martes, 31 de mayo de 2016

16 Blocks - 2006


Director: Richard Donner

Y ya que estamos con Richard Donner, vayamos con la que es, hasta la fecha (el hombre ya tiene 86 años, ¿se sabe si tiene algún proyecto entre manos?), su última película: "16 Blocks", estrenada hace ya una década. Desde entonces la he querido ver, todavía recuerdo cuando salía en las noticias y en los diarios. Ha llegado el momento, y el momento ha sido bueno.


Bruce Willis es un detective de policía alcohólico, cansado y menospreciado por los demás, pero deberá demostrar su valía cuando un simple traslado de un testigo se complique terriblemente debido a que alguien no quiere que cierto testimonio sea entregado. Los malos no son unos enclenques, y Bruce Willis sólo se tiene a él. A veces sólo eso basta.


El testigo al que quieren matar, un simpático y soñador chico que cree en el destino y en las señales de la vida, se llama Edward Bunker, como el actor que hizo de Mr. Blue en "Reservoir Dogs" y que escribió unas cinco o seis novelas y dos o tres guiones, además de haber robado uno o dos bancos, entre otros delitos que comenzaron a los 17 años. Me imagino que debe ser un guiño, quizás un homenaje, no por nada bastante se encargan de enfatizar su nombre.
"16 Blocks" es una película cuyo relato está la mar de bien planteado (y ejecutado, claro: puro pulso, y un toque callejero muy interesante): el traslado del testigo no debe ser largo, pues entre la estación de policía y el juzgado median 16 cuadras, que tampoco son muy grandes aunque por dios que hay autos y personas, haciendo del trayecto una experiencia infernal, sobre todo si te persiguen policías corruptos que, cómo no, tienen todo de su lado; Bruce Willis parece ser el alcohólico y mediocre policía que parece querer defender a un simple ladrón. Así, la meta es llegar sanos y salvo al juzgado, y más encima, antes de las 10 de la mañana, de lo contrario el testimonio no cuenta y todo será en vano. La historia, por lo demás, comienza a eso de las ocho de la mañana, y ustedes saben como vuela el tiempo cuando uno más lo necesita. Pero sí, el relato está bien planteado porque no sólo establece una carga dramática permanente (cumplir un tiempo y una distancia) e incesante en su tensión, sino que además se encarga de darle credibilidad a un antagonista aparentemente que todo lo puede, todo lo ve, y que está en todos lados, es decir, una amenaza total. Esto no sólo sirve para mantenernos atentos y tensos, ya que al tener a un personaje en una situación tan límite y tan desfavorable, uno tiende inevitablemente a empatizar y engancharse aún más con el relato. ¿Y cómo no empatizar con un Bruce Willis empecinado en hacer lo correcto pase lo que pase, aún así sea lo último que haga? A fin de cuentas, la fuerza de voluntad de su policía repentinamente imbuido de nuevos impulsos y metas es el verdadero motor narrativo del film. Así, con una nutrida cantidad de escenas de acción (variadas entre sí, por supuesto, la sensación de repetición no se percibe jamás) y otras más amenas donde el malhumorado Willis estrecha su relación con el testigo, el visionado de "16 Blocks" es de lo más disfrutable y fluido: pasa volando pero tampoco es que se sienta vacío y ligero; es, más bien, un justo equilibrio. El oficio, amigos, el oficio...
En fin... Bien escrito, bien dirigido, poco hay que añadir: la calidad  de "16 Blocks" es indudable. Son 100 excelentes e intensos minutos, y el final es muy lindo, qué duda cabe.

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