Directora: Edith Carlmar
"La muerte es una caricia" es la primera película de Edith Carlmar, la primera película noruega dirigida por una mujer y la primera película noruega de cine negro, o así ha quedado clasificada para la posteridad. Al parecer fue un escándalo para la época, al parecer la directora recibió amenazas de muerte. La película narra la tormentosa historia de amor (o de pasión) entre un mecánico y una mujer de clase alta, el primero comprometido con una candorosa muchacha, la segunda casada con un distante hombre de negocios (aunque la riqueza sea de ella), el primero bastante serio, bueno para la lectura y el temprano recogimiento, la segunda fiestera, liberada, impetuosa. Ella se encapricha de él, él de a poco también queda prendado de ella, y así comienzan su relación, de altos y bajos. Pero la película comienza con el mecánico preso, interrogado por su abogado, que le pide detalles de la historia para poder defenderlo bien, y el mecánico se larga a contarnos la historia, que es más o menos como se las dije: comienza la pasión, ese fuego inconmensurable, y luego la rutina, las peleas, la pelea final, etc... Para mí, "La muerte es una caricia" es un (melo)drama bastante normalito, solvente pero poco potente y original, con poca profundidad moral y psicológica en sus personajes, sin ningún verdadero aporte a la historias de amor entre ricas y pobres, o maduras y jovencitos (en Hollywood, aunque algunos señalen lo contrario, ya se habían hecho historias así, y mejor, y más atrevidas y más arriesgadas), aunque hay que decir que la directora emplea vistosos recursos visuales, especialmente para representar las elipsis temporales, y que como realizadora demuestra bastante competencia. Eso sí, la película tiene unos casi desnudos bastante sorprendentes, considerando el año, y al mecánico, si se fijan bien, se le ve un poquito la punta del pene, imaginen cuántos desmayos hubo por ese asomo. A decir verdad, en su parte intermedia la película está llena de insinuaciones sexuales bien graciosas, para qué mentir; ingenio no le falta a la directora, sí le faltó algo de mala leche e incluso de sensibilidad existencial, no sé, pienso en qué haría un Douglas Sirk o el mismo Hitchcock con esta historia plaga de pulsiones sexuales, convenciones sociales e individuos hartos del anquilosamiento circundante, y eso en lo argumental, intentemos pensar ahora en lo formal, lo estético...
Después de esta Edith Carlmar (junto con su esposo Otto Carlmar, con quien fundó una productora) dirigiría nada menos que nueve películas, retirándose del negocio acabada la década del cincuenta. Quizás con aquellas películas fue personalizando y depurando su puesta en escena, a lo mejor escribiendo mejores historias, mejor desarrolladas y construidas, pero "La muerte es una caricia" no deja de ser una pieza interesante por varios motivos, como por ejemplo, el punto de vista que Carlmar impone de manera menos sutil que algo feble o timorata, pero que ahí está, sobre todo al momento de retratar (un tanto superfluamente, es cierto, pero no le quita la intención) al personaje de la señora de clase alta y el medio en el que se mueve con tanta aparente comodidad y libertad. Pudo ser una película más incisiva, poner el dedo en la llaga, pero los resultados, aunque discretos, hablan de una directora cuya obra hay que descubrir, aunque por ahora nosotros no estemos listos para dicha tarea (porque no tenemos las películas, para empezar).
Como siempre sucede acá, toda película vista y comentada es una invitación cordialmente extendida hacia ustedes.
Después de esta Edith Carlmar (junto con su esposo Otto Carlmar, con quien fundó una productora) dirigiría nada menos que nueve películas, retirándose del negocio acabada la década del cincuenta. Quizás con aquellas películas fue personalizando y depurando su puesta en escena, a lo mejor escribiendo mejores historias, mejor desarrolladas y construidas, pero "La muerte es una caricia" no deja de ser una pieza interesante por varios motivos, como por ejemplo, el punto de vista que Carlmar impone de manera menos sutil que algo feble o timorata, pero que ahí está, sobre todo al momento de retratar (un tanto superfluamente, es cierto, pero no le quita la intención) al personaje de la señora de clase alta y el medio en el que se mueve con tanta aparente comodidad y libertad. Pudo ser una película más incisiva, poner el dedo en la llaga, pero los resultados, aunque discretos, hablan de una directora cuya obra hay que descubrir, aunque por ahora nosotros no estemos listos para dicha tarea (porque no tenemos las películas, para empezar).
Como siempre sucede acá, toda película vista y comentada es una invitación cordialmente extendida hacia ustedes.
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