western ultraviolento que deviene en revenge thriller, ante lo cual, ciertamente, también nos entusiasmamos un montón, como no podía ser de otra manera con ese nombre que hay que grabarse a fuego: S. Craig Zahler, no sólo por lo que son sus películas en cuanto a calidad, sino también por la forma en que las hace, por la filosofía que hay detrás de ellas, tanto a nivel de producción como narrativo o cinematográfico. De su cine se puede aprender a tantos niveles...
Ahora bien, hablemos de "The Drug King", título en inglés de esta película coreana del año pasado, protagonizada por un desaprovechado aunque solvente (puro oficio el suyo, oficio de gran actor que es) Song Kang-ho, quien interpreta a un empleado de joyería que, poco a poco aunque meteóricamente, se transforma en el rey del mundo de las drogas: en un hombre con dinero y con poder, amo absoluto del tráfico de metanfetamina en la ciudad de Busan y en Japón, todo ambientado en la década de los setenta. Su auge y caída. Cine de gángsters en el cual rastreamos referentes "recientes" (podrían encontrarse de antes, pero andamos flojos) como son Scorsese y De Palma. La película funciona, es efectiva, tiene ese sentido del humor oriental que roza el ridículo en ocasiones, esa estilización coreana combinada con la estilización gringa, lo sucio y pérfido y lo glamoroso, avanza a ritmo constante y sin altibajos, nos muestra el mundo de los mafiosos y de los fiscales, sus trucos, sus tejemanejes, más o menos lo que se espera de una película así, inspirada en hechos reales (aunque no cuenta una historia real propiamente tal). En pocas palabras, un repaso de acontecimientos fluidamente engarzados, con algo de estilo que emula películas mejores y perros más grandes, pero sin mucho contenido que digamos, sin mucha visión; sólo por el final se ofrece un tratamiento algo más "complejo" sobre el protagonista, que del inicialmente torpe empleado que contrabandea con una pandilla de poca monta, se convierte en un violento, oscuro y paranoico mafioso sumido en sus propios fantasmas, corroído por sus propios delirios y pomposo estilo de vida. Antes de ello, ya digo, vemos a gente hacer tratos, escamotear drogas y, de vez en cuando, pegarse tiros o darse de puñetazos mientras fuman o inhalan o se inyectan estupefacientes, todo muy ligero y frívolo y hasta inofensivo, porque el "retrato" es muy, muy por encima, y los resultados, muy, muy por debajo de los grandes referentes. Y aunque fluye, dura más de dos innecesarias horas...
Por último, una confesión (no es la mejor palabra y hasta es demasiada cosa en términos dramáticos para algo tan simple como lo que voy a decir): me gustan algunos directores coreanos pero no me gusta tanto el cine coreano, o, mejor dicho, la industria coreana del cine: tengo la impresión que hacen lo mismo que los gringos, pero con mejor pulso y ejecución formal, y claro, puede que hasta con mayor integridad, pero no deja de ser espectáculo a fin de cuentas. Eso sí, a diferencia de otros temas de cine, en este no me presento con tanta intransigencia porque, a fin de cuentas, tampoco he visto mucha industria coreana y bien podría estar más o menos equivocado (aunque algo he visto, tampoco estoy hablando por las puras; y, por lo demás, donde hay industria fuerte y preponderante, siempre habrá un buen puñado de realizadores independientes, que funcionan al margen, en términos morales y/o de producción, de la industria, capaces de insuflar interés y variedad a una cinematografía dada). Como el famoso Bollywood o los chinos ahora, que no son gringos pero también se dedican a fabricar grandes superproducciones... ¿Los vamos a alabar sólo porque no son estadounidenses? ¿Qué piensan al respecto, queridos contertulios?
En fin: "Mayakwang" ("The Drug King") no es una gran película y a mí no me ha gustado mucho a decir verdad, pero funciona y como el inocuo entretenimiento que es, supongo que cumple lo que promete y algo servirá para una tarde cualquiera de fin de semana.
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