Estamos ante la última ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Polémica, extensa, absolutamente encantadora, no deja indiferente a nadie. Allá a donde va da que hablar, dejando huella en las mentes de aquellos que tuvieron la fortuna de ver un filme como este.
Y yo que pensaba que no iba a tener la oportunidad de ver esta cinta hasta dentro de muchos meses más. Afortunadamente, apareció de la nada, y ahora les escribo sobre este filme que, sorprendentemente, al menos para mi, no fue nominado a mejor película de habla no inglesa.
"La vida de Adèle" está basada en una novela gráfica llamada "Le bleu est une couleur chaude", de Julie Maroh y lanzada el año 2010. Aunque dicha novela gráfica sea el material de partida, el de inspiración, hay pequeños cambios que hacen grandes diferencias, remarcando que estamos ante dos historias diferentes. Una de Maroh, y otra de Kechiche. Las grandes diferencias surgen ya desde el mismo nombre de cada obra, sugiriendo que cada una tiene como elemento central algo distinto: en la novela gráfica lo central es Emma, quien aparece en la portada y su color de pelo azul es mencionado en el título, con lo que queda claro que el enfoque de dicha obra es la relación que surge entre ambas; la película en cambio deja claro que quien más importa es Adèle, y que Emma es tan importante como en el material de partida, pero finalmente es, al igual que todo, una de tantas cosas que suceden en la vida de alguien.
La otra diferencia es el tramo final, y sin caer en destripes argumentales, nada más les digo que la novela gráfica es mucho más romántica que la película, que tiene un tratamiento más realista de la vida, relacionado a lo anterior: una relación es nada más que una parte integral de la vida, que no se detiene ni por muy profunda que dicha relación sea. El tiempo corre y corre y las cosas avanzan y avanzan.
No obstante, la diferencia más interesante es el cambio de nombre de la protagonista: de Clementine, en la novela gráfica, pasa a llamarse Adèle, que es también el nombre de la actriz que la interpreta, Adèle Exarchopoulos. Este es un hecho más que interesante, ya que dándole a la protagonista el nombre de su actriz, Kechiche no hace más que confirmar que el centro absoluto del relato es la misma Adèle y toda su experiencia, como actriz y como personaje. Adèle es la película, ella contiene toda la magia que la película tiene a montones, y vaya que lo demuestra bien.
Continuando con el pie que dejé en el párrafo anterior, Exarchopoulos está excelente en su rol de Adèle. Se entrega en cuerpo y alma a su rol, dando como resultado una actuación memorable, comprometida, y completamente natural, para nada forzada. Su compañera de rol, Lea Seydoux, está también excelente, dándonos una intensa y potente actuación. Y la relación entre ambas, la química que hay entre ellas es inmensamente convincente, todo fluye naturalmente, como si no estuvieran actuando. Esta es a todas luces una relación a flor de piel. Esto tenía que ser así, porque si no había química habría sido fatal. En cambio, tenemos momentos tan especiales como el primer contacto, ese breve pero intenso cruce de miradas en la calle, cuando Adèle queda cautivada por esa desconocida chica de pelo azulado; o cuando se conocen en el bar, o cuando hablan tiradas en la plaza, mirándose a los ojos sin decir ni una sola palabra. Tan natural como mágica es esta relación, imposible no sentirse enganchado con lo que sigue, y lo que sigue a eso, y lo que sigue a eso, y así hasta que termine.
La otra diferencia es el tramo final, y sin caer en destripes argumentales, nada más les digo que la novela gráfica es mucho más romántica que la película, que tiene un tratamiento más realista de la vida, relacionado a lo anterior: una relación es nada más que una parte integral de la vida, que no se detiene ni por muy profunda que dicha relación sea. El tiempo corre y corre y las cosas avanzan y avanzan.
No obstante, la diferencia más interesante es el cambio de nombre de la protagonista: de Clementine, en la novela gráfica, pasa a llamarse Adèle, que es también el nombre de la actriz que la interpreta, Adèle Exarchopoulos. Este es un hecho más que interesante, ya que dándole a la protagonista el nombre de su actriz, Kechiche no hace más que confirmar que el centro absoluto del relato es la misma Adèle y toda su experiencia, como actriz y como personaje. Adèle es la película, ella contiene toda la magia que la película tiene a montones, y vaya que lo demuestra bien.
Continuando con el pie que dejé en el párrafo anterior, Exarchopoulos está excelente en su rol de Adèle. Se entrega en cuerpo y alma a su rol, dando como resultado una actuación memorable, comprometida, y completamente natural, para nada forzada. Su compañera de rol, Lea Seydoux, está también excelente, dándonos una intensa y potente actuación. Y la relación entre ambas, la química que hay entre ellas es inmensamente convincente, todo fluye naturalmente, como si no estuvieran actuando. Esta es a todas luces una relación a flor de piel. Esto tenía que ser así, porque si no había química habría sido fatal. En cambio, tenemos momentos tan especiales como el primer contacto, ese breve pero intenso cruce de miradas en la calle, cuando Adèle queda cautivada por esa desconocida chica de pelo azulado; o cuando se conocen en el bar, o cuando hablan tiradas en la plaza, mirándose a los ojos sin decir ni una sola palabra. Tan natural como mágica es esta relación, imposible no sentirse enganchado con lo que sigue, y lo que sigue a eso, y lo que sigue a eso, y así hasta que termine.
