Directora: Angelina Jolie
Quería ver esta película desde hace tanto tiempo que me alegré un montón cuando la encontré disponible por ahí, lista para cumplir este viejo deseo. A todo esto, no le ha ido bien a "By the Sea", tercer largometraje de Angelina Jolie, y francamente no entiendo mucho el porqué, considerando que la película está muy, muy bien hecha, además de ser realmente hermosa. Si fuera bueno para denunciar por las redes sociales (y no lo soy, a veces me espanta la facilidad con que apuntan con el dedo), diría que la reacción es, primordialmente, en contra de la actriz y su carrera como directora, que mejor se dedique a cosas más "de mujeres". O sea, ¿leyeron los comentarios que surgían cuando, primero, se anunció esta película y, luego, cuando se lanzó el trailer y todo lo demás? "Que Angelina Jolie esto, que Angelina Jolie esto otro, que no tiene nada que hacer como directora, que no tiene el talento, que mejor visite niños pobres o los adopte, etc.". Parecen salidos de ese tumblr que recopila actitudes discriminatorias en la industria del cine. Cualquier estupidez con tal de nublar la tremenda película que se ha mandado, que por lo demás ha recibido dardos por ser intimista y cosas por el estilo. Vaya mierda, ¿eh? "By the Sea" es una joya, una modesta obra de arte. ¿Cómo es ese dicho sobre... uh... los burros y la miel?
Angelina Jolie y Brad Pitt llegan a un hotel en Malta para que él, escritor pasando por una mala racha, pueda terminar su nueva novela. Pero la estadía, también, hará que ambos analicen su distanciada y quebradiza relación, su matrimonio en crisis, proceso que no será precisamente placentero y agradable.
"By the Sea" me encantó de inicio a fin, pero debo admitir que los primeros diez-quince minutos, formalmente impecables, sí pecan de carecer de la sutileza narrativa que Angelina Jolie tan bien domina pasado dicho tramo, el cual contiene unos diálogos algo forzados sobre el amor y el romance, además de ser recitados con falta de naturalidad o fluidez, sobre todo por parte de Jolie, cuyas líneas destacaban más por palabras "rimbombantes" (nunca tanto, pero algo) que por verdadero contenido, aunque puede que tenga que ver con la actitud decididamente desagradable y distante del personaje de ella, no muy alegre por arribar a tan alejado y aislado hotel. Tampoco es que estuviera realmente irritado o algo así, pues como digo, ésos eran detalles que no minaban el gran trabajo que Jolie, como guionista y directora, hacía describiendo, apenas con palabras, la conflictiva e incómoda dinámica matrimonial de los personajes, su ambivalente relación. Y es que silencios y miradas furtivas parecen ser, justamente, el lenguaje de las parejas en crisis, algo captado y expresado a la perfección: cuando llegan al hotel lo primero que hacen, sin mediar gestos ni palabras, casi como un acto reflejo, es ordenar los muebles según sea más cómodo para que él escriba: ¿adorables actos de preocupación por el otro o la irrefutable evidencia de un matrimonio mecánico y falto de pasión? ¿Cuál es la línea que separa lo uno de lo otro? Jolie expone las dudas y anhelos de toda relación de manera honesta y sencilla, dejando que los sentimientos sean el gran motor narrativo del relato, que aunque dura dos horas se pasa en un suspiro. Desde luego, todo se pone más interesante y tórrido cuando unos recién casados lleguan justo a la habitación contigua, como una versión joven e ingenua de los protagonistas, un espejo doloroso, una herida abierta y