domingo, 19 de mayo de 2024

Russian Doll

 


Creación: Natasha Lyonne, Amy Poehler y Leslye Headland



Casi había olvidado cómo crear una entrada. 

Pues bien, vamos a romper, excepcionalmente, la regla de comentar solamente lo que hemos visto recientemente. "Russian Doll" la vi en algún punto de enero/febrero de este año, y era una serie que hace mucho tiempo que quería ver. Así que, aprovechando que en dicho período tenía vacaciones, me dije "ya, démosle". Esta serie consta de dos temporadas, vamos a comentarlas de manera bien generalizada pero abordando lo importante, lo medular, o eso intentaremos (tenemos que ponernos en forma nuevamente, hasta había perdido la costumbre de escribir en el teclado de mi compu).

La primera temporada se presenta como un atractivo e intenso laberinto/puzle (imaginen que deban hacer un puzle de un endemoniado laberinto) sobre bucles temporales. La protagonista, una programadora interpretada brillantemente por Natasha Lyonne (si bien no se desmarca mucho de esta persona carismática y caótica y gonzo por la que se le conoce), muere justo el día de su cumpleaños. Creo que iba por los casi cuarenta o algo así. El caso es que muere, pero revive, a la misma hora y en el mismo lugar: el baño del departamento de su amiga, que es donde le celebran el cumple. Obviamente la idea es que ustedes mismos descubran los recovecos de este loco viaje temporal/psicológico; la trama se mantiene fresca y vibrante durante todos sus ocho episodios (de media hora cada uno) y lo que comienza como una suerte de investigación/reconstrucción de acciones que busca culpables o soluciones prácticas al lío este, poco a poco se convierte en el otro aspecto destacable de la temporada: la construcción psicológica, personal y humana de personajes, mucho más profundos y complejos de lo que aparentan en un inicio, y de hecho a lo largo de los episodios veremos que las claves son más bien hacerle frente a los traumas y la dura realidad, porque esconderse en la rutina, siempre en las mismas cosas, termina haciendo más daño que reparación. De esta forma, esta temporada es un notable y rotundo juego temporal/estudio psicológico que se vuelve más cautivante mientras más caótico se vuelva el bucle y más conozcamos a unos personajes desnudados y abiertos en canal. El final es satisfactorio aunque verán que nunca es fácil encontrar cierres memorables cuando los relatos juegan con el tiempo; por el lado del juego temporal, puede que la resolución parezca algo improvisada, sin embargo, como se ha dicho, "Russian Doll" es una serie muy bien escrita, desarrollada y concluida, que mete el dedo en la llaga y no se queda en una somera comedia del montón.

La segunda temporada, si bien mantiene a grandes rasgos los elementos buenos y memorables de su primera entrega, a saber: la creación y desarrollo de personajes, además de un relato que cumple con mantenerte atento e interesado (sobre todo porque las cosas adquieren una dimensión o escala aún mayor), da la impresión que en este caso el juego temporal es algo forzado o poco convincente, como que pide que uno como espectador acepte de buenas a primeras que, en este caso, la protagonista puede, literalmente, viajar en el tiempo. ¿Por qué, cómo? En un vagón de metro que la lleva a los ochenta, en donde experimenta todo a través del cuerpo de su madre, porque quiere resolver el misterio de la desaparición de unas valiosas monedas de oro, accidentado patrimonio familiar. Y no, no es una ensoñación, realmente puede afectar el curso de los hechos (aunque...). Si la primera temporada iba sobre aceptarse a uno mismo y a la realidad (con los muchos defectos y virtudes que puedan tener ambos), esta temporada quiere que sus personajes aprendan a aceptar el pasado, que las cosas son como son y que a veces, más que intentar cambiar el pasado, conocerlo es un privilegio de conocimiento y entendimiento, humano e histórico. Y claro, nuevamente tenemos personajes complejos y honestos, bien escritos e interpretados, que deben, a su manera, enfrentarse a la  realidad como mejor pueden, dadas las circunstancias, y, de nuevo, el argumento es interesante y te mantiene enganchado durante sus siete episodios. Y su resolución también es satisfactoria por el lado humano, si bien en esta ocasión debo decir que el mecanismo para viajar (y el hecho de que pueda viajar) me parece muy tirado de lo pelos. Es entendible y uno se deja llevar cuando vemos que alguien queda atrapado en un bucle, sobre todo si tiene que ver con expiar demonios interiores, pero, y puede que acá me pese la distancia del visionado, si se le da la posibilidad de viajar en el tiempo, casi porque sí, no sé ah... Y bueno, debo decir que en esta segunda temporada también hay una parte del argumento que no me parece que aporte mucho, si a fin de cuentas el personaje interesante es el de Natasha Lyonne, no el del otro compadre, que en la primera temporada resultaba bien porque era parte del misterio de ella y porque él mismo tenía sustancia como personaje, pero en esta ocasión, como entidad dramática autónoma, el tal Alan y su abuela flaquean y sobran bastante, como que no eran necesarios esta vez, ¿qué dicen?

Con todo, no puedo sino recomendar "Russian Doll", una serie bien compacta, bien contada, con personalidad, que destaca por méritos propios en un catálogo cada vez más abultado e intrascendente. No será una maravilla de la puesta en escena, pero sabemos a lo que vamos (streaming), y además, uno la ve y te deja pensando bastante, ya sea por su endiablado argumento, su ritmo frenético, por sus personajes... Véanla si pueden, no se arrepentirán.

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