The Affair - Temporada 2

Creadores: Sarah Treem & Hagai Levi

  Hoy es navidad y ésta es la entrada número 300 del año, así que supongo que es un día especial. Me hubiese gustado celebrarlo con una película apropiada, pero ya saben que la disciplina no es lo mío. Creo que este lunes recién pasado les comentaba la primera temporada de "The Affair" y lo bastante que me había gustado, por lo que el comentario de la segunda no se iba a hacer esperar. No sé si yo soy el iluso o simplemente soy alguien difícil de complacer, pero no he quedado conforme con esta temporada; se pasa un buen rato, sí, hasta cierto punto engancha, pero la serie ya no es lo mismo que en un inicio y carece de ese ingrediente único que la caracterizaba en la primera, hasta me hace cuestionar todo lo que valoré positivamente la primera vez, como si me hubiese dejado engañar por una propuesta que no puede sostener el engaño más allá de los primeros diez episodios. La T2 es el incremento de las debilidades y la disminución de las fortalezas, y eso es lamentable, porque se tenía algo muy bueno entre manos, creo...

  A repetir sinopsis, aunque algo más avanzada: veremos los efectos que la aventura de Noah y Alison tiene en sus respectivas vidas, afectando hijos, parejas, amigos, etc. Además, un misterio se irá resolviendo mientras promete complicar aún más la vida de nuestros atribulados protagonistas.

  Siempre lo supe, siempre estuvo ahí: "The Affair" no es más que un culebrón, pero, al menos en su primera temporada, un culebrón muy emocionante y humano que genuinamente lograba insertarse en la psiquis de sus personajes, en las dinámicas interpersonales, en la cotidianidad misma como conflicto; por desgracia, ya en la segunda temporada es uno de esos culebrones morbosos que pretenden epatar más por sus rebuscados enredos que por el "sentimiento" que sus personajes expulsan, no sin escándalo, a través de lágrimas, recriminaciones y engaños. Digo, si ya el punto de partida es elucubrado (él, escritor pronto a conocer la fama, padre de cuatro hijos, de pasado pobre y casado con una millonaria hijo de un famoso escritor; ella, una solitaria cuyo matrimonio va mal porque hace tiempo perdió a un hijo), aunque verosímil dado el contexto/género, lo que iremos viendo a lo largo de esta temporada comienza a superar los límites de lo creíble y la paciencia, lo relativamente convincente; es que sumado al misterio que poco a poco se irá esclareciendo (que también tiene giros alocados e impensados), hay tantas pero tantas vueltas que ignoran detalles nimios pero importantes en un relato "íntimo" (como los hijos, el trabajo, incluso el dinero que tanto derrochan), que el mareo e incredulidad es la sensación generalizada, aceptemos de buena gana o no los acontecimientos. Allá donde había sensibilidad, acá hay exceso. No tanto para llegar a ser cursi, empalagoso, pero vamos, ni rastro de la sutilidad de antaño. Parte de esto es debido a que, una vez conocidas las grandes consecuencias del adulterio, esta temporada, sin abandonar del todo la exploración emocional y psicológica de sus personajes (por qué hacen tal o cual cosa, qué sienten, etc.), determina como principal motor narrativo el misterio/caso judicial que tiene a Noah hasta el cuello, reduciendo acciones y decisiones a un simple mecanismo de acción/reacción. Esta temporada, más que un drama intimista, es un thriller melodramático de lo más tópico y superficial que se pueda ver, utilizando los típicos mecanismos del género pero en sus niveles más funcionales y convencionales: incógnita por allá, incógnita por acá, un entramado que aumenta (ahora las miradas de Helen y Cole, los engañados, expanden los ángulos narrativos) para poder entregar más pistas y respuestas que, ya digo, exploración emocional y psicológica (que está y ofrece excelentes momentos, pero como no está en primer lugar, carece de ulterior importancia e impacto). Cansa que lo que mueva al relato no sea esa compleja red de sentimientos desplegados previamente, sino una inercia dramática iterativa y errática (¿cuántas veces va Alison a engañar a la pareja de turno, cuántas veces hará Noah lo mismo?) obsecuente del burdo misterio y no del elemento humano, que como ya no está con tanta fuerza, entonces nos deja huérfanos de esa deliciosa y dolorosa atmósfera de soledad y desamparo que solía causar tanta empatía e identificación en el espectador. Otro aspecto que ayuda a disminuir el impacto y la sorpresa es que la mencionada estructura pierde novedad y también la variedad interpretativa de las distintas miradas en juego (una paradoja considerando que aumentan al doble), cuyas diferencias, insisto, se centran más en la confrontación causal que en reflexiones sobre la comunicación, la subjetividad y el valor de la memoria. Como curiosidad, acá se resuelve el misterio (no lo que pensaba, tampoco una sorpresa, ni siquiera realmente impactante), así que por esta parte no quedarán colgando; lo que sí, y que creo será la gran gracia de la tercera temporada, es que aún falta el litigio judicial. ¿Se vendrá un courtroom drama puro y duro? Sería divertido, claro, ¿pero seguiría siendo el "The Affair" que tanto nos encantó en sus albores?