Director: Edgar G. Ulmer
Pues bueno, finalmente ninguna de las otras películas nominadas llegó a mi poder, y faltando sólo un par de horas para que comience la ceremonia, pues mejor comento dos películas de Edgar G. Ulmer que tenía pendientes, ambas del año '45, ambas noir. "Detour" todos la conocemos, pero ¿conocemos las otras que Ulmer hizo? No es que venga en misión predicadora, pero como siempre digo, la gracia es ir descubriendo películas... si es que de verdad nos gusta el cine, claro. Si no, pues entonces están en el sitio equivocado, pues acá todo importa, y cuando digo todo, quiero decir TODO, incluso aquello que no existe... y si no existe lo inventamos por ustedes, mujeres... ejem, perdón, se me metió el Ricardo Arjona que todos llevamos dentro (no lo nieguen).
Al Roberts, un solitario sujeto que por su apariencia parece que no lo ha pasado nada de bien, nos cuenta la historia que lo tiene de esa forma, tan destartalado y abandonado de sí mismo. Una historia oscura, vale la pena agregar.
"Detour" dura poco más de una hora, así que supongo que esta entrada también tiene que ser breve; ya saben, precisa y concisa, a ver si se me da eso de la síntesis, misión imposible cuando escribo de cosas que me interesan (pero cuando debo escribir basuras para la universidad, tres páginas parecen una tarea titánica). "Detour" es un racconto, una película centrada en la narración de una larga historia, en este caso a cargo de su propio protagonista (a veces no tiene que haber narrador propiamente tal, aunque el racconto se suele usar como recuerdo, en fin). La historia es relatada bajo el punto de vista, subjetivo por lo demás, del atormentado Al Roberts. Y es que la historia de Al Roberts es una historia de lamentaciones y mala suerte, de aquellas que te hacen pensar "uf, no me gustaría estar en sus zapatos ni aunque me pagaran un millón de dólares": pianista de relativo buen vivir (pagaba las cuentas al menos) y emparejado con la bella cantante del elegante antro en que trabaja, de repente ve su vida cambiar por completo, y para peor, cuando la dama decide abandonar la costa este e ir a la oeste con tal de encontrar una vida mejor. Solo, no tarda en decidir que lo apropiado es viajar a Los Angeles, pero el camino, viejo, será cruel y trágico e inesperado: todo parece impedir que tal reencuentro se materialice. "Detour", tal como la mirada de su narrador, es una película descreída y desencantada, cínica y nihilista hasta la médula, de una ambigüedad moral jamás aclarada y resuelta toda vez que nunca sabremos si lo que escuchamos de Roberts es cierto o si más bien es una enorme y desvergonzada maraña de mentiras (además, su final, puede no ser lo que parece). Esa doble dimensión hace grande a esta película: por un lado, la secuencia de acontecimientos (muy bien hilado, con sorprendentes y algo escalofriantes giros argumentales) nos sumerge en esta pesimista espiral de sospechosa mala suerte y moral, poco a poco plantando dudas, aunque no de manera explícita ni directa (la idea es que el narrador se vaya acorralando, solo y no por obra de un elemento externo que por lo demás rompa la lógica de la única mirada narrativa, progresivamente en sus supuestas lagunas), sobre la palabra del tal Roberts y su calidad moral: o un desafortunado perdedor, o frío y calculador... bueno, ya verán... Por otro lado, la mirada del protagonista, furiosa y honesta, es una interesante y efectiva forma que tiene el director de replantear y alejarse de modelos y figuras narrativas, despojándolos de toda convención y luego dotándolos de un tono grisáceo apabullante por su autenticidad y poderío discursivo. "Detour" es una película de gran y magistral insolencia y atrevimiento, y si a ello agregamos las notables interpretaciones de Tom Neal y Ann Savage (le hace honor al apellido, créanme: tremendo y peligroso personaje que se manda), pues no queda mucho que decir: "Detour" es una puta genialidad, un cine negro decidida y poderosamente negro, sin concesiones ni miramientos: al hueso, como debe ser.
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