Director: Pablo Perelman
Tercera y hasta el momento última película (estrenada casi veinte años después de la segunda) de Pablo Perelman, director con cuya obra definitivamente no he podido congeniar, a pesar de que le entiendo las intenciones. "La lección de pintura" es su película más convencional así que me será mucho más fácil explicar el porqué de mi disgusto, de mi decepción, porque acá, a diferencia de las otras dos, la sensación final es definitivamente negativa. Mala, en palabras simples.
Primero que todo, hace un par de semanas me inscribí en la sección Préstamo a domicilio de la Biblioteca Nacional y lo primero que pedí (sólo podía pedir un libro primero, después pueden ser hasta tres) fue las Obras Completas de Adolfo Couve, pintor y escritor, genial autor no sólo por sus notorios dotes literarios sino por ser un verdadero artista, en tanto decide qué quiere contar y cómo, tomando ese rumbo no obstante las dificultades, sin importarle las modas, narrando a contracorriente incluso, a pesar de las críticas de la crítica (anacrónico, lo más repetido) o cierta indiferencia del público, que en todo caso hizo de La comedia del arte, su penúltima novela (nouvelle, en realidad; última que publicó en vida) un éxito editorial o un best seller, al menos eso decía el mismo Couve en una charla transcrita en el volumen mencionado. La lección de pintura es la tercera novela corta de su Cuarteto de la infancia, en donde también se hallan El picadero, El tren de cuerda y El pasaje. No haré una especie de reseña literaria, porque el mismo Couve se explica bastante bien (ya sea analizando su obra, detallando sus intenciones originales, en entrevistas o charlas o prólogos escritos por él mismo; ya sea porque su escritura es diáfana y honesta, hasta un zopenco como yo entiende cuál es su onda al sumergirse en sus historias), y porque quienes alaban su obra coinciden, ya casi como una muletilla (así son...), en el perfeccionismo del autor, en su constante búsqueda de un lenguaje "perfecto", equilibrado entre forma y fondo, en donde la literatura misma sea quien desarrolle la historia y sus intenciones, y no la presencia, el ingenio, el "estilo" del autor, quien debe distanciarse de su creación. Los grandes referentes y fuentes de inspiración de Couve fueron los franceses del realismo que reaccionaron contra el romanticismo; con esto, los más entendidos que yo quizás entiendan de inmediato lo que yo intenté explicar recién.
Así las cosas, dos preguntas me hacía antes de ver "La lección de pintura", incluso antes de ver las otras películas de Perelman: 1.- ¿Le gustaría a Couve que adaptaran uno de sus libros al cine? 2.- ¿Cómo podría adaptarse la prosa de Couve a una narrativa cinematográfica?
(Antes de la respuesta, la premisa de libro y película: en Llay-Llay, pueblo chileno, el dueño de una droguería, artista frustrado, queda impresionado con el prodigioso talento de un chico para el dibujo y la pintura, tomándolo como proyecto personal, decidido a convertirlo en uno de esos genios capaces de cambiar la historia del arte.)
La respuesta es sencilla: no se puede, al menos Perelman lejos estuvo de lograrlo. La suya es una traslación cursi, sentimental y melosa de la exquisita, fina y diáfana prosa de Couve. "La lección de pintura" apesta a simplón tufo folclórico, a frívolo y banal y paternalista cuadro de costumbres mirado desde una perspectiva capitalina, como burgués de ciudad que se retira al campo para maravillarse del hálito bucólico que disfraza las problemáticas locales. Su imagen no describe, sólo encanta (en el peor sentido del término). Contraviene por completo la intención de Couve de regresar a entornos rurales y campesinos para "mofarse de situaciones y personajes cotidianos, encerrando al mismo tiempo un profundo amor por ellos". Acá la representación de personajes y situaciones cotidianas no pasa de burdo sketch televisivo; no veo verdadera intención de adentrarse en la vida de estos personajes, y al final todo cae en una simplista idealización de los campesinos y burla de los pocos ricos que viven en la zona, cuando Couve proponía un baño de humanidad al admirarlos en toda su ridiculez y belleza. Peor aún, Perelman contraviene aún más las intenciones de Couve al meter con calzador el componente político, pues la acción la sitúa en los sesenta y setenta, con la reforma agraria de Frei, el triunfo de Allende y el golpe de Pinochet, con los campesinos protestando, con los ricos temiendo el infierno marxista... (Y no digo que sea tema tabú, pero hay que saber cuándo, cómo y por qué incluirlo, tratarlo y retratarlo... No se puede llegar y enchufar como si fuera una figura circular en molde cuadrado) Horroroso, porque la historia de Couve nada tiene que ver con ello y lo de Perelman es una triste y grotesca deformación, muestra de esos errores que le he reprochado; que lo primero es la propuesta fílmica (en tanto lenguaje estético, cinematográfico, etc.) y no la "misión que tiene como película". Al respecto, leer a Couve defendiendo su posición como artista ofrece grandes lecciones; él cree en la fundamental independencia del artista, del autor: yo lo apoyo, lo primero es ser un individuo, tener una visión y encontrar el modo de expresarla. Por cierto que esto no impide que un artista pueda tratar temas políticos, sociales, coyunturales.
