Director: Wally Pfister
¿Quien dijo que serías un buen director y tu primera película sería excelente sólo por ser el director de fotografía de, digamos, Christopher Nolan? Esa parecía ser la lógica de los medios y de algunos individuos cuando se conocían detalles de esta película, opera prima de Wally Pfister, director de fotogr-- bueno, ya se dieron cuenta. "Transcendence" es su título, nada más y nada menos; ambición no le falta al señor Pfister, ambición que de seguro heredó del buen Nolan, quien sin embargo no le traspasó sus habilidades como director, lo cual no explica completamente que "Transcendence" sea una película fallida e irregular tan fácilmente como el simple hecho de que Pfister no tiene personalidad, mismo síntoma que comparte con muchos novatos que debutan con blockbusters de inflados presupuestos, la gran mayoría de ciencia ficción -¿en qué más se gastaría tanto dinero?-. "Transcendence" lidia con la tecnología y qué tanta influencia logra ejercer en nuestra vida diaria como individuos, como sociedad y como humanidad; más o menos como en "Open Windows" -la película que precede a ésta en la retrospectiva 2014 que tan urgentemente hago y que se caracteriza porque cada cinta que comento tiene algún elemento vinculante con su predecesora y sucesora-, en la que algunas personas con mucho poder tecnológico se encargan de arruinarle la vida a básicamente todos los que aparecen en esas ventanitas del demonio. En fin, entremos en materia: "Transcendence", ya dije, es irregular y fallida, pero también es pasable y se ve fácil algún domingo en la tarde -aunque yo la haya visto ayer miércoles en la noche-; ¿qué quiero decir? Que no se dejen engañar por el título.
Johnny Depp y Rebecca Hall son un matrimonio de respetados científicos que se aman mucho y que tienen muchas buenas intenciones. Depp estudia la inteligencia artificial y la trascendencia, algo de lo que ya tendrán cierta idea, ¿no? En todo caso, hay un grupo terrorista al que no le gusta tal clase de avances biotecnológicos pues atenta contra la humanidad, y estos locos pretenden salvar a la humanidad -a eso sí que le llamo estar loco... y bien loco-. Eventualmente los caminos de los terroristas y los científicos se cruzan y ¡zas! Mucho peligro, mucha reflexión, mucha filosofía de bolsillo.
Podré decir muchas cosas de "Transcendence" pero no que peca de pretenciosidad. Qué se puede decir, es un producto made in Hollywood. No se van a encontrar con una película que propicie profundas reflexiones sobre los orígenes y la esencia de la humanidad; sobre si necesitamos un cuerpo para vivir o, por el contrario, somos entes que pueden, justamente, trascender lo meramente físico para ser parte de un espacio mucho más complejo, avasallador e infinito. Si eso es lo que buscan entonces están ante la película equivocada. Porque eso de la trascendencia no es más que la excusa para que la maquinaria dé lugar a otro más de sus productos lleno de lugares comunes y convencionalismos unidos de manera correcta pero sin corazón. De todas formas, no se engañen: "Transcendence" no es una mala película pero dista mucho de las posibilidades que al inicio sugiere y luego no se molesta en desarrollar ni mucho menos concluir. Supongo que quien peca acá soy yo... y de ingenuidad: no debería esperar mucha reflexión de parte de Hollywood a menos que sea de sus directores más autorales. Aún así, "Transcendence" tenía potencial reflexivo que tira a la basura en pos de algo más simplón y facilón: una americanada. Y ni en eso son completamente expertos, para que vean las ironías de la vida.
La película descansa en el cuento de la trascendencia, pero no a nivel espiritual ni filosófico como cualquier ser humano común y corriente pensaría, sino que a nivel práctico; asi es, "Transcendence" no busca despejar la incógnita de si podemos lograr prescindir de nuestros cuerpos para vivir de nuestras mentes -o almas o espíritus, o todas las anteriores-, no quiere entregar respuestas ni tampoco abrir la puerta a otro mundo, otro espacio, otro orden; "Transcendence" simplemente quiere jugar con las posibles consecuencias una vez consumada dicha trascendencia. Olvídense de lo metafísico, de la complejidad humana, de introducirse en territorios inexplorados. Acá lo que importa es que puedes manejar la materia y que muchos militares enojados van a intentar, literalmente, explotarte ante tamaño poder adquirido. Como he dicho, un cuento contado mil veces.
Al final, todo acaba siendo lo mismo: enfrentamientos científicomilitares por el bien de la humanidad -o del gobierno de Estados Unidos, más probablemente- y una historia de amor debajo de tanto balazo. De trascendencia nada.
