miércoles, 26 de diciembre de 2018

Don't Worry, He Won't Get Far on Foot - 2018


Director: Gus Van Sant


Siempre se puede soñar, más ahora que hay esperanza, que hay esperanzas, maldita sea ahora todo es posible, el cielo es el límite, ¿no sería hermoso? Los pajaritos cantan, el viento mece las hojas de los árboles, el cielo despejado tiene rellenitas y esponjocitas y suavecitas nubes que sería un gusto apretujar a manos llenas, o mejor, asfixiarse entre ellas... Oh, la vida...
Mientras esa noticia me hace más ilusión de lo que esperaba y de lo recomendable, hoy les comento esta película, cuyo título ya está escrito, es demasiado largo como para escribirlo otra vez; iba a ver otra película, con suerte la de mañana, pero tres, cuatro interrupciones me dijeron "hoy no es el día, cómete esa niño" así que bueno, a ver lo nuevo de Gus Van Sant, director antaño interesante que se ha marcado una década, dirían algunos, para el olvido (debo decir que, con lo mal que la pintaban, "The Sea of Trees" no me pareció tan horrorosa). Les prometo lo siguiente: a lo largo del próximo año veré y comentaré, primero, sus tres primeras películas ("Mala Noche"; "Drugstore Cowboy"; "My Own Private Idaho"), y luego, esa trilogía ("Gerry"; "Elephant"; "Last Days") que para mí es tetralogía si contamos "Paranoid Park", que en tanto narrativa y ejecución formal comparte bastantes similitudes. Por ahora, hablemos de este biopic sobre la historia de John Callahan, el famoso historietista de viñetas políticamente incorrectas, quien, luego de un accidente en auto queda tetrapléjico, luego de lo cual, para hallarle equilibrio a su vida, lucha contra su alcoholismo y muchas otras cosas más, durante lo cual descubre su pasión por los dibujos.
La película es simpática y bonita, supongo, lo cierto es que cumple lo que promete porque dudo que Gus Van Sant haya querido dotar de gran profundidad y calidad cinematográfica a este relato, así que con tal de inspirar al espectador, de hacerle ver que las dificultades se pueden superar y etcétera, puede darse por satisfecho. Como película, digo, la cosa es bastante simple y el visionado, inofensivo y ameno como es, se pasa volando entre anécdotas, catarsis y una que otro buen chiste. Podría molestarme quizás por ese aire a conferencia de autoayuda que expele, pero no seamos malos, seamos comprensivos, si la película ayuda a alguien, inspira a alguien, quién soy yo para venir a aguar la fiesta, total, como bien dice aquel billonario dueño de empresas de minería casado con la hija de un magnate de la hotelería de lujo, "los sueños sí se cumplen". Lo mejor, sin duda, es ver a Joaquin Phoenix actuar porque aún en un producto tan olvidable e inocuo como este da muestras de su potencia como actor; también aparece el bueno de Jonah Hill y una extrañamente angelical e irreal Rooney Mara.
Nunca está demás que nos digan que somos fuertes y todo eso, pero esperaría algo más de una película (ya lo dice S. Craig Zahler: el cine no debe ser pedagógico), más aún de una película de Gus Van Sant. Lo dicho: bonita y simpática. Nosotros, desde luego, siempre queremos más y no nos contentamos con tan poco. No señor.

2 comentarios :

  1. Gus Van Sant ha sido uno de mis directores de cabecera, un gran autor que me gustaba más cuanto más estupendo se ponía, cuanto más extrañas eran sus obras. La tetralogía que propones me parece genial de principio a fin, cuatro películas originales en su forma cada una de ellas, distintas entre sí: fantásticas. Así que en cuanto pueda intentaré ver este título que comentas, aunque como te pasa a ti, dudo que este director pueda volver a poner toda la carne del asador: la fiera se ha amansado.
    ¡Feliz Navidad, Jimmy!

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    Respuestas
    1. Gus Van Sant tiene grandes obras, es de esos directores que no se contentan ni conforman, siempre resulta valioso autores así, capaces de tomar riesgos cuasi suicidas que muevan al espectador a nuevos territorios. Conozco mucha gente que aborrece "Elephant" y sin embargo me gusta, su osadía me parece deslumbrante y de todas formas un portento narrativo, potente en esa "simplicidad". Con todo, en esta película sigue mostrando cierta sensibilidad, además de dirigir bien actores; Van Sant le da a esta película algo que cualquier otro no hubiera logrado: integridad. A pesar del tono de autoayuda, hay una honestidad de fondo que no deja de resultar conmovedora.
      Gracias por seguir pasando y comentando por acá, es siempre un agrado, y por supuesto
      ¡Feliz Navidad, Año Nuevo y todo lo que siga, amigo Licantropunk!

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Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

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