Directora: Lisa Cholodenko
Bueno, de ahora en adelante, y siempre que haya algo que comentar, supongo que podría dejar las series, sin importar cuántas se acumulen, para los días domingo (puede que haya un par de excepciones). Hoy, por ejemplo, tengo pensado comentar dos series. Por desgracia, no estoy muy seguro de si vaya a poder hacerlo (lo típico: planes de última hora de los cuales no me puedo escapar... si ni Michael Fassbender pudo huir de ser "Steve Jobs"), pero al menos contaremos con la compañía de "Olive Kitteridge", una miniserie de cuatro episodios que Lisa Cholodenko dirigió para HBO hace un par de años. Por lo demás, ésta es la entrada número 300 del año, así que todos contentos, ¿cierto? ¿Llegaremos a las 400?
Quizás pueda parecer a simple vista (a mí no me lo pareció, en todo caso) que "Olive Kitteridge" será un simplón y simpaticón drama sobre la vejez de una mujer, sobre los complicados pero finalmente divertidos cambios que produce el paso de los años en su vida (por ejemplo, que ya no le sea tan fácil recoger flores o tejer ropa para la familia o cocinar pasteles, ya saben, las típicas cosas que suelen mostrarse en el cine indie más "bonito" y "encantador"). Sin embargo, el resultado final demuestra ser absolutamente todo lo contrario: "Olive Kitteridge", en efecto, trata sobre el paso del tiempo y cómo éste se va dejando caer en los hombros y el espíritu de los personajes, pero lo hace con una dura mirada agridulce que aúna a la perfección la belleza y la tristeza de la vida, y sin perder ni un ápice de complejidad o profundidad. "Olive Kitteridge" nos muestra a personajes buscando la felicidad, batallando en contra de la infelicidad, intentando hacer de su mundo un lugar mejor, intentando borrar del rostro de los otros la decepción y el dolor, queriendo existir de la manera más tranquila posible... aunque las vueltas de la vida y los caprichos del destino acaben por dictar otra cosa...
La gracia de esta miniserie, además, es que a pesar de que Olive Kitteridge es la figura central del relato, como personaje comienza siendo prácticamente un secundario... un secundario que poco a poco se adueña del relato, supongo que en clara analogía con la vida misma: la mujer que primero es vista a través de otros, cuyos problemas quedan escondidos tras los roles impuestos, pero que luego se impone a las máscaras y adquiere personalidad narrativa propia, mostrándose tal cual es... ¿aunque siendo libre? ¿Es alguien libre? En cualquier caso, Olive Kitterdige no es un personaje que invite mucho a la empatía, sobre todo en el primer episodio (virtualmente protagonizado por un estupendo y magistral Richard Jenkins, que hace de marido de la señora K.), en donde la vemos como una vieja amargada y miserable que le hace la vida imposible a casi todos a su alrededor, que no es capaz de alegrarse con la alegría del otro (al contrario, busca minarla y destruirla), que no sólo engaña a su marido con un perdedor cuya única gracia es citar poemas y novelas y decir cosas en contra de la autoridad (sin hacer nada, sin embargo) sino que también menosprecia cada gesto amoroso que éste le demuestra, entre otras cosas. Claramente hay una intención y una confrontación moral en ello, al contraponer las variadas percepciones que los personajes tienen de sí mismos y de los restantes (poniendo énfasis en Olive Kitteridge, claro). Con todo, en los episodios que siguen veremos otras facetas de la protagonista, otros aspectos de su vida y su personalidad que nos harán reflexionar, al instalar tantos matices y ambivalencias morales, pues al final es complejo juzgar personajes que sólo intentan vivir lo mejor posible y cuyas acciones, inevitablemente, serán positivas para unos pero negativas para otros: todos acaban siendo personajes con los que empatizar, todos tienen algo de razón y algo de equivocados, todos tienen que pedir perdón y ser perdonados. Habiendo dicho esto, sí considero que la protagonista nunca deja de ser, como mínimo, una persona que se engaña constantemente y que no asume realmente el efecto de sus acciones. Pero vuelvo a lo mismo: quién soy yo para juzgarla. Por lo demás, gran labor la de Frances McDormand.
Puede que haya pasado de manera desapercibida en su momento, pero supongo que ahora no tienen excusa para no apreciar esta amarga a la vez que dulce maravilla, tan pesimista como optimista. Imperdible.
La gracia de esta miniserie, además, es que a pesar de que Olive Kitteridge es la figura central del relato, como personaje comienza siendo prácticamente un secundario... un secundario que poco a poco se adueña del relato, supongo que en clara analogía con la vida misma: la mujer que primero es vista a través de otros, cuyos problemas quedan escondidos tras los roles impuestos, pero que luego se impone a las máscaras y adquiere personalidad narrativa propia, mostrándose tal cual es... ¿aunque siendo libre? ¿Es alguien libre? En cualquier caso, Olive Kitterdige no es un personaje que invite mucho a la empatía, sobre todo en el primer episodio (virtualmente protagonizado por un estupendo y magistral Richard Jenkins, que hace de marido de la señora K.), en donde la vemos como una vieja amargada y miserable que le hace la vida imposible a casi todos a su alrededor, que no es capaz de alegrarse con la alegría del otro (al contrario, busca minarla y destruirla), que no sólo engaña a su marido con un perdedor cuya única gracia es citar poemas y novelas y decir cosas en contra de la autoridad (sin hacer nada, sin embargo) sino que también menosprecia cada gesto amoroso que éste le demuestra, entre otras cosas. Claramente hay una intención y una confrontación moral en ello, al contraponer las variadas percepciones que los personajes tienen de sí mismos y de los restantes (poniendo énfasis en Olive Kitteridge, claro). Con todo, en los episodios que siguen veremos otras facetas de la protagonista, otros aspectos de su vida y su personalidad que nos harán reflexionar, al instalar tantos matices y ambivalencias morales, pues al final es complejo juzgar personajes que sólo intentan vivir lo mejor posible y cuyas acciones, inevitablemente, serán positivas para unos pero negativas para otros: todos acaban siendo personajes con los que empatizar, todos tienen algo de razón y algo de equivocados, todos tienen que pedir perdón y ser perdonados. Habiendo dicho esto, sí considero que la protagonista nunca deja de ser, como mínimo, una persona que se engaña constantemente y que no asume realmente el efecto de sus acciones. Pero vuelvo a lo mismo: quién soy yo para juzgarla. Por lo demás, gran labor la de Frances McDormand.
Puede que haya pasado de manera desapercibida en su momento, pero supongo que ahora no tienen excusa para no apreciar esta amarga a la vez que dulce maravilla, tan pesimista como optimista. Imperdible.
Casualmente la vi por segunda vez hace una semana y me fascina y me gustó tanto como la primera vez. Es un producto high quality tanto en la interpretación de todos como en la forma en que está estructurada. Con muy buenas elipsis y todo eso. He de decir que el segundo capítulo me fascina y el personaje de Corey Michael Smith (que trabaja en Gotham y parece -y espero- que será un muso de Todd Haynes) es increíble. Me parece un actorazo.
ResponderBorrarLa verdad es que quería ver más de ese personaje, el momento en que se pone a llorar me conmovió mucho.
BorrarTodos los actores están tremendos y su tono agridulce es fenomenal.
La veré de nuevo el otro año, supongo.