La lección de pintura era, fundamentalmente, la historia de un artista prodigioso en un mundo de gente mediocre y simple, de personas casi analfabetas y de ociosa gente adinerada sin talento alguno (aunque no le falten pretensiones), una historia sobre la importancia del arte en el mundo y las personas, del difícil acceso que se tiene a él y de la soledad que envuelve a quienes resultan ser unos genios en distintas materias. Pero no, acá de repente el chico se ve envuelto en las protestas y reformas (hasta hay unos religiosos locos que andan baleando gente) y se habla del arte como ente unificador de ricos y pobres, de empresarios y proletarios, del arte que trasciende clases sociales, del arte simbolizado en este chico cuyo destino todo el pueblo, tanto los campesinos como los "aristócratas", se propone cimentar hacia la consolidación, y así son todos amigos y a unos ya no les da asco las ropas raídas de otros y a los otros ya no les da rechazo el acento siútico de los unos, y bah, aleccionador, simplón, absolutamente todo lo contrario al original de Couve, y como película sola tampoco funciona porque la dirección de Perelman poco tiene que ver con esa poesía de la soledad y desarraigo que ensayara en sus dos primeros filmes, "La lección de pintura" no brilla precisamente por su riqueza estética (luce como esos programas que dan los domingos en la programación cultural, de cine tiene bien poco, y eso que está rodada en 35mm), el guión es esquemático y previsible hasta decir basta (sin mencionar lo cursi, lo meloso, lo...), y de las actuaciones, que dejan mucho que desear, sólo rescato la de Don Diego de Zama, es decir Daniel Giménez Cacho, quien me hace creíble la frustración de su personaje y la ilusión que le causa el talento del chico, pero el resto al olvido, y si querían sonar campesinos... Si creen que así hablan los campesinos (si es por eso tampoco les creo el acento chileno, ni aunque sea de los sesenta ni aunque sea fuera de la ciudad), o tienen el oído atrofiado o sólo conocen campesinos, justamente, por las recreaciones dramáticas de esos programas emitidos los domingos en la parrilla cultural... Cuánta falta les hace leer y "escuchar" novelas y cuentos de Oscar Castro, de Guillermo Blanco, de Ernesto Montenegro, de Daniel Belmar, de Manuel Rojas...
Está todo claro, para qué seguir. Si no quedó peor es porque, literalmente, no se podía adaptar de peor forma el argumento y el fondo de La lección de pintura, y la prosa, la literatura de Adolfo Couve. Malísima.
Pueden ver la película en este enlace.
Si pueden ver la página en sus respectivos países, en este enlace pueden descargar las obras completas de Couve de forma legal y gratuita.
Primero que todo, hace un par de semanas me inscribí en la sección Préstamo a domicilio de la Biblioteca Nacional y lo primero que pedí (sólo podía pedir un libro primero, después pueden ser hasta tres) fue las Obras Completas de Adolfo Couve, pintor y escritor, genial autor no sólo por sus notorios dotes literarios sino por ser un verdadero artista, en tanto decide qué quiere contar y cómo, tomando ese rumbo no obstante las dificultades, sin importarle las modas, narrando a contracorriente incluso, a pesar de las críticas de la crítica (anacrónico, lo más repetido) o cierta indiferencia del público, que en todo caso hizo de La comedia del arte, su penúltima novela (nouvelle, en realidad; última que publicó en vida) un éxito editorial o un best seller, al menos eso decía el mismo Couve en una charla transcrita en el volumen mencionado. La lección de pintura es la tercera novela corta de su Cuarteto de la infancia, en donde también se hallan El picadero, El tren de cuerda y El pasaje. No haré una especie de reseña literaria, porque el mismo Couve se explica bastante bien (ya sea analizando su obra, detallando sus intenciones originales, en entrevistas o charlas o prólogos escritos por él mismo; ya sea porque su escritura es diáfana y honesta, hasta un zopenco como yo entiende cuál es su onda al sumergirse en sus historias), y porque quienes alaban su obra coinciden, ya casi como una muletilla (así son...), en el perfeccionismo del autor, en su constante búsqueda de un lenguaje "perfecto", equilibrado entre forma y fondo, en donde la literatura misma sea quien desarrolle la historia y sus intenciones, y no la presencia, el ingenio, el "estilo" del autor, quien debe distanciarse de su creación. Los grandes referentes y fuentes de inspiración de Couve fueron los franceses del realismo que reaccionaron contra el romanticismo; con esto, los más entendidos que yo quizás entiendan de inmediato lo que yo intenté explicar recién.
Así las cosas, dos preguntas me hacía antes de ver "La lección de pintura", incluso antes de ver las otras películas de Perelman: 1.- ¿Le gustaría a Couve que adaptaran uno de sus libros al cine? 2.- ¿Cómo podría adaptarse la prosa de Couve a una narrativa cinematográfica?