Hay dos cosas a las que quiero referirme, de las cuales se ha hablado y escrito bastante: la extensa duración de la película y las escenas de sexo.
Con respecto a la duración del metraje, que se extiende hasta los 180 minutos aproximadamente, lo único que debo decir es que, por lo menos a mi, se me han pasado volando. Al igual que Magnolia, Barry Lyndon, El lobo de Wall Street, que son muy buenas películas, las tres horas de duración no me han pesado ni molestado en ningún momento. Estuve enganchado todo el rato con este relato de la vida de Adèle, y cuando se acabó, aunque admito que veía venir ese final -o que contemplaba la posibilidad de que terminara en ese momento-, igualmente me tomó por sorpresa, aunque suene contradictorio.
En cuanto a las escenas de sexo, es aquí donde la cosa se pone un poco más caliente, y hay gran cantidad de diversas opiniones. Tenemos, por ejemplo, la opinión de Julie Maroh, la autora de la novela gráfica en la cual está basado el filme, quien en su momento señaló que dichas escenas eran únicamente para el goce masculino, que no contenían la esencia de su historia, y que el sexo entre mujeres no es así. Tenemos a otros que dicen que en vez de una escena de sexo explícita, habría sido mejor sugerir el deseo sexual entre ambos personajes. Y por último, están los que -me incluyo- piensan que dichas escenas son necesarias.
No hay que negar que las tres posiciones llevan razón en distintos puntos; sobre lo primero, es claro que el sexo entre Adèle y Emma es muy agradable de ver, para qué negarlo, pero decir que ese es su único objetivo u origen es quedarse corto; en cuanto a lo de sugerir, estoy de acuerdo en que sugerir las cosas es una excelente manera de hacer sentir las emociones de los personajes, pero antes de las mencionadas escenas ya se sentía, casi se podía tocar el deseo que se tenían la una a la otra, esas miradas tan penetrantes y llenas de pasión lo decían todo. Además, ¿qué clase de película que se llama "La vida de..." omite un hecho tan importante en la vida de alguien, como es tener sexo por primera vez con ese alguien especial? No habría sido coherente. Mostrar la escena fue esencial tanto para la vida de la protagonista como para nosotros como espectadores.
Llegando a mi posición, y relacionado directamente con lo anterior, pienso que las escenas de sexo son necesarias porque es coherente con la historia que se cuenta, y con el mencionado tratamiento realista de Kechiche: si vemos como Adèle come tallarines con la boca abierta, o como los mocos se le caen y le llegan a la boca cuando llora, o cuando está aburrida en clases, entonces es justificado mostrar cuando tiene sexo con la tipa que le gusta. Que durara diez minutos no tiene nada de malo, y si bien es explícito, no es hardcore. En cuanto a si las mujeres tienen sexo de la forma retratada o no, me parece que no hay manuales ni procedimientos a la hora de tirar con alguien.
Debo admitir, eso sí, que cuando tienen sexo luego de la cena con los padres de Emma, esa escena me resultó menos justificada y necesaria que las otras, pero, y aunque me lleve la contra, tiene sentido que esté ahí, ya que es una comparación en como ambas tienen sexo en las casas de sus respectivos padres. A escondidas, y sin tener que esconderse.
Todo lo anterior, las polémicas sobre el sexo lésbico, etc., pueden desviar la mirada de lo que de verdad es importante, ya que como dijo la actriz principal alguna vez, esta película "no es militante", no es sobre lesbianas, es sobre el amor, la pasión, y la vida en general. Claro que lo central es la relación entre Adèle y Emma, pero es importante porque significa que la primera se va conociendo a sí misma, aceptándose como es, aceptando y construyendo su vida, que consta de momentos que ojalá nunca terminaran, o de otros que ojalá nunca hayan sucedido, momentos que finalmente son granos de arena que caen unos sobre otros, enterrando algunos en las profundidades insondables del pasado, y dejando a otros en la superficie de la memoria. La vida es así, no termina con el corte a negro final. Quizás ese es un punto aparte y nada más. La vida sigue aunque no todo sea color de rosa.
Para ir terminando, a Julie Maroh no le gustó el resultado final, pero es comprensible, ya que no es una adaptación literal de su obra. La película de Kechiche es distinta, y no deben confundirse.
En cuanto a su no nominación a mejor película de habla no inglesa, busqué y vi que no fue un desaire de parte de la academia, sino que no fue nominada porque no cumplió con la regla que establece la fecha límite de estreno en el país. La película fue estrenada una semana después del plazo final, y fue así porque, tal como dijeron en la distribuidora de la película, "un Oscar nos importa una mierda, no aporta más que una Palma dorada de Cannes". No fue un desaire de la academia a la película, fue al revés, jaja.