sanguinolenta. Así, entre la resignación y cierta indiferencia por parte de él y el aburrimiento y hastío de ella, cosas se comienzan a descubrir, juegos comienzan a jugarse, confianzas comienzan a tambalear y crujir mediante un gran manejo de las dudas, los miedos, los rencores, todo lo ambiguo que pueda surgir de una persona, y una visión voyerista tan inquietante como jocosa. Lo cierto es que Jolie transita por casi todos los estados de una relación (complicidad, lejanía, repugnancia, deseo, etc.) sin problema alguno, sin perder el norte ni mucho menos volverse cansina y pesada o pedante, al contrario, destacando a cada momento por una sencillez y fluidez sensacional, una transparencia de intenciones elogiable y que potencia mucho el conflicto del film y su desarrollo, construcción psicológica. Y es que decir que los sentimientos son el gran motor narrativo no es gratuito, pues cada escena, aunque obedece a un gran arco magníficamente escrito y tratado, en esencia solamente se inicia y termina cuando hay alguna clase de sentimiento en juego, cuando un sentimiento crece o disminuye, se fortalece o se debilita..., en vez de seguir lógicas rígidas de narración, como que una escena nunca termina hasta que algo, digamos un propósito o una verdad, concluya; ¡pero lo inconcluso es algo esencial en el relato! Si Jolie hubiese sido una directora sin visión ni identidad, entonces tengan claro que "By the Sea" sí que habría sido aún más larga y totalmente anodina. Por suerte no ha sido así: el cruento retrato de la nada íntima intimidad de una pareja que quiere sanarse pero no puede está rodado con un gusto exquisito y una deliciosa sensibilidad narrativa y dramática, un sutil pero poderoso sentido del conflicto dramático.
Por último, para demostrar (más o menos) la innegable habilidad que Jolie plasma en cada imagen (al menos en esta película), dos cosas ojalá breves: primero, noten la habilidad con que, casi imperceptiblemente, vamos cambiando de punto de vista narrativo, saltando desde la mirada de ella a la de él casi como si en realidad fueran una sola, todo lo cual brilla especialmente por el tramo final; segundo, nótese que la mirada, la cámara de Jolie no se ubica necesariamente en los hechos o lo inmediato como en lo que ocurre después, en el post-lo-que-sea, en ese espacio vacío que surge tras algo importante o insignificante, en las reacciones que suscitan los actos, básicamente el terreno de las dudas y los temores. El uso de la elipsis es digno de analizar y destacar, pero eso ya es cosa de ustedes, además extenderse más no está en mis planes.
En cualquier caso, "By the Sea" es una película de gran factura formal (no tanto por lo técnico como por la sensibilidad de la imagen, del montaje y del sonido, además de la escritura y las actuaciones) que encanta de principio a fin con una historia eminentemente humana y sentimental, pero que no cae en cursilerías y detalles melosos, más bien retratando lo duro y difícil de la psicología humana, matrimonial, etc. Evoca mucho a las películas italianas y francesas de los sesenta y setenta, pero estén seguros de que Jolie escribe y dirige como una autora única y digna de atención. No se pierdan esta maravilla.
Angelina Jolie y Brad Pitt llegan a un hotel en Malta para que él, escritor pasando por una mala racha, pueda terminar su nueva novela. Pero la estadía, también, hará que ambos analicen su distanciada y quebradiza relación, su matrimonio en crisis, proceso que no será precisamente placentero y agradable.
