Director: Veiko Õunpuu
Seguimos con las operas primas provenientes de países que en su momento estuvieron bajo dominio soviético. Ayer estuvimos en Serbia y Montenegro, hoy estamos en Estonia -más al norte, eso sí-, y mañana visitaremos Macedonia. Si con "Apsolutnih Sto", la cinta que comenté ayer, quedé tremendamente contento y satisfecho, debo decir que "Sügisball" ha sido una decepción de las grandes. No es que pensara que iba a ser una maravilla cinematográfica, pero tenía la impresión de que al menos el director iba a ser dueño de una sensibilidad más o menos personal y que iba a ser capaz de expresarla de manera potente. Claramente, no todos pueden tener un talento cinematográfico digno de los grandes maestros, pero esto es mucho: "Sügisball" es de las estupideces más grandes que he visto últimamente, con un director que a cada minuto demuestra lo incapaz que es de filmar algo decente, o siquiera observable. No es la idea poner a prueba la paciencia del espectador con incoherencias y vacíos, es indignante... Creo que decepción es una palabra suave para expresar lo que siento hacia esta basura.
Un drama romántico sobre varias personas que llevan vidas solitarias, infelices, y aunque suene redundante, con vidas amorosas que brillan por su ausencia. Cada una por su cuenta, a veces entrecruzándose, da lo mismo... todo es una mierda, ¿no?
Una película coral, pero de esas que tienen tantos -ni tantos en este caso- personajes que no se alcanza a profundizar en ninguno de ellos, lo que hace del visionado todo un sufrimiento, sobre todo porque el metraje tiene relleno hasta decir basta, y relleno que intenta disfrazar un vacío argumental y conceptual abismal que, aunque cueste creerlo, se precia mucho de sí creyendo tener una profundidad inspiradora e insondable. En serio, ¿qué peor que una película que no va a ningún maldito lado pero que, sin embargo, tiene el descaro de hacerse la inteligente y la sensible? ¡Dos horas de fallida pretensión, dios mío! Ya he dicho antes que el metraje largo -o corto, da lo mismo- no me molesta en lo absoluto a menos que la película no tenga nada que decir y obstinadamente se alargue sin propósito alguno, convirtiéndose en una masa informe e intragable; en ese caso, sólo en ese caso, los minutos extras me causan desasosiego: me están robando tiempo, por dios. Como "Sügisball", que trata sobre: un sujeto, aparentemente escritor -de mala muerte, por lo demás-, cuya pareja sentimental lo abandona por otro y que debido a eso cae en una espiral de descontrol y excesos, de autodestrucción; un peluquero finlandés rarito; una madre soltera depresiva con una hija que le gusta desnudarse bajo la lluvia; un recepcionista de hotel que lleva un listado de las mujeres que se ha tirado; un arquitecto y una enfermera cuya relación es fría y distante; y creo que esos son todos los personajes que molestan con sus miserables y nada interesantes existencias. Y digo eso porque sus historias no van a ningún lado y en la mayoría de los casos éstos terminan en el mismo lugar donde empezaron, o aunque al final hayan cambiado un poco, el proceso fue... cómo decirlo, plano e insulso e intrascendente -lo cual no se condice con ese aire de sublime existencialismo que intentan imprimirle a las imágenes-. Porque eso es "Sügisball", un baile de lo insulso, sin que nada pase ni en el exterior ni el interior de estos pobres monigotes. ¿Qué tu esposa te dejó por otro? Pues bueno, al parecer basta con emborracharse y mostrarnos diez escenas del sujeto tirado en el suelo, tomando de una botella o mirando a la nada. ¿Que ya te has aburrido de tu novia? Pues entonces mostremos a la pareja, primero distantes pero aún juntos, y casi cien minutos después, distantes pero dispuestos a romper el uno con el otro. ¿Que eres un sujeto que lo único que le interesa es tirar? Pues hagamos que, de la nada, te enamores de la tipa más desabrida y desequilibrada de la ciudad, y te ponemos a sufrir porque no te volvió a llamar. ¿Que el peluquero rarito quiere consumar un deseo? Pues bien, primero no pasó, luego sí pasó y adiós, para la casa, nada ha pasado; o, mejor dicho, se siente como si nada hubiese pasado -lo único que sentiremos junto a la indignación de estar viendo esta basura-. ¿Por qué? Muy pero muy fácil: el director es incapaz de crear una atmósfera, ya sea de tristeza, fugaz alegría o lo que sea: los sentimientos no le van. Lo peor es que intenta crear esa atmósfera a base de una banda sonora manipuladora, obvia y cliché, cuando por más que se esfuerce en usar toda clase de artificios para hacer sentir algo, al final no lo logrará pues de la misma imagen, de la misma historia, de los mismos personajes no surge ni la más mínima pizca de