Directora: Chantal Akerman
Hablemos de otra película de Chantal Akerman antes de despedir este día (ya hemos hablado de dos piezas suyas, fíjense), antes de irme a dormir, antes de ponerme a leer algo antes de irme a dormir (por supuesto). Nuevamente, circulando de forma libre por el difuso pero fascinante límite entre documental y ficción, entre el impulso inmediato y la calculada intención, "Hotel Monterey", sin diálogos ni sonido (como "La Chambre"), podría ser una especie de ensayo visual de parte de Akerman, buscando las maneras más apropiadas, de acuerdo a su personalidad y sensibilidad fílmicas (frontal, sin artificios, explícito), para retratar cuanto la rodea, o bien podría ser el retrato, sucio y poético, de personas y arquitecturas, en este caso los habitantes del hotel de New York en el que se hospeda, las mismas entrañas de ese hotel: el ascensor estrecho y de metálica frialdad; los pasillos lúgubres, como salidos de una pesadilla, sus sombras amenazantes; las habitaciones de colores pasteles e iluminación fuerte aunque pobre; el vestíbulo, mucho más elegante que los mencionados pasillos y habitaciones; las ventanas y la azotea y el cielo; la gente, rostros anónimos, gestos cansados, movimientos tímidos e inseguros, cuerpos abandonados, miradas perdidas... Una atmósfera, varias atmósferas, experimentaciones formales (de montaje, de composición, de cinematografía, de movimientos de cámara, etc.), curiosidad ingenua, curiosidad crítica... En este punto, pienso que Chantal Akerman va a donde la llama el hotel, dialogando con sus rincones.
"Hotel Monterey" no se parece a nada que hayan visto antes o que vayan a ver en adelante.
"Hotel Monterey" no se parece a nada que hayan visto antes o que vayan a ver en adelante.
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