Director: Kinji Fukasaku
¿Primera película del '68 que se comenta por acá? Miren ustedes, quién lo diría... "Blackmails is my life" es una de las tantas películas que el prolífico Kinji Fukasaku, conocido y más o menos alabado/recordado por la horrorosa (de mala) "Battle Royale", la mejor película de los últimos 20 o 25 años según Tarantino (...), hizo entre mediados de los sesenta e inicio de los ochenta, su período más productivo. ¿Es Kinji Fukasaku un director dotado capaz de convertir en oro la cosa más inane? Si es capaz de hacerlo, "Blackmails is my life" no será la película que argumente tal afirmación, y es que en este blog no hemos sido muy amigables con Fukasaku, aunque, eso sí, se le aprecia bastante a pesar de los discretos filmes en su haber. "Kataku no hito" es una de las grandes y hermosa películas que hizo, por ejemplo, para que no todo sea tan malo, y las dos primeras entregas de "Yakuza Papers", no comentadas por acá, también son un excelente pedazo de cine yakuza. Por desgracia, no estamos en el post de "Kataku no hito" ni de alguna "Yakuza Papers"...
Cuatro amigos japoneses sin oficio ni beneficio deciden ganar dinero y vivir la vida loca mediante el chantaje, lo que les permite vivir con bastante comodidad, si hasta son dueños de un restaurante, vamos. Pero la gente siempre quiere más, los típicos chantajes de maridos que visitan prostitutas ya no son suficientes, y los objetivos crecen en poder y peligrosidad, pero anda a decirle algo a estos jóvenes, anda a decires que se cuiden, que estudien o trabajen, que se casen y dejen las drogas, que no se tatúen o agujereen...
El inicio de "Blackmail is my life", digamos los primeros cinco minutos (quizás diez, pero la memoria me falla con películas tan intrascendentes), parecía levemente prometedor, presentándonos los elementos en clave comedia negra desenfadada y mordaz, ya saben, los personajes, su entorno y, sobre todo, la manera en que ven y viven sus trabajos, los chantajes. Daba la impresión de que este grupo de "simpaticones" sinvergüenzas iba a tener aventurillas con ciertas complicaciones que, no obstante, no mermarían demasiado el grupo y, finalmente, conformarían un cocktel de diversión como conjunto. Pero esta supuesta declaración de intenciones no es más que un paso en falso, pues todo lo que sigue es un mar de superficialidad y planicie argumental y narrativa. Para empezar, los personajes, una vez pasada la divertida y ligera presentación, se revelan como unos protozoos sin personalidad ni profundidad, planos hasta el hartazgo y sin rasgo de comicidad (terrible considerando la manera en que se nos presentaron, reitero). El conflicto es difuso: el protagonista, el aparente fundador del grupito este, antes de dedicarse al chantaje era otro joven más que debía ganarse la vida de mesero, limpiador de retretes y otras cosas por el estilo, sin duda producto, imagino (acá hago uso de la cultura general que me otorgan los filmes japoneses que retratan, con mayor o menor grado de crítica, las dificultades económicas de la época, entre cuyas consecuencias podemos encontrar la formación de la mafia yakuza, a juzgar por la cantidad de familias y miembros, la mayor fuente de empleo para jóvenes y veteranos de guerra), del desinterés del gobierno japonés. Pero ¿vemos un dilema moral acá? No realmente. Entonces la cosa quizás se centre más en el grupo, en eso de la amistad y el estrecho lazo afectivo que surge entre estos extraños... ¿Un conflicto eminentemente personal, íntimo? Por ahí va, más o menos (sigo dudando), la cosa, supongo, pero es algo que se toca muy de vez en cuando y en los momentos en que a Fukasaku le da por ponerse meloso y melancólico, un rasgo inherente de su cine o, en su defecto, su dilatada obra, y lo que queda bien cuando la película en cuestión da espacio para tales efectos, a todas luces, no el presente caso... Finalmente podríamos decir que el conflicto es, simplemente, el gran chantaje que uno asume será el eje central del relato, pero ni eso vemos. ¿Qué demonios vemos, entonces? Unos cuantos recuerdos de cómo comenzaron en el negocio, luego una lucha con la competencia de chantaje, luego un feudo con unos yakuzas que sorprendentemente son vapuleados por cuatro patanes, y finalmente un gran asalto entre estos poderosos y las altas esferas del poder político. ¿Nos importan estos miniconflictos? No, primero porque no son atractivos ni presentan una construcción dramática apropiada y sólida (tensión nula, nulísima), y segundo, parte esencial de lo primero, porque los personajes son planos planísimos. Un tercer motivo vendría por cuenta de Fukasaku, que a pesar de dirigir con energía e intención (se notaba que intentaba hacer algo bueno de todo esto, triste decirlo), no logra rasgar la superficie de las cosas, y lo único que vemos es la vacua estilización de lo amoral y la violencia, banalizada de tal manera que nada de esto nos parece grave ni digno de ser contado. Pero como no ando claro hoy, lo peor es que el relato intente pasar, de manera caótica e incoherente, del drama (¿?) de este grupo (es que los pobres sufren mucho cuando las consecuencias de sus nobles actos llegan a tocar el timbre de la casa) a la comedia negra desenfadada y divertida. Pero de divertido nada, mucho menos de trascendente o dramático o personal o lo que sea. A fin de cuentas tenemos un relato sin coherencia interna que avanza a trompicones, "hilando" multitud de hechos sin fondo común, por lo demás hechos inverosímiles (surgen personajes que saben todo de todos, estos muchachos que vencen poderosos mafiosos...), y que en sus peores momentos excreta un asqueroso tufo a moralina barata, si hasta en una escena uno del grupo, que era un ex-yakuza, dice "no somos asesinos, solo chantajistas", y me imagino que siendo yakuza el tipo ese caminaba por las calles repartiendo flores y fideos para los pobres y deudores. Desde luego, ni yo ni Fukasaku somos imbéciles, y no me pasó inadvertido el hecho de que el japonés quería criticar su sociedad, su sistema y la forma en que está todo, pero el argumento es malo, la ejecución es insuficiente, y la crítica no se hermana con el componente narrativo/dramática, así que acá lo tienen, una película fallida por donde se le mire. No se arriesguen, pero quién soy yo para dar esta clase de consejos...
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