Director: Don McKellar
Más películas ligeras, pues claro que sí, maldición. "Last night" pudo haber sido algo genial, la premisa invitaba al optimismo -qué irónico, uy-; lo que pudo haber sido una honesta, personal y profunda reflexión, en realidad es, de inicio a fin, un conservador y cobarde relato sobre el amor que todo lo vence disfrazado de relato desprejuiciado, desenfadado y semi-cómico, que por lo demás carece de pulso narrativo. La opera prima de Don McKellar, más actor que director, es una completa decepción. Otra más, como es la tónica de estos días, aunque está claro que yo solito me metí en todo esto. Vendrán tiempos mejores, oh sí...
El mundo se va a acabar, va a llegar a su fin, todo se va a destruir, y en el último día -más bien las últimas seis horas-, un puñado de personajes pasarán los últimos instantes de sus vidas como más les acomode, aunque tampoco es que todos los planes vayan a salir como fueron pensados. Hasta se pueden enamorar de la tipa esa que anda caminando por allá...
El gran problema de "Last night" es que durante casi todo el metraje el director parece querer eludir todo tipo de meditación existencial, prefiriendo las anécdotas o los sucesos sin importancia, como si el fin del mundo fuera poca cosa: ¿no son todos los días un potencial final? Y, a decir verdad, la propuesta no tiene nada de malo; el asunto es que cuando no respetas esa propuesta y careces de talento narrativo -aunque habían imágenes que parecían contener algo, eso no lo negaré-, pues entonces no le dejas muchas opciones a tu película salvo generar impaciencia por el final y mucho letargo. Tampoco es que "Last night" sea insoportable, pero le mediocridad es innegable. Así, mejor vayamos por partes:
Don McKellar carece de todo sentido del relato, su película no tiene ni atmósfera -algo terrible cuando el fin del mundo propicia el desgobierno y la histeria contenida, como se ve- ni causa expectación -como digo, las continuas referencias a la cercanía del final generan impaciencia en vez de nerviosismo o sobrecogimiento, no como en "High noon", en el que hay un manejo del tiempo excepcional-, y la acción consiste básicamente en ver a gente común y corriente hacer cosas comunes y corrientes mientras otras personas hacen destrozos y más. McKellar pretendía "filmar" este particular fin del mundo desde una mirada tragicómica -con más énfasis en la supuesta comicidad que causa ver la "normalización" del final definitivo-, pero, sumado a las carencias narrativas del sujeto este, no se puede percibir ni sentido del humor ni trasfondo trágico: pura planicie conceptual, personajes sin personalidad, etc. Ahora bien, todo esto empeora cuando la trama parece querer desarrollar conflictos algo más serios, "más dramáticos" o "trágicos", como el interesante pero insuficiente -y mal ejecutado- dilema en que se ve envuelto cerca del final el personaje llamado Patrick, que a su vez se enamora de una china que, además de actuar muy mal -como el resto del reparto, salvo mi querida Sarah Polley, que tampoco aparece mucho-, se desespera porque no puede encontrar a su esposo. Luego comenzamos a conocer más a esta gente, con sus dolores y todo eso, pero francamente la cosa ya no funciona. McKellar contraviene todos sus principios de manera radical, y del pobre nihilismo desplegado nos movemos a... no sabría como decirlo... Digamos que es, más o menos, cuando un sujeto afirma que no se quiere enamorar porque no vale la pena y, a la escena siguiente, comienza a babear y llorar por la primera mujer que le hable, ante la cual tiene el irrefrenable deseo de contar todas sus intimidades. No lo comprendo. De todas formas "Last night" me gusta poco y nada porque está mal contada, más que por no tener una visión sólida detrás, aunque a decir verdad todas estas consideraciones dan lo mismo: "Last night" es mala y punto. Quizás lo que se quiso decir es que da lo mismo si es el fin del mundo o no, pues siempre es tiempo de cambiar y ser feliz, y por eso el director trata de restarle importancia a los alcances psicológicos o sociológicos del final.
En fin, si bien es curiosa, "Last night" no deja de ser intrascendente, melosa, incoherente, floja, gris, plana, mediocre, y tremendamente olvidable. Tiene momentos -como el de la escopeta, o el de las señoras mirando videos antiguos-, aparece David Cronenberg y su muy apuesto rostro, y casi tuvo un buen final, pero la cobardía y el conservadurismo disfrazado de criticismo de McKellar pudo más: la cursilería ganó, los lugares comunes también, y ciertamente la manipulación emocional barata. Si quieren ver un buen fin del mundo, les recomiendo sin pensarlo dos veces la notable "Miracle Mile".
El mundo se va a acabar, va a llegar a su fin, todo se va a destruir, y en el último día -más bien las últimas seis horas-, un puñado de personajes pasarán los últimos instantes de sus vidas como más les acomode, aunque tampoco es que todos los planes vayan a salir como fueron pensados. Hasta se pueden enamorar de la tipa esa que anda caminando por allá...
El gran problema de "Last night" es que durante casi todo el metraje el director parece querer eludir todo tipo de meditación existencial, prefiriendo las anécdotas o los sucesos sin importancia, como si el fin del mundo fuera poca cosa: ¿no son todos los días un potencial final? Y, a decir verdad, la propuesta no tiene nada de malo; el asunto es que cuando no respetas esa propuesta y careces de talento narrativo -aunque habían imágenes que parecían contener algo, eso no lo negaré-, pues entonces no le dejas muchas opciones a tu película salvo generar impaciencia por el final y mucho letargo. Tampoco es que "Last night" sea insoportable, pero le mediocridad es innegable. Así, mejor vayamos por partes:
Don McKellar carece de todo sentido del relato, su película no tiene ni atmósfera -algo terrible cuando el fin del mundo propicia el desgobierno y la histeria contenida, como se ve- ni causa expectación -como digo, las continuas referencias a la cercanía del final generan impaciencia en vez de nerviosismo o sobrecogimiento, no como en "High noon", en el que hay un manejo del tiempo excepcional-, y la acción consiste básicamente en ver a gente común y corriente hacer cosas comunes y corrientes mientras otras personas hacen destrozos y más. McKellar pretendía "filmar" este particular fin del mundo desde una mirada tragicómica -con más énfasis en la supuesta comicidad que causa ver la "normalización" del final definitivo-, pero, sumado a las carencias narrativas del sujeto este, no se puede percibir ni sentido del humor ni trasfondo trágico: pura planicie conceptual, personajes sin personalidad, etc. Ahora bien, todo esto empeora cuando la trama parece querer desarrollar conflictos algo más serios, "más dramáticos" o "trágicos", como el interesante pero insuficiente -y mal ejecutado- dilema en que se ve envuelto cerca del final el personaje llamado Patrick, que a su vez se enamora de una china que, además de actuar muy mal -como el resto del reparto, salvo mi querida Sarah Polley, que tampoco aparece mucho-, se desespera porque no puede encontrar a su esposo. Luego comenzamos a conocer más a esta gente, con sus dolores y todo eso, pero francamente la cosa ya no funciona. McKellar contraviene todos sus principios de manera radical, y del pobre nihilismo desplegado nos movemos a... no sabría como decirlo... Digamos que es, más o menos, cuando un sujeto afirma que no se quiere enamorar porque no vale la pena y, a la escena siguiente, comienza a babear y llorar por la primera mujer que le hable, ante la cual tiene el irrefrenable deseo de contar todas sus intimidades. No lo comprendo. De todas formas "Last night" me gusta poco y nada porque está mal contada, más que por no tener una visión sólida detrás, aunque a decir verdad todas estas consideraciones dan lo mismo: "Last night" es mala y punto. Quizás lo que se quiso decir es que da lo mismo si es el fin del mundo o no, pues siempre es tiempo de cambiar y ser feliz, y por eso el director trata de restarle importancia a los alcances psicológicos o sociológicos del final.
En fin, si bien es curiosa, "Last night" no deja de ser intrascendente, melosa, incoherente, floja, gris, plana, mediocre, y tremendamente olvidable. Tiene momentos -como el de la escopeta, o el de las señoras mirando videos antiguos-, aparece David Cronenberg y su muy apuesto rostro, y casi tuvo un buen final, pero la cobardía y el conservadurismo disfrazado de criticismo de McKellar pudo más: la cursilería ganó, los lugares comunes también, y ciertamente la manipulación emocional barata. Si quieren ver un buen fin del mundo, les recomiendo sin pensarlo dos veces la notable "Miracle Mile".
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...