Cuando uno se podía dar el lujo de pensar que estábamos ante una cinta que se precie del título que lleva, pues la cosa era bastante interesante; de verdad, se sugería lo justo y necesario. Tristemente, bien temprano en el metraje todo queda claro y la película deja de ser interesante pasando a simplemente decente, pasable: una película que cumple al divertir pero que no emociona ni tampoco engancha. Uno sigue viendo más por curiosidad y porque si ya viste media hora, ¿para qué perderla sin saber el final? No es que se pueda pedir mucho más, pues lo ofrecido al inicio disminuye drásticamente hasta casi anularse, y para peor, sucumbiendo ante los malditos arquetipos o clichés: el sueño que se hace pesadilla, el enamoramiento escondido, el trabajo versus el amor, la verdad posada frente a quien tiene los ojos cerrados, escepticismo versus quiero creer, Morgan Freeman siendo la improbable voz de la razón, el callejón sin salida, las frases de tercera categoría pronunciadas como si fueran poemas dignos del Nobel, la redención personal y colectiva, la moralina barata propia de las fábulas infantiles, conductas intachables, y así muchísimos más. Además tenemos personajes -a excepción de los protagonistas, cuyos actores no lo hacen muy bien aunque como personajes sí que tienen bastante que aportar- someros, planos, mecánicos, pobremente dibujados -no es que pretenda maltratar a Morgan Freeman, pero hace como cinco años que viene haciendo el mismo rol: el supuestamente sensato ser pensante que le advierte a los protagonistas del peligro con esa repelente voz y actitud paternal; y la terrorista de Kate Mara es indescifrable: ¿qué antisistema trabaja, justamente, con los federales?- y con poco fondo dramático; digo, siendo terroristas o policías o científicos que ordenen ataques y cosas así, las motivaciones son anecdóticas y pueriles, notoriamente impuestas para que el relato no se desmorone -quedando todo antinatural, un relato que no fluye-. No obstante, el peor problema es que Wally Pfister es un Nolan wanna be; "Transcendence" es un gran quiero y no puedo ser Christopher Nolan, desde la manera de dirigir, pasando por el modo en que se introduce todo el elemento "psicológico-metafísico" -diálogos notoriamente expositivos, imágenes deliberadamente indicativas, secuencias cargadas de emoción barata-, hasta ese final que no puede ser más Nolanita. Supongo que el haber sido el director de fotografía de Nolan desde "Memento" en adelante -a excepción de "Interstellar"- le debió haber dado ciertas ideas al pobremente dotado Pfister, cuya personalidad es nula, típica del estudiante que quiere copiar en todo al maestro, acabando como un vil remedo en vez de un verdadero aprendiz que aplique con voz propia lo aprendido.
Con todo, con el desfile de clichés que marchan frente a nosotros a lo largo del metraje, con la interesante idea inicial desechada en pos de un simple relato de acción científica, con el peso de ser una cinta de Nolan sin Nolan, "Transcendence" es decente y pasable, con un visionado ligero y digerible, pues como señalé más o menos al inicio, no hay un gramo de pedantería y pretenciosidad en todo el metraje. Sólo intenciones mal llevadas. Además, el relato avanza sin contratiempos y el final, como concepto -la manera en que está resuelto y ejecutado es otra cosa, considerando que Pfister está detrás de las cámaras-, está bastante bien; al final, la lección es que la humanidad es estúpida. Nada nuevo, a decir verdad. Eso es algo que todos sabemos -o que deberían saber por su propio bien-.
Entonces, ¿por qué es irregular? Porque a pesar de tener un relato que funcione decentemente, tiene un trasfondo pobre y personajes robóticos; a fin de cuentas, una película nada orgánica, sin vida, que no fluye naturalmente... todo cae en su lugar y se agradece que no hayan agujeros demasiado grandes y molestos en el guión -aunque surgen preguntas de verosimilitud de vez en cuando-, pero vamos, no somos máquinas que se conmuevan ante la perfección motora -a menos que seas James Cameron, que se excita ante una máquina bien aceitada-: necesitamos vernos verdaderamente envueltos por una atmósfera humana. ¿Por qué es fallida? Porque quería ser una película de Nolan, y sin fondo -y sin Nolan, sin ir más lejos-, tal cosa no es posible. ¿Qué tenemos? Otro buen blockbuster que se ve sin pena ni gloria.
Aún así no es tan grave el asunto: si una tarde se encuentran aburridos y quieren que el tiempo pase rápido, "Transcendence" sería una buena alternativa, aunque claramente recomendaría otras películas. Pero si la ven, recuerden que todo lleva a lo dicho inicialmente: no se dejen engañar por el título.
La película descansa en el cuento de la trascendencia, pero no a nivel espiritual ni filosófico como cualquier ser humano común y corriente pensaría, sino que a nivel práctico; asi es, "Transcendence" no busca despejar la incógnita de si podemos lograr prescindir de nuestros cuerpos para vivir de nuestras mentes -o almas o espíritus, o todas las anteriores-, no quiere entregar respuestas ni tampoco abrir la puerta a otro mundo, otro espacio, otro orden; "Transcendence" simplemente quiere jugar con las posibles consecuencias una vez consumada dicha trascendencia. Olvídense de lo metafísico, de la complejidad humana, de introducirse en territorios inexplorados. Acá lo que importa es que puedes manejar la materia y que muchos militares enojados van a intentar, literalmente, explotarte ante tamaño poder adquirido. Como he dicho, un cuento contado mil veces.