"By the Sea" me encantó de inicio a fin, pero debo admitir que los primeros diez-quince minutos, formalmente impecables, sí pecan de carecer de la sutileza narrativa que Angelina Jolie tan bien domina pasado dicho tramo, el cual contiene unos diálogos algo forzados sobre el amor y el romance, además de ser recitados con falta de naturalidad o fluidez, sobre todo por parte de Jolie, cuyas líneas destacaban más por palabras "rimbombantes" (nunca tanto, pero algo) que por verdadero contenido, aunque puede que tenga que ver con la actitud decididamente desagradable y distante del personaje de ella, no muy alegre por arribar a tan alejado y aislado hotel. Tampoco es que estuviera realmente irritado o algo así, pues como digo, ésos eran detalles que no minaban el gran trabajo que Jolie, como guionista y directora, hacía describiendo, apenas con palabras, la conflictiva e incómoda dinámica matrimonial de los personajes, su ambivalente relación. Y es que silencios y miradas furtivas parecen ser, justamente, el lenguaje de las parejas en crisis, algo captado y expresado a la perfección: cuando llegan al hotel lo primero que hacen, sin mediar gestos ni palabras, casi como un acto reflejo, es ordenar los muebles según sea más cómodo para que él escriba: ¿adorables actos de preocupación por el otro o la irrefutable evidencia de un matrimonio mecánico y falto de pasión? ¿Cuál es la línea que separa lo uno de lo otro? Jolie expone las dudas y anhelos de toda relación de manera honesta y sencilla, dejando que los sentimientos sean el gran motor narrativo del relato, que aunque dura dos horas se pasa en un suspiro. Desde luego, todo se pone más interesante y tórrido cuando unos recién casados lleguan justo a la habitación contigua, como una versión joven e ingenua de los protagonistas, un espejo doloroso, una herida abierta y sanguinolenta. Así, entre la resignación y cierta indiferencia por parte de él y el aburrimiento y hastío de ella, cosas se comienzan a descubrir, juegos comienzan a jugarse, confianzas comienzan a tambalear y crujir mediante un gran manejo de las dudas, los miedos, los rencores, todo lo ambiguo que pueda surgir de una persona, y una visión voyerista tan inquietante como jocosa. Lo cierto es que Jolie transita por casi todos los estados de una relación (complicidad, lejanía, repugnancia, deseo, etc.) sin problema alguno, sin perder el norte ni mucho menos volverse cansina y pesada o pedante, al contrario, destacando a cada momento por una sencillez y fluidez sensacional, una transparencia de intenciones elogiable y que potencia mucho el conflicto del film y su desarrollo, construcción psicológica. Y es que decir que los sentimientos son el gran motor narrativo no es gratuito, pues cada escena, aunque obedece a un gran arco magníficamente escrito y tratado, en esencia solamente se inicia y termina cuando hay alguna clase de sentimiento en juego, cuando un sentimiento crece o disminuye, se fortalece o se debilita..., en vez de seguir lógicas rígidas de narración, como que una escena nunca termina hasta que algo, digamos un propósito o una verdad, concluya; ¡pero lo inconcluso es algo esencial en el relato! Si Jolie hubiese sido una directora sin visión ni identidad, entonces tengan claro que "By the Sea" sí que habría sido aún más larga y totalmente anodina. Por suerte no ha sido así: el cruento retrato de la nada íntima intimidad de una pareja que quiere sanarse pero no puede está rodado con un gusto exquisito y una deliciosa sensibilidad narrativa y dramática, un sutil pero poderoso sentido del conflicto dramático.
Por último, para demostrar (más o menos) la innegable habilidad que Jolie plasma en cada imagen (al menos en esta película), dos cosas ojalá breves: primero, noten la habilidad con que, casi imperceptiblemente, vamos cambiando de punto de vista narrativo, saltando desde la mirada de ella a la de él casi como si en realidad fueran una sola, todo lo cual brilla especialmente por el tramo final; segundo, nótese que la mirada, la cámara de Jolie no se ubica necesariamente en los hechos o lo inmediato como en lo que ocurre después, en el post-lo-que-sea, en ese espacio vacío que surge tras algo importante o insignificante, en las reacciones que suscitan los actos, básicamente el terreno de las dudas y los temores. El uso de la elipsis es digno de analizar y destacar, pero eso ya es cosa de ustedes, además extenderse más no está en mis planes.
En cualquier caso, "By the Sea" es una película de gran factura formal (no tanto por lo técnico como por la sensibilidad de la imagen, del montaje y del sonido, además de la escritura y las actuaciones) que encanta de principio a fin con una historia eminentemente humana y sentimental, pero que no cae en cursilerías y detalles melosos, más bien retratando lo duro y difícil de la psicología humana, matrimonial, etc. Evoca mucho a las películas italianas y francesas de los sesenta y setenta, pero estén seguros de que Jolie escribe y dirige como una autora única y digna de atención. No se pierdan esta maravilla.
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