Directora: Julia Ducournau
Por fin terminamos la semana dedicada a aquellos títulos de "terror" (según los especialistas) que estaban llamados a causar sensación y dejar a la gente boquiabierta. Pero antes... No es que ande buscando explicaciones ni nada por el estilo, pero es imposible no encontrarse, en sitos dedicados a la industria del entretenimiento, cosas como "las teorías sobre el final de 'The Leftovers'", y para mi sorpresa, parece que hay gente que piensa que lo que cuenta Nora al final puede ser mentira... Yo le creo totalmente. No dudé en ningún momento de su historia. Me alegra ser como Kevin, en ese sentido. Honestamente, no sé cómo se puede dudar de Nora, pero en fin... "Grave", más conocida por su título en inglés, "Raw", se hizo conocida porque en sus distintos pases festivaleros (compitió en La semana de la crítica, la sección paralela de Cannes) mucha gente se ponía a vomitar, se desmayaba o se retiraba de la sala ante tanto malestar estomacal. Siempre pasa. Como sea, "Grave" es una magnífica opera prima. Julia Ducournau llegó golpeando la mesa y de qué manera, además le da un millón de patadas en el culo a esa cancerígena abominación que fue "XX" (eso pasa cuando el director o la directora de turno se preocupa de narrar, de hacer cine, en vez de gritar proclamas políticamente correctas para caer bien en los medios). No, en serio, "Grave" es sensacional. Se te mete en la piel y no se sale.
Aclaración primera (en caso de que haya una segunda): todo el tema del vegetarianismo y que la protagonista se pone a comer carne es secundario, un detonante, un elemento que impulsa al relato a su verdadero propósito y al cual no hay que prestar tanta atención (a menos que seas un imbécil que, aprovechándose del pánico, se ponga a clamar que "Grave" demuestra lo estúpido que es ser vegetariano o vegano... y créanme, he leído y escuchado cosas de esa calaña). Eso sí, el porqué del vegetarianismo de la protagonista y su familia queda explicado al final, y no, no tiene que ver con algo ético-moral. Es mucho más... pragmático. En realidad tampoco explica tanto, sólo demuestra lo ya dicho: que el consumo de carne es un detonante y no el discurso, no el contenido. No incursiona en los orígenes del comportamiento de la protagonista, aunque esa tampoco es la intención de la directora.
Segunda aclaración (al final sí hubo, gracias a dios): el único lugar en donde hubo vómitos y malestar estomacal fue en Toronto. Me pregunto cómo serán las películas de terror canadienses... Y bueno, no se asusten: "Grave" no es tan gráfica ni violenta como la pintan. ¿Tiene sangre?, sí, ¿es un poquito gore?, también. Pero nada del otro mundo, madre mía. La segunda temporada de "Hannibal" sí que tenía escenas que te ponían los pelos de punta y te causaban asco. Por su parte, las escenas sangrientas de "Grave" son más bien sensuales y excitantes: no están hechas para impactar, más bien para hipnotizar. Para transportar, para sumir en un estado de perpetua extrañeza, de caos y descontrol.
Ahora vayamos al grano:
"Grave" no es una película de argumento, tampoco es una película de terror. Yo diría que es una película de suspenso. Un suspenso ejecutado con tanta elegancia como brutalidad y ferocidad. Secuencias tan surrealistas como viscerales. Personajes y tramas salvajes y demenciales, retorcidas y temerarias. Y, además, con estilo. Con mucho estilo. Un altamente estilizado tratamiento de la violencia, de la sed y el hambre de... de ese impulso incontrolable. "Grave" es una película suicida, amén de una directora decidida y dotada de una avasalladora fuerza y personalidad narrativa que no teme, que no duda, que no retrocede, que instala sus propios términos y está dispuesta a morir en su ley, a lanzarse al vacío levantando rotundamente los dos dedos medios. "Grave" no tiene historia en un sentido estricto del término: no la necesita. Lo que tiene es una atmósfera desaforada. La premisa es la siguiente: Justine es una chica vegetariana que llega a estudiar veterinaria y que, tras verse obligada a comer un hígado de conejo crudo, comienza a desarrollar un voraz deseo por la carne... por todo tipo de carne. Lo que sigue es Julia Ducournau empujándonos a una estimulante y perversa espiral en donde encontramos resonancias del despiadado body horror cronenbergiano (la carne, la conducta, la locura) así como también del sangriento retrato emocional de "Dans ma peau", de Marina de Van, la que podríamos considerar como la hermana mayor de "Grave" (pero sólo por cuestiones cronológicas). Lo cierto es que con "Grave", Julia Ducournau saca a flote y explora en la naturaleza inherentemente salvaje del ser humano a través de esta muchacha que, además de comenzar a comer animales muertos, también se entrega sin límite alguno a los placeres de la carne, de la mente, del cuerpo... no importa la moral, importa el impulso: ese deseo que no obedece a ningún tipo de código: dominarlo o ser dominado, proteger la humanidad propia o lanzarse a la bestialidad interior. A mí me da la impresión que la directora, en el fondo, le da una tremebunda y furiosa patada en los huevos a lo establecido, a todo lo que huela a autoridad.
"Grave" es una absoluta genialidad y Julia Ducournau una directora capaz de romper moldes y crear su propio estilo, su propia visión, su propia forma. Y vaya final, viejo...
Y antes de irme: ¡Ella Rumpf (la hermana de la protagonista) es dos años menor, MENOR que yo! La protagonista está genial pero ¡ella es la que se roba la película! Tremenda conjunción de talentos (y acá les dejo un regalito). Impresionante e imperdible. Recuerden su nombre.
Aclaración primera (en caso de que haya una segunda): todo el tema del vegetarianismo y que la protagonista se pone a comer carne es secundario, un detonante, un elemento que impulsa al relato a su verdadero propósito y al cual no hay que prestar tanta atención (a menos que seas un imbécil que, aprovechándose del pánico, se ponga a clamar que "Grave" demuestra lo estúpido que es ser vegetariano o vegano... y créanme, he leído y escuchado cosas de esa calaña). Eso sí, el porqué del vegetarianismo de la protagonista y su familia queda explicado al final, y no, no tiene que ver con algo ético-moral. Es mucho más... pragmático. En realidad tampoco explica tanto, sólo demuestra lo ya dicho: que el consumo de carne es un detonante y no el discurso, no el contenido. No incursiona en los orígenes del comportamiento de la protagonista, aunque esa tampoco es la intención de la directora.
Segunda aclaración (al final sí hubo, gracias a dios): el único lugar en donde hubo vómitos y malestar estomacal fue en Toronto. Me pregunto cómo serán las películas de terror canadienses... Y bueno, no se asusten: "Grave" no es tan gráfica ni violenta como la pintan. ¿Tiene sangre?, sí, ¿es un poquito gore?, también. Pero nada del otro mundo, madre mía. La segunda temporada de "Hannibal" sí que tenía escenas que te ponían los pelos de punta y te causaban asco. Por su parte, las escenas sangrientas de "Grave" son más bien sensuales y excitantes: no están hechas para impactar, más bien para hipnotizar. Para transportar, para sumir en un estado de perpetua extrañeza, de caos y descontrol.
Ahora vayamos al grano:
"Grave" no es una película de argumento, tampoco es una película de terror. Yo diría que es una película de suspenso. Un suspenso ejecutado con tanta elegancia como brutalidad y ferocidad. Secuencias tan surrealistas como viscerales. Personajes y tramas salvajes y demenciales, retorcidas y temerarias. Y, además, con estilo. Con mucho estilo. Un altamente estilizado tratamiento de la violencia, de la sed y el hambre de... de ese impulso incontrolable. "Grave" es una película suicida, amén de una directora decidida y dotada de una avasalladora fuerza y personalidad narrativa que no teme, que no duda, que no retrocede, que instala sus propios términos y está dispuesta a morir en su ley, a lanzarse al vacío levantando rotundamente los dos dedos medios. "Grave" no tiene historia en un sentido estricto del término: no la necesita. Lo que tiene es una atmósfera desaforada. La premisa es la siguiente: Justine es una chica vegetariana que llega a estudiar veterinaria y que, tras verse obligada a comer un hígado de conejo crudo, comienza a desarrollar un voraz deseo por la carne... por todo tipo de carne. Lo que sigue es Julia Ducournau empujándonos a una estimulante y perversa espiral en donde encontramos resonancias del despiadado body horror cronenbergiano (la carne, la conducta, la locura) así como también del sangriento retrato emocional de "Dans ma peau", de Marina de Van, la que podríamos considerar como la hermana mayor de "Grave" (pero sólo por cuestiones cronológicas). Lo cierto es que con "Grave", Julia Ducournau saca a flote y explora en la naturaleza inherentemente salvaje del ser humano a través de esta muchacha que, además de comenzar a comer animales muertos, también se entrega sin límite alguno a los placeres de la carne, de la mente, del cuerpo... no importa la moral, importa el impulso: ese deseo que no obedece a ningún tipo de código: dominarlo o ser dominado, proteger la humanidad propia o lanzarse a la bestialidad interior. A mí me da la impresión que la directora, en el fondo, le da una tremebunda y furiosa patada en los huevos a lo establecido, a todo lo que huela a autoridad.
"Grave" es una absoluta genialidad y Julia Ducournau una directora capaz de romper moldes y crear su propio estilo, su propia visión, su propia forma. Y vaya final, viejo...
Y antes de irme: ¡Ella Rumpf (la hermana de la protagonista) es dos años menor, MENOR que yo! La protagonista está genial pero ¡ella es la que se roba la película! Tremenda conjunción de talentos (y acá les dejo un regalito). Impresionante e imperdible. Recuerden su nombre.
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