Al final, todo acaba siendo lo mismo: enfrentamientos científicomilitares por el bien de la humanidad -o del gobierno de Estados Unidos, más probablemente- y una historia de amor debajo de tanto balazo. De trascendencia nada.
Cuando uno se podía dar el lujo de pensar que estábamos ante una cinta que se precie del título que lleva, pues la cosa era bastante interesante; de verdad, se sugería lo justo y necesario. Tristemente, bien temprano en el metraje todo queda claro y la película deja de ser interesante pasando a simplemente decente, pasable: una película que cumple al divertir pero que no emociona ni tampoco engancha. Uno sigue viendo más por curiosidad y porque si ya viste media hora, ¿para qué perderla sin saber el final? No es que se pueda pedir mucho más, pues lo ofrecido al inicio disminuye drásticamente hasta casi anularse, y para peor, sucumbiendo ante los malditos arquetipos o clichés: el sueño que se hace pesadilla, el enamoramiento escondido, el trabajo versus el amor, la verdad posada frente a quien tiene los ojos cerrados, escepticismo versus quiero creer, Morgan Freeman siendo la improbable voz de la razón, el callejón sin salida, las frases de tercera categoría pronunciadas como si fueran poemas dignos del Nobel, la redención personal y colectiva, la moralina barata propia de las fábulas infantiles, conductas intachables, y así muchísimos más. Además tenemos personajes -a excepción de los protagonistas, cuyos actores no lo hacen muy bien aunque como personajes sí que tienen bastante que aportar- someros, planos, mecánicos, pobremente dibujados -no es que pretenda maltratar a Morgan Freeman, pero hace como cinco años que viene haciendo el mismo rol: el supuestamente sensato ser pensante que le advierte a los protagonistas del peligro con esa repelente voz y actitud paternal; y la terrorista de Kate Mara es indescifrable: ¿qué antisistema trabaja, justamente, con los federales?- y con poco fondo dramático; digo, siendo terroristas o policías o científicos que ordenen ataques y cosas así, las motivaciones son anecdóticas y pueriles, notoriamente impuestas para que el relato no se desmorone -quedando todo antinatural, un relato que no fluye-. No obstante, el peor problema es que Wally Pfister es un Nolan wanna be; "Transcendence" es un gran quiero y no puedo ser Christopher Nolan, desde la manera de dirigir, pasando por el modo en que se introduce todo el elemento "psicológico-metafísico" -diálogos notoriamente expositivos, imágenes deliberadamente indicativas, secuencias cargadas de emoción barata-, hasta ese final que no puede ser más Nolanita. Supongo que el haber sido el director de fotografía de Nolan desde "Memento" en adelante -a excepción de "Interstellar"- le debió haber dado ciertas ideas al pobremente dotado Pfister, cuya personalidad es nula, típica del estudiante que quiere copiar en todo al maestro, acabando como un vil remedo en vez de un verdadero aprendiz que aplique con voz propia lo aprendido.
Con todo, con el desfile de clichés que marchan frente a nosotros a lo largo del metraje, con la interesante idea inicial desechada en pos de un simple relato de acción científica, con el peso de ser una cinta de Nolan sin Nolan, "Transcendence" es decente y pasable, con un visionado ligero y digerible, pues como señalé más o menos al inicio, no hay un gramo de pedantería y pretenciosidad en todo el metraje. Sólo intenciones mal llevadas. Además, el relato avanza sin contratiempos y el final, como concepto -la manera en que está resuelto y ejecutado es otra cosa, considerando que Pfister está detrás de las cámaras-, está bastante bien; al final, la lección es que la humanidad es estúpida. Nada nuevo, a decir verdad. Eso es algo que todos sabemos -o que deberían saber por su propio bien-.
Entonces, ¿por qué es irregular? Porque a pesar de tener un relato que funcione decentemente, tiene un trasfondo pobre y personajes robóticos; a fin de cuentas, una película nada orgánica, sin vida, que no fluye naturalmente... todo cae en su lugar y se agradece que no hayan agujeros demasiado grandes y molestos en el guión -aunque surgen preguntas de verosimilitud de vez en cuando-, pero vamos, no somos máquinas que se conmuevan ante la perfección motora -a menos que seas James Cameron, que se excita ante una máquina bien aceitada-: necesitamos vernos verdaderamente envueltos por una atmósfera humana. ¿Por qué es fallida? Porque quería ser una película de Nolan, y sin fondo -y sin Nolan, sin ir más lejos-, tal cosa no es posible. ¿Qué tenemos? Otro buen blockbuster que se ve sin pena ni gloria.
Aún así no es tan grave el asunto: si una tarde se encuentran aburridos y quieren que el tiempo pase rápido, "Transcendence" sería una buena alternativa, aunque claramente recomendaría otras películas. Pero si la ven, recuerden que todo lleva a lo dicho inicialmente: no se dejen engañar por el título.
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