lunes, 2 de marzo de 2015

De Ofrivilliga - 2008


Director: Ruben Östlund

  Luego de haber visto la basura que Östlund hizo como opera prima, "Gitarrmongot", no me daban muchas ganas de seguir con el resto de su filmografía, que era lo que me había propuesto para llegar "mejor informado" a su no-nominada "Turist". Pero como "De ofrivilliga" estaba ahí, en mis escuálidos archivos, me pregunté que por qué no, después de todo no podía ser peor que la película anterior, algo habrá aprendido y mejorado este Östlund, ¿no? No se puede tropezar dos veces con la misma piedra, ¿no? Pues bueno, de eso precisamente les voy a comentar ahora mismo.


  Varias y pequeñas historias sobre suecos viviendo sus vidas sin mayores sobresaltos pero a su vez enfrentando algunas cosas que molestan esa cotidianidad. Cosas serias, hay que recalcar. Serias para alguien común y corriente. Cosas que puede que nos saquen de nuestras casillas, o puede que no. Depende de cada quien.


  Comenzaba a ver "De ofrivilliga" y tenía miedo. Mucho, muchísimo miedo. Pensaba que iba a ver la misma basura de "Gitarrmongot", pues a primera vista ambas son iguales: escenas que en su gran mayoría transcurren en un solo plano, largo y sin cortes ni movimiento; una estética y mirada cuasi documental; actores semi o no profesionales... Las características son prácticamente las mismas, y la idea de fondo también podría considerarse, a lo menos, similar: la demasiado gris, común y corriente realidad de las personas suecas -no todas, pero se nota que Östlund apunta a una especie de crítica generalizada de la sociedad en la que vive: distante y fría, como si no tuviera opinión, como si estuviese dopada-, desalentadoramente perpetua y arraigada. Por fortuna, o por habilidad de Östlund, su segunda película es mucho mejor que su primera, y más le valía al sujeto.
  La gran diferencia, aquella que hace que la opera prima sea horrorosa y esta segunda obra sea bastante potente, es que hay interés dramático, hay algo en juego, más aún: hay ambigüedad moral. Y con esa base, pues todo lo demás crece y se construye de manera más sólida y sencilla.
"Gitarrmongot" no era más que un compendio de personajillos haciendo cosas absurdas, o carentes de importancia, o carentes de acciones. Lo único que "rescato" de esa basura es una escena en la que tres sujetos juegan a la ruleta rusa, y la rescato porque en ella había, y de sobra, eso que en el resto de metraje tanto y tan escandalosamente faltaba: atmósfera, misterio, peligro, interés, conflicto (¡!). ¿Alguien acabará muerto?, ¿qué sucederá después del hipotético escenario sangiento? Por desgracia, el resto de escenas eran la nada en su máxima expresión, nada que tampoco tenía valor cinematográfico -aunque intenciones, o ideas, no faltaban-. Y para qué hablar del relato, que luego de un inicio que nos muestra esa justificada cotidianidad aburrida, proseguía con... ¡con la misma nada sin importancia! El visionado se volvía insufrible, cansino, un suplicio, y peor aún: sin nada que contar.
"De ofrivilliga", sin embargo, es capaz de crear conflicto, por muy pequeño que sea, en cada pequeña historia perteneciente a cada pequeño personaje sueco: los anfitriones de una fiesta de cumpleaños; dos adolescentes tontas y fiesteras; un grupo de treintañeros tontos y fiesteros; un bus que alberga a una actriz aburrida, al conductor, a la copiloto, y a unos adolescentes ruidosos; y una joven profesora muy pero muy distinta a sus anticuados colegas. ¿Qué puede sucederle a cada uno? Pues ya lo verán, aunque puedo decir que, primero, son hechos fortuitos -o involuntarios, tal como alude el título-, y, segundo, apelan a la moral de los involucrados, moral con la que podemos comulgar o no, pero que está ahí para darle peso dramático a los problemas. Y, además, estos problemas son capaces de darle sentido al relato, de crear arcos dramáticos cuyos desarrollos provoquen orden interno e interés en el espectador... Al menos esta vez contamos con personajes definidos y conflictos precisos, elementos que avanzan progresivamente y con intención. Así, no sólo hay ideas claras sino que también un relato que sabe cómo organizarlas coherente y apropiadamente para sus propios fines; por si fuera poco, el despliegue visual de Östlund, su lenguaje estético, de igual manera cobra fuerza y sentido, toda vez que su distancia cinematográfica, su imagen objetiva y no invasiva, su realidad desnuda, su atmósfera anticlimática, se vuelve verdaderamente desasosegante para quien se encuentra viendo la película.
  O sea, claramente Östlund nos dice que lo que sucede no está bien: está mal. Pero ¿no es peor que nadie haga algo al respecto?, ¿que todo lo que podamos ser es un inútil espectador? Östlund apunta con inteligencia no sólo a los involucrados, también, indirectamente, al resto de personas que aunque no tengan mayor incidencia en los incidentes tampoco carecen de responsabilidad. Y no lo hace provocando aparatosas situaciones, más bien mediante problemas que le pueden suceder a cualquiera: un objeto roto, una broma de mal gusto, una borrachera irresponsable, la obstinación...: es la cotidianidad trastocada, y el cómo reaccionamos nosotros como individuos y, tan o más importante, nosotros como sociedad. Me recuerda un poco al concepto -mejor dicho: supuesto concepto- de "Relatos Salvajes", que en sus mejores relatos lograba mostrar eso mismo pero que a grandes rasgos perdía el mensaje entre la vacua grandilocuencia estilística y argumental. "De ofrivilliga", al contrario, llega directamente al espectador: "oye tú, ¿por qué no haces nada para solucionarlo?". Y uno no sabe qué responder, qué hacer, qué pensar.


  "De ofrivilliga" es una película muy pesimista: lo que Östlund nos dice es que, haya una solución o no a nuestros pequeños problemas que tanto nos amargan, el panorama general no va a cambiar. Seremos, ahora y siempre, engranajes de una maquinaria contaminante e inhumana. Y ni siquiera la verdad nos hará libres.
  Y, aunque no sea una película maravillosa, debo decir que "De ofrivilliga" funciona perfectamente. Además, la mejoría que hay entre "Gitarrmongot" y ésta es notoria y se aprecia un montón. De hecho, me da por pensar que, quizás, Östlund reflexionaba constantemente en lo mala malísima que resultó ser su opera prima, pero mierda a tantos niveles, que tenía la poderosa necesidad de hacer "lo mismo" pero mejor. Y le resultó: "De ofrivilliga" no es ni fallida ni cansina ni inútil, al contrario, se deja caer como un mazazo.
(Me siento obligado: "Gitarrmongot" y "De ofrivilliga" tratan cosas diferentes: la primera, me pareció ver, trataba sobre cómo la gris sociedad necesitaba de un escape de imaginación, alegría, etc.; mientras que la segunda trata sobre un no-escape, sobre personas atrapadas en sus miserables problemas, personas que probablemente ignoraron el hecho final de "Gitarrmongot" y siguieron su camino. Pero la intención entre una y otra no deja de ser similar, ¿no?).
  En fin, ahora sí que me dan ganas de seguir viendo lo que me resta por ver de la filmografía de Östlund. Esperemos que siga esta calidad ascendente, y es que a "Turist" le ha ido muy pero muy bien. Ya veremos.

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