Born to Be Bad - 1950

Director: Nicholas Ray

Creo que estos últimos días, hablando de Ben Wheatley, me he puesto muy pesado con eso de que si tiene o no una visión, una sustancia, que un par de películas suyas decaían por carecer de un fondo que potenciara la forma, etc., y vaya que me cansó eso, después de todo lo que uno quiere, en esencia, es ver una historia bien contada y narrada, sin grandes pretensiones discursivas o qué sé yo, aunque todo es bienvenido siempre y cuando esté bien hecho. No me puse a ver "Born to Be Bad" pensando estrictamente en ello, pues, en tiempos de atar cabos sueltos, recordarán ustedes que por acá he comentado tres películas de Nicholas Ray, de quien me propuse ver su primera etapa dedicada al cine negro, de la cual aún me faltan otras tres películas más que, está claro, ahora sí que sí las comento. En todo caso, qué historia tan buena es la de "Born to Be Bad"... es que con ese título no podía fallar, y mucho menos si están Joan Fontaine y Robert Ryan.

"Born to Be Bad" es una historia de ambición tejida con mentiras y traiciones, la historia de una joven que ha vivido con poco y que no perderá la oportunidad de tener todo lo que ha deseado, y, por supuesto, es también la historia de romances cruzados, algunos de verdad y otros de mentira, pero destinados a dejar una estela de rupturas y decepciones. Qué puedo decir, me encantan las historias de personajes dominados por sus impulsos primarios. La joven en cuestión es Joan Fontaine, bendecida con un rostro y una figura angelical pero dotada con una lengua de serpiente, inyectando veneno y sembrando la discordia en la vida de los demás. Fontaine, que ha vivido una vida humilde y sencilla en un tranquilo pueblito de por ahí, llega a San Francisco (el plano con que se abre la película es bastante claro al respecto) con la excusa de estudiar en una escuela de negocios, hospedándose en el departamento de una empleada de su millonario tío (ella vivía con la tía pobre), la cual se casará con un sujeto más millonario aún; además, de paso conoce a un simpático y observador pintor homosexual (una delicia de personaje) y a un seductoramente hosco escritor de violentas novelas negras. Como es de esperar, Fontaine comenzará de inmediato a trepar en la escala social de la ciudad para así tenerlo todo... aunque hay ciertos deseos que los objetos materiales no pueden saciar ni satisfacer, hay deseos destinados a hacernos caer...

"Born to Be Bad" es una excelente película no sólo por su brillante y elegantemente feroz guión, lleno de rutilantes diálogos, personajes atractivos (además de bien construidos y observados, notablemente convincentes) y un estimulante sentido del humor, tan sencillo como irónico, o por la incisiva dirección de Nicholas Ray, sino que, sobre todo, por esa apabullante pulsión "adulta", esa incontenible sexualidad y brutalidad latentes que Ray y los actores (en especial unos geniales Robert Ryan y Joan Fontaine) imprimen con tanta fuerza en el fotograma. Me ha encantado la forma en que, por ejemplo, Ray deja claro como el agua que Ryan y Fontaine van a tener una noche de sexo salvaje o que el motor de esta tórrida relación es, justamente, el voraz apetito sexual de ambos. De hecho, mientras Ryan y Fontaine discuten surge el siguiente intercambio: (Fontaine) "No es mi culpa que te hayas enamorado de mí, no te lo pedí." (Ryan) "Y tu no te querías enamorar de mí, pero lo hiciste a pesar de los 'no somos buenos el uno para el otro, Nick, lo nuestro no es nada bueno... es sólo... atracción sexual'. Pues bien, ¡tienes razón y dime si hay algo mejor que eso!" -acá viene mi parte favorita, jijiji- "Es por eso que siempre estaré dentro de ti". Y creo, señor juez, que con eso lo digo todo.

Lo dicho, "Born to Be Bad" no es sólo una película muy bien narrada, de esas de las que es imposible despegarse de la pantalla, sino que además atrae incorregible y poderosamente por esa magnética y absorbente pulsión sexual. Imperdible.