Y por último, excelente y muy encantadora película. No le sobra ningún minuto, y se pasa volando.
Con respecto a la duración del metraje, que se extiende hasta los 180 minutos aproximadamente, lo único que debo decir es que, por lo menos a mi, se me han pasado volando. Al igual que Magnolia, Barry Lyndon, El lobo de Wall Street, que son muy buenas películas, las tres horas de duración no me han pesado ni molestado en ningún momento. Estuve enganchado todo el rato con este relato de la vida de Adèle, y cuando se acabó, aunque admito que veía venir ese final -o que contemplaba la posibilidad de que terminara en ese momento-, igualmente me tomó por sorpresa, aunque suene contradictorio.
En cuanto a las escenas de sexo, es aquí donde la cosa se pone un poco más caliente, y hay gran cantidad de diversas opiniones. Tenemos, por ejemplo, la opinión de Julie Maroh, la autora de la novela gráfica en la cual está basado el filme, quien en su momento señaló que dichas escenas eran únicamente para el goce masculino, que no contenían la esencia de su historia, y que el sexo entre mujeres no es así. Tenemos a otros que dicen que en vez de una escena de sexo explícita, habría sido mejor sugerir el deseo sexual entre ambos personajes. Y por último, están los que -me incluyo- piensan que dichas escenas son necesarias.
No hay que negar que las tres posiciones llevan razón en distintos puntos; sobre lo primero, es claro que el sexo entre Adèle y Emma es muy agradable de ver, para qué negarlo, pero decir que ese es su único objetivo u origen es quedarse corto; en cuanto a lo de sugerir, estoy de acuerdo en que sugerir las cosas es una excelente manera de hacer sentir las emociones de los personajes, pero antes de las mencionadas escenas ya se sentía, casi se podía tocar el deseo que se tenían la una a la otra, esas miradas tan penetrantes y llenas de pasión lo decían todo. Además, ¿qué clase de película que se llama "La vida de..." omite un hecho tan importante en la vida de alguien, como es tener sexo por primera vez con ese alguien especial? No habría sido coherente. Mostrar la escena fue esencial tanto para la vida de la protagonista como para nosotros como espectadores.
Llegando a mi posición, y relacionado directamente con lo anterior, pienso que las escenas de sexo son necesarias porque es coherente con la historia que se cuenta, y con el mencionado tratamiento realista de Kechiche: si vemos como Adèle come tallarines con la boca abierta, o como los mocos se le caen y le llegan a la boca cuando llora, o cuando está aburrida en clases, entonces es justificado mostrar cuando tiene sexo con la tipa que le gusta. Que durara diez minutos no tiene nada de malo, y si bien es explícito, no es hardcore. En cuanto a si las mujeres tienen sexo de la forma retratada o no, me parece que no hay manuales ni procedimientos a la hora de tirar con alguien.
Debo admitir, eso sí, que cuando tienen sexo luego de la cena con los padres de Emma, esa escena me resultó menos justificada y necesaria que las otras, pero, y aunque me lleve la contra, tiene sentido que esté ahí, ya que es una comparación en como ambas tienen sexo en las casas de sus respectivos padres. A escondidas, y sin tener que esconderse.
Todo lo anterior, las polémicas sobre el sexo lésbico, etc., pueden desviar la mirada de lo que de verdad es importante, ya que como dijo la actriz principal alguna vez, esta película "no es militante", no es sobre lesbianas, es sobre el amor, la pasión, y la vida en general. Claro que lo central es la relación entre Adèle y Emma, pero es importante porque significa que la primera se va conociendo a sí misma, aceptándose como es, aceptando y construyendo su vida, que consta de momentos que ojalá nunca terminaran, o de otros que ojalá nunca hayan sucedido, momentos que finalmente son granos de arena que caen unos sobre otros, enterrando algunos en las profundidades insondables del pasado, y dejando a otros en la superficie de la memoria. La vida es así, no termina con el corte a negro final. Quizás ese es un punto aparte y nada más. La vida sigue aunque no todo sea color de rosa.
Para ir terminando, a Julie Maroh no le gustó el resultado final, pero es comprensible, ya que no es una adaptación literal de su obra. La película de Kechiche es distinta, y no deben confundirse.
En cuanto a su no nominación a mejor película de habla no inglesa, busqué y vi que no fue un desaire de parte de la academia, sino que no fue nominada porque no cumplió con la regla que establece la fecha límite de estreno en el país. La película fue estrenada una semana después del plazo final, y fue así porque, tal como dijeron en la distribuidora de la película, "un Oscar nos importa una mierda, no aporta más que una Palma dorada de Cannes". No fue un desaire de la academia a la película, fue al revés, jaja.
Y por último, excelente y muy encantadora película. No le sobra ningún minuto, y se pasa volando.
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