Director: Leopoldo Torre Nilsson
Han pasado un par de meses desde la última vez que vi y comenté una película de Leopoldo Torre Nilsson, y como en su momento dije que pretendo completar su filmografía lo máximo posible, ya me estaba causando un poco de culpa el no comentar nada de él durante tanto tiempo. Por ende, retomamos esta retrospectiva donde la dejamos, y toca el turno de "Para vestir santos", quinta película de Torre Nilsson, la tercera que ya dirige en solitario. Protagoniza Tita Merello, oh sí.
Digamos que "Para vestir santos" es un melodrama popular, una de esas historias que rompen el corazón, con sufridos y sacrificados personajes que no pueden disfrutar como se merecen las bondades del amor y de la felicidad. Fiel a los iniciales propósitos de Torre Nilsson por hacer un "cine real" (palabras que yo traje a colación, por cierto), "Para vestir santos" es una película rodada en las calles de Buenos Aires, dentro de las paredes de una verdadera fábrica de cigarros (o al menos una verdadera fábrica ambientada como una de cigarros), inmersa en la vida de barrio..., producción y rodaje que se condicen con esta historia de una mujer obrera cuyo salario es el único sustento de un hogar en el que viven un padre inválido, un hermano menor que busca en el fútbol un futuro esplendoroso y una hermana menor a punto de casarse con un dentista próximo a recibirse. La protagonista, interpretada con garra y dignidad por Tita Merello, también tiene novio, un guapo cantante de tangos, con el que planea compartir el resto de su vida. Pero, desafortunadamente, una serie de acontecimientos adversos y lamentables obstáculos van amargando la vida de Tita Merello, arruinando sus planes y afectando la vida hogareña que con tanto esfuerzo ha defendido. Algunos podrán decir que estamos ante un culebrón, contextualizado en los sectores menos favorecidos de la ciudad y con personajes de escasos medios pero honrados y de buen corazón, pero al fin y al cabo un culebrón en donde todos tienen líos amorosos y rencillas de índole moral y/o social; sin embargo, descontando el hecho de que no pretende engañar a nadie (no pretende ser un sesudo estudio social, por ejemplo, ni tampoco apelar a la emoción barata, vacua e impostada a través de ilusorias y optimistas pasiones), consciente de su carácter o base de melodrama en tanto relato, "Para vestir santos" destaca de entre otros filmes de características similares, primero, por su efectivo y consistente guión, certero en la construcción de personajes y escenarios populares, honesto en la narración de conflictos, segundo, por la diáfana pero expresiva y entrañable puesta en escena de Torre Nilsson, y tercero, por este retrato, auténtico y humano, que ofrece de un sector de la ciudad de Buenos Aires, por la potente sencillez con que va captando gestos, palabras, costumbres, deseos, decepciones, entre otros aspectos del diario vivir, de la cotidianidad, de la idiosincrasia, directamente desde la calle y desde la gente misma: no será poco común que, aparte del desarrollo de la trama del filme, nos empapemos con el calor humano de niños haciendo travesuras en bicicleta, madres persiguiendo a chicos revoltosos, gente esperando el autobús, obreras riendo nerviosamente o cotilleando de lo lindo, gente bailando y pasando las penas, bruscos personajes que batallan por un asiento en el autobús, etc. Como dije, a diferencia de otros culebrones, éste no pretende venderte una vida luminosa en donde los sueños se cumplen sí o sí, solamente mostrar los amores y desamores de personajes de carne y hueso que además deben lidiar con el sinfín de complicaciones que surgen día a día.
Y además, cómo negarse a los encantos de una película teñida con la avasalladora personalidad de la protagonista, cuyo sentido del humor es tan cáustico como profundo y sensible su filosofía de vida o su sentido de la moral. Muy buena, sí señor. Está completa en YouTube. Véanla.
Digamos que "Para vestir santos" es un melodrama popular, una de esas historias que rompen el corazón, con sufridos y sacrificados personajes que no pueden disfrutar como se merecen las bondades del amor y de la felicidad. Fiel a los iniciales propósitos de Torre Nilsson por hacer un "cine real" (palabras que yo traje a colación, por cierto), "Para vestir santos" es una película rodada en las calles de Buenos Aires, dentro de las paredes de una verdadera fábrica de cigarros (o al menos una verdadera fábrica ambientada como una de cigarros), inmersa en la vida de barrio..., producción y rodaje que se condicen con esta historia de una mujer obrera cuyo salario es el único sustento de un hogar en el que viven un padre inválido, un hermano menor que busca en el fútbol un futuro esplendoroso y una hermana menor a punto de casarse con un dentista próximo a recibirse. La protagonista, interpretada con garra y dignidad por Tita Merello, también tiene novio, un guapo cantante de tangos, con el que planea compartir el resto de su vida. Pero, desafortunadamente, una serie de acontecimientos adversos y lamentables obstáculos van amargando la vida de Tita Merello, arruinando sus planes y afectando la vida hogareña que con tanto esfuerzo ha defendido. Algunos podrán decir que estamos ante un culebrón, contextualizado en los sectores menos favorecidos de la ciudad y con personajes de escasos medios pero honrados y de buen corazón, pero al fin y al cabo un culebrón en donde todos tienen líos amorosos y rencillas de índole moral y/o social; sin embargo, descontando el hecho de que no pretende engañar a nadie (no pretende ser un sesudo estudio social, por ejemplo, ni tampoco apelar a la emoción barata, vacua e impostada a través de ilusorias y optimistas pasiones), consciente de su carácter o base de melodrama en tanto relato, "Para vestir santos" destaca de entre otros filmes de características similares, primero, por su efectivo y consistente guión, certero en la construcción de personajes y escenarios populares, honesto en la narración de conflictos, segundo, por la diáfana pero expresiva y entrañable puesta en escena de Torre Nilsson, y tercero, por este retrato, auténtico y humano, que ofrece de un sector de la ciudad de Buenos Aires, por la potente sencillez con que va captando gestos, palabras, costumbres, deseos, decepciones, entre otros aspectos del diario vivir, de la cotidianidad, de la idiosincrasia, directamente desde la calle y desde la gente misma: no será poco común que, aparte del desarrollo de la trama del filme, nos empapemos con el calor humano de niños haciendo travesuras en bicicleta, madres persiguiendo a chicos revoltosos, gente esperando el autobús, obreras riendo nerviosamente o cotilleando de lo lindo, gente bailando y pasando las penas, bruscos personajes que batallan por un asiento en el autobús, etc. Como dije, a diferencia de otros culebrones, éste no pretende venderte una vida luminosa en donde los sueños se cumplen sí o sí, solamente mostrar los amores y desamores de personajes de carne y hueso que además deben lidiar con el sinfín de complicaciones que surgen día a día.
Y además, cómo negarse a los encantos de una película teñida con la avasalladora personalidad de la protagonista, cuyo sentido del humor es tan cáustico como profundo y sensible su filosofía de vida o su sentido de la moral. Muy buena, sí señor. Está completa en YouTube. Véanla.
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