Director: Alfred Hitchcock
Malditos rusos que hacen que el visitómetro se vuelva loco, y apuesto a que ninguna de esas visitas son estrictamente reales, digo, ¿cuánta gente que vive en Rusia adquiere un repentino e improbable gusto en mi blog? Después los de blogger creen que ando haciendo trampa y recurriendo a mecanismos sucios para incrementar visitas... En cualquier caso, supongo que tamañas anomalías no deberían afectar el curso normal de este blog, así que pasemos a lo que nos importa con una de las primeras películas de Hitchcock, de su época muda, nada menos.
"Downhill" comienza como una simpática comedia romántica sobre los enredos juveniles de unos chicos de clase alta, amigos los dos, que se pelean a una misma mujer, sin importar mucho las diferencias sociales entre sí. De esta forma, tanto el estudioso e intelectual como el deportista y capitán del equipo de fútbol americano desean a una camarera que también hace de sirvienta en el caro y elegante internado masculino en el que estudian. Pero la inocente invitación de la chica deviene en una acusación que pondrá en terribles problemas a aquel en quien recaiga, y a partir de ahí la vida de éste irá cuesta abajo, como en una pendiente, en una espiral de decadencia y deshonra, tal como sugiere el título. La premisa del film es la siguiente (más o menos, apelo a la memoria): dos amigos unidos por un pacto de lealtad; uno sólo lo respeta, pero deberá pagar un alto precio. Luego de la debacle, el triste y trágico vagar del afectado por los bajos fondos de la ciudad, cayendo cada vez más bajo, aparentemente sin salida...
"Downhill" ofrece varios apuntes interesantes, el primero de ellos, el asombroso y potente uso que Hitchcock hace de los encuadres y de los movimientos de cámara, especialmente aquellos dolly que acrecentaban el poderío dramático cuando la chica lanza la acusación. El uso de las sombras, las luces, entre otros, demuestran el tempranamente amplio dominio del lenguaje visual del célebre director, quien resuelve los momentos álgidos con una puesta en escena casi intachable, en la que también destaca la utilización del suspenso y la incógnita como catalizadores, agentes psicológicos de la progresiva locura del acusado/desterrado. Es curioso que las primeras películas de Hitchcock que no son estrictamente de suspenso (como "The Lodger") aglutinen elementos de variados tipos de relato, y es que, ya les digo, "Downhill" pasa de la comedia romántica al drama de tomo y lomo, atravesando el suspense, la intriga cuasi conspiracional, la certera y severa crítica social, y una suerte de thriller psicológico. Se vio en "The pleasure garden" y se ve en ésta, y estoy seguro que lo veremos en las otras venideras. No es que me queje, por favor, aunque sí hay que señalar que, como conjunto, la presente necesita un manto unificador más tonal que únicamente argumental. No por nada el inicio (el segmento titulado El mundo de la juventud) es el mejor de los tres, aprovechando al máximo sus facultades dramáticas y trágicas. Los segmentos posteriores son interesantes, incluyen dardos a la burguesía y su predilección por lo artificial, el negocio de las apariencias, además de unos llamativos despistes visuales (la primera escena del segundo segmento, El mundo de las apariencias), pero por alguna razón los encuentro menos intensos que el primero, que es cuando ocurre la acusación y el destierro, ciertamente lo mejor resuelto del film. En resumen, algo más de cohesión habría sido espectacular, pero los resultados finales no son en lo absoluto desdeñables.
Como sea, no tiene desperdicio alguno el visionado del auge y caída de un joven que lo tenía todo por delante