(Antes de la respuesta, la premisa de libro y película: en Llay-Llay, pueblo chileno, el dueño de una droguería, artista frustrado, queda impresionado con el prodigioso talento de un chico para el dibujo y la pintura, tomándolo como proyecto personal, decidido a convertirlo en uno de esos genios capaces de cambiar la historia del arte.)
La respuesta es sencilla: no se puede, al menos Perelman lejos estuvo de lograrlo. La suya es una traslación cursi, sentimental y melosa de la exquisita, fina y diáfana prosa de Couve. "La lección de pintura" apesta a simplón tufo folclórico, a frívolo y banal y paternalista cuadro de costumbres mirado desde una perspectiva capitalina, como burgués de ciudad que se retira al campo para maravillarse del hálito bucólico que disfraza las problemáticas locales. Su imagen no describe, sólo encanta (en el peor sentido del término). Contraviene por completo la intención de Couve de regresar a entornos rurales y campesinos para "mofarse de situaciones y personajes cotidianos, encerrando al mismo tiempo un profundo amor por ellos". Acá la representación de personajes y situaciones cotidianas no pasa de burdo sketch televisivo; no veo verdadera intención de adentrarse en la vida de estos personajes, y al final todo cae en una simplista idealización de los campesinos y burla de los pocos ricos que viven en la zona, cuando Couve proponía un baño de humanidad al admirarlos en toda su ridiculez y belleza. Peor aún, Perelman contraviene aún más las intenciones de Couve al meter con calzador el componente político, pues la acción la sitúa en los sesenta y setenta, con la reforma agraria de Frei, el triunfo de Allende y el golpe de Pinochet, con los campesinos protestando, con los ricos temiendo el infierno marxista... (Y no digo que sea tema tabú, pero hay que saber cuándo, cómo y por qué incluirlo, tratarlo y retratarlo... No se puede llegar y enchufar como si fuera una figura circular en molde cuadrado) Horroroso, porque la historia de Couve nada tiene que ver con ello y lo de Perelman es una triste y grotesca deformación, muestra de esos errores que le he reprochado; que lo primero es la propuesta fílmica (en tanto lenguaje estético, cinematográfico, etc.) y no la "misión que tiene como película". Al respecto, leer a Couve defendiendo su posición como artista ofrece grandes lecciones; él cree en la fundamental independencia del artista, del autor: yo lo apoyo, lo primero es ser un individuo, tener una visión y encontrar el modo de expresarla. Por cierto que esto no impide que un artista pueda tratar temas políticos, sociales, coyunturales.
La lección de pintura era, fundamentalmente, la historia de un artista prodigioso en un mundo de gente mediocre y simple, de personas casi analfabetas y de ociosa gente adinerada sin talento alguno (aunque no le falten pretensiones), una historia sobre la importancia del arte en el mundo y las personas, del difícil acceso que se tiene a él y de la soledad que envuelve a quienes resultan ser unos genios en distintas materias. Pero no, acá de repente el chico se ve envuelto en las protestas y reformas (hasta hay unos religiosos locos que andan baleando gente) y se habla del arte como ente unificador de ricos y pobres, de empresarios y proletarios, del arte que trasciende clases sociales, del arte simbolizado en este chico cuyo destino todo el pueblo, tanto los campesinos como los "aristócratas", se propone cimentar hacia la consolidación, y así son todos amigos y a unos ya no les da asco las ropas raídas de otros y a los otros ya no les da rechazo el acento siútico de los unos, y bah, aleccionador, simplón, absolutamente todo lo contrario al original de Couve, y como película sola tampoco funciona porque la dirección de Perelman poco tiene que ver con esa poesía de la soledad y desarraigo que ensayara en sus dos primeros filmes, "La lección de pintura" no brilla precisamente por su riqueza estética (luce como esos programas que dan los domingos en la programación cultural, de cine tiene bien poco, y eso que está rodada en 35mm), el guión es esquemático y previsible hasta decir basta (sin mencionar lo cursi, lo meloso, lo...), y de las actuaciones, que dejan mucho que desear, sólo rescato la de Don Diego de Zama, es decir Daniel Giménez Cacho, quien me hace creíble la frustración de su personaje y la ilusión que le causa el talento del chico, pero el resto al olvido, y si querían sonar campesinos... Si creen que así hablan los campesinos (si es por eso tampoco les creo el acento chileno, ni aunque sea de los sesenta ni aunque sea fuera de la ciudad), o tienen el oído atrofiado o sólo conocen campesinos, justamente, por las recreaciones dramáticas de esos programas emitidos los domingos en la parrilla cultural... Cuánta falta les hace leer y "escuchar" novelas y cuentos de Oscar Castro, de Guillermo Blanco, de Ernesto Montenegro, de Daniel Belmar, de Manuel Rojas...
Está todo claro, para qué seguir. Si no quedó peor es porque, literalmente, no se podía adaptar de peor forma el argumento y el fondo de La lección de pintura, y la prosa, la literatura de Adolfo Couve. Malísima.
Pueden ver la película en este enlace.
Si pueden ver la página en sus respectivos países, en este enlace pueden descargar las obras completas de Couve de forma legal y gratuita.
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