humanidad. ¿Qué nos queda? La nada misma, y el director tampoco sabe usar esa nada a su favor como lo hacía, por ejemplo, Nuri Bilge Ceylan en su espectacular "Uzak", en la cual la nada era el cruel reflejo de la lejanía personal de los personajes. En este caso, la nada no es agente de desconsuelo constante, más bien de anodinia constante: hay que ser un director muy malo para mantener firme el no-tempo, la falta de ritmo. Van 20 minutos, uno se da cuenta que la cosa no se dirige a ningún lugar concreto, y finalmente cae rendido del tempranero cansancio, sensación que el director se encarga de potenciar escena tras escena. Sumemos el hecho de que el tipo se cree inteligente -aunque no lo sea-, lo que queda patéticamente evidenciado al incluir pretenciosos e impostados diálogos sobre dios, la vida, el amor, y los personajes en las películas de Ingmar Bergman... en serio, de repente una tipa dice, más o menos, "eres como un personaje bergmaniano pero menos humano". Es increíble, de verdad, de no creer. Luego se ponían a discutir sobre los personajes de Ozu, de Buñuel, de Fellini y de John Ford... Pero, volviendo a la realidad, todos los personajes, sus dramas y hechos "concretos" son superficiales y antojadizos, predecibles y esquemáticos. He ido recordando más cosas que ponen a prueba la vergüenza ajena: el alcohólico va a espiar la casa donde vive su ex, y justo, oh mi dios qué coincidencia, ella y su actual hombre están en el preludio del acto de amor; el otro recibe un rechazo de su distante novia y de la nada se pone a bailar como desequilibrado mental; el recepcionista se burla y luego golpea a un hombre porque dirige "comedias sentimentales"... viejo, esta película es muy ridícula, no hay por dónde aferrarse a ella. Más encima es efectista y busca generar sobrecogimiento donde no lo hay, en un claro y fallido intento de crear expectativas para luego derrumbarlas y que nos sintamos mal por eso -o por los personajes, ninguno de ellos empático, ¿lo dije?-. Hombre, si ya se sabe que no puedes provocar emociones en el espectador, para qué seguir humillándote... Eso sí, admito que hay un par de buenos momentos, pero en fin... ¿Mencioné la poco personal dirección del director? Sí, con eso de la incapacidad para crear atmósferas... ¿El guión? Que nadie va a ningún lado, diálogos pretenciosos... y que la construcción/organización argumental propiamente tal es caótica y contraproducente: personajes se olvidan, otros entran tarde, los más flojos tienen más minutos, etc. ¿Para qué seguir si ya quedó todo claro?: "Sügisball" es una basura, no la vean, ni siquiera si están deprimidos y necesitan algo para torturarse por dos horas seguidas. Absténganse, lo digo en serio.
Un drama romántico sobre varias personas que llevan vidas solitarias, infelices, y aunque suene redundante, con vidas amorosas que brillan por su ausencia. Cada una por su cuenta, a veces entrecruzándose, da lo mismo... todo es una mierda, ¿no?
Una película coral, pero de esas que tienen tantos -ni tantos en este caso- personajes que no se alcanza a profundizar en ninguno de ellos, lo que hace del visionado todo un sufrimiento, sobre todo porque el metraje tiene relleno hasta decir basta, y relleno que intenta disfrazar un vacío argumental y conceptual abismal que, aunque cueste creerlo, se precia mucho de sí creyendo tener una profundidad inspiradora e insondable. En serio, ¿qué peor que una película que no va a ningún maldito lado pero que, sin embargo, tiene el descaro de hacerse la inteligente y la sensible? ¡Dos horas de fallida pretensión, dios mío! Ya he dicho antes que el metraje largo -o corto, da lo mismo- no me molesta en lo absoluto a menos que la película no tenga nada que decir y obstinadamente se alargue sin propósito alguno, convirtiéndose en una masa informe e intragable; en ese caso, sólo en ese caso, los minutos extras me causan desasosiego: me están robando tiempo, por dios. Como "Sügisball", que trata sobre: un sujeto, aparentemente escritor -de mala muerte, por lo demás-, cuya pareja sentimental lo abandona por otro y que debido a eso cae en una espiral de descontrol y excesos, de autodestrucción; un peluquero finlandés rarito; una madre soltera depresiva con una hija que le gusta desnudarse bajo la lluvia; un recepcionista de hotel que lleva un listado de las mujeres que se ha tirado; un arquitecto y una enfermera cuya relación es fría y distante; y creo que esos son todos los personajes que molestan con sus miserables y nada interesantes existencias. Y digo eso porque sus historias no van a ningún lado y en la mayoría de los casos éstos terminan en el mismo lugar donde empezaron, o aunque al final hayan cambiado un poco, el proceso fue... cómo decirlo, plano e insulso e intrascendente -lo cual no se condice con ese aire de sublime existencialismo que intentan imprimirle a las imágenes-. Porque eso es "Sügisball", un baile de lo insulso, sin que nada pase ni en el exterior ni el interior de estos pobres monigotes. ¿Qué tu esposa te dejó por otro? Pues bueno, al parecer basta con emborracharse y mostrarnos diez escenas del sujeto tirado en el suelo, tomando de una botella o mirando a la nada. ¿Que ya te has aburrido de tu novia? Pues entonces mostremos a la pareja, primero distantes pero aún juntos, y casi cien minutos después, distantes pero dispuestos a romper el uno con el otro. ¿Que eres un sujeto que lo único que le interesa es tirar? Pues hagamos que, de la nada, te enamores de la tipa más desabrida y desequilibrada de la ciudad, y te ponemos a sufrir porque no te volvió a llamar. ¿Que el peluquero rarito quiere consumar un deseo? Pues bien, primero no pasó, luego sí pasó y adiós, para la casa, nada ha pasado; o, mejor dicho, se siente como si nada hubiese pasado -lo único que sentiremos junto a la indignación de estar viendo esta basura-. ¿Por qué? Muy pero muy fácil: el director es incapaz de crear una atmósfera, ya sea de tristeza, fugaz alegría o lo que sea: los sentimientos no le van. Lo peor es que intenta crear esa atmósfera a base de una banda sonora manipuladora, obvia y cliché, cuando por más que se esfuerce en usar toda clase de artificios para hacer sentir algo, al final no lo logrará pues de la misma imagen, de la misma historia, de los mismos personajes no surge ni la más mínima pizca de humanidad. ¿Qué nos queda? La nada misma, y el director tampoco sabe usar esa nada a su favor como lo hacía, por ejemplo, Nuri Bilge Ceylan en su espectacular "Uzak", en la cual la nada era el cruel reflejo de la lejanía personal de los personajes. En este caso, la nada no es agente de desconsuelo constante, más bien de anodinia constante: hay que ser un director muy malo para mantener firme el no-tempo, la falta de ritmo. Van 20 minutos, uno se da cuenta que la cosa no se dirige a ningún lugar concreto, y finalmente cae rendido del tempranero cansancio, sensación que el director se encarga de potenciar escena tras escena. Sumemos el hecho de que el tipo se cree inteligente -aunque no lo sea-, lo que queda patéticamente evidenciado al incluir pretenciosos e impostados diálogos sobre dios, la vida, el amor, y los personajes en las películas de Ingmar Bergman... en serio, de repente una tipa dice, más o menos, "eres como un personaje bergmaniano pero menos humano". Es increíble, de verdad, de no creer. Luego se ponían a discutir sobre los personajes de Ozu, de Buñuel, de Fellini y de John Ford... Pero, volviendo a la realidad, todos los personajes, sus dramas y hechos "concretos" son superficiales y antojadizos, predecibles y esquemáticos. He ido recordando más cosas que ponen a prueba la vergüenza ajena: el alcohólico va a espiar la casa donde vive su ex, y justo, oh mi dios qué coincidencia, ella y su actual hombre están en el preludio del acto de amor; el otro recibe un rechazo de su distante novia y de la nada se pone a bailar como desequilibrado mental; el recepcionista se burla y luego golpea a un hombre porque dirige "comedias sentimentales"... viejo, esta película es muy ridícula, no hay por dónde aferrarse a ella. Más encima es efectista y busca generar sobrecogimiento donde no lo hay, en un claro y fallido intento de crear expectativas para luego derrumbarlas y que nos sintamos mal por eso -o por los personajes, ninguno de ellos empático, ¿lo dije?-. Hombre, si ya se sabe que no puedes provocar emociones en el espectador, para qué seguir humillándote... Eso sí, admito que hay un par de buenos momentos, pero en fin... ¿Mencioné la poco personal dirección del director? Sí, con eso de la incapacidad para crear atmósferas... ¿El guión? Que nadie va a ningún lado, diálogos pretenciosos... y que la construcción/organización argumental propiamente tal es caótica y contraproducente: personajes se olvidan, otros entran tarde, los más flojos tienen más minutos, etc. ¿Para qué seguir si ya quedó todo claro?: "Sügisball" es una basura, no la vean, ni siquiera si están deprimidos y necesitan algo para torturarse por dos horas seguidas. Absténganse, lo digo en serio.
Vaya pues, después de un comentario tan claro las ganas para esta película desaparecen. Mejor dedicaré el tiempo a otra cosa.
ResponderBorrarUn abrazo.
Jajaja, definitivamente esta película debe ser evitada a toda costa. Igual creo que veré los dos largos posteriores del director, pero con mucho, mucho cuidado. Ay, esto de las propuestas auto-impuestas...
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