Director: Stewart Raffill
A veces uno se topa con sorpresas. No conocía en lo absoluto "The Philadelphia Experiment". El mundo está lleno de sorpresas, no hay que dejar de sorprenderse. ¿Qué? Conocía a Michael Paré, que ese mismo año aparecía en "Streets of fire" de Walter Hill. Estaba viendo que el director de esta película, un tal Stewart Raffill, también dirigió "Mi amigo Mac", esa basura copia de "E.T." que tenía a uno de los extraterrestres más feos que he visto en toda mi puta vida, y que más encima al final ¡los visten como si fueran humanos! Debo admitir que tuve un par de pesadillas con esos horrendos muñecos, me imagino lo que debió haber sido para el pobre chico tener que ser amigo del tal Mac durante todo el maldito rodaje. Por suerte, "The Philadelphia Experiment" no tiene nada que ver con esa bazofia de extraterrestres feos, gracias a dios. ¿Alguien más que odie al tal Mac y a su raza? ¿Alguien que quiera iniciar una cacería?
La premisa de "The Philadelphia Experiment" es completamente delirante, aunque no nos vamos a escandalizar por un par de viajes temporales y aberraciones físicas, al contrario, sólo queda disfrutar lo mejor posible este entretenido sci-fi con interesantes toques de sátira social. La cosa es bastante simple: Michael Paré y su amigo, en el año '43, son dos marinos que forman parte de un experimento que busca lograr que los barcos gringos sean invisibles en radares enemigos, sólo que el experimento no sale nada bien y nuestros dos compadres despiertan en un lugar y un tiempo en el que nunca han estado, con la comprensible confusión que eso conlleva. Así, los dos amigos intentarán averiguar qué demonios está pasando y cómo lo pueden solucionar, mientras comprueban que el tiempo en el que despertaron también tiene sus propios problemas, problemas en los que ellos forman parte esencial, así que no es que vayan a tener una estadía muy pacífica que digamos. Lo del toque social viene a colación porque, bueno, si saltas del '43 al '84 habrán muchas cosas que definitivamente te causarán un impacto, aunque he leído de presos que han cumplido gran cantidad de años, digamos que entre 40 y 50, y que al salir es como si estuvieran en otro mundo y otro tiempo (no es necesario hacer un viaje temporal, si bien al menos te ahorras "vivir" esa distancia al hacerlo), lo que dificulta aún más eso de la reinserción, pero creo que me estoy desviando. Como sea, es bien divertida la forma en que Michael Paré y su amigo van descubriendo que no están en el tiempo que les pertenece, sobre todo la escena en que el primero se encuentra con... bueno, ya lo verán, para qué matarles la sorpresa. Por lo demás, me ha gustado eso de que sólo hay una línea temporal (al contrario de las teorías que dicen que pueden haber muchas líneas temporales), pues el relato coquetea con el hecho de que lo que estamos por ver en realidad ya pasó y que lo que pasó va a pasar pronto, haciendo que las acciones y motivaciones de los personajes sean tan ambiguas y misteriosas como predecibles y certeras. Lo que digo es que, a pesar de lo que crean saber, siempre hay una manera distinta de proceder, se sorprendan ustedes o no. Lo cierto es que lo pasarán de lo más bien con "The Philadelphia Experiment", una saludable película comercial que ya adelantaba algunos de los motivos que tanto furor causarían en "Back to the future".
La premisa de "The Philadelphia Experiment" es completamente delirante, aunque no nos vamos a escandalizar por un par de viajes temporales y aberraciones físicas, al contrario, sólo queda disfrutar lo mejor posible este entretenido sci-fi con interesantes toques de sátira social. La cosa es bastante simple: Michael Paré y su amigo, en el año '43, son dos marinos que forman parte de un experimento que busca lograr que los barcos gringos sean invisibles en radares enemigos, sólo que el experimento no sale nada bien y nuestros dos compadres despiertan en un lugar y un tiempo en el que nunca han estado, con la comprensible confusión que eso conlleva. Así, los dos amigos intentarán averiguar qué demonios está pasando y cómo lo pueden solucionar, mientras comprueban que el tiempo en el que despertaron también tiene sus propios problemas, problemas en los que ellos forman parte esencial, así que no es que vayan a tener una estadía muy pacífica que digamos. Lo del toque social viene a colación porque, bueno, si saltas del '43 al '84 habrán muchas cosas que definitivamente te causarán un impacto, aunque he leído de presos que han cumplido gran cantidad de años, digamos que entre 40 y 50, y que al salir es como si estuvieran en otro mundo y otro tiempo (no es necesario hacer un viaje temporal, si bien al menos te ahorras "vivir" esa distancia al hacerlo), lo que dificulta aún más eso de la reinserción, pero creo que me estoy desviando. Como sea, es bien divertida la forma en que Michael Paré y su amigo van descubriendo que no están en el tiempo que les pertenece, sobre todo la escena en que el primero se encuentra con... bueno, ya lo verán, para qué matarles la sorpresa. Por lo demás, me ha gustado eso de que sólo hay una línea temporal (al contrario de las teorías que dicen que pueden haber muchas líneas temporales), pues el relato coquetea con el hecho de que lo que estamos por ver en realidad ya pasó y que lo que pasó va a pasar pronto, haciendo que las acciones y motivaciones de los personajes sean tan ambiguas y misteriosas como predecibles y certeras. Lo que digo es que, a pesar de lo que crean saber, siempre hay una manera distinta de proceder, se sorprendan ustedes o no. Lo cierto es que lo pasarán de lo más bien con "The Philadelphia Experiment", una saludable película comercial que ya adelantaba algunos de los motivos que tanto furor causarían en "Back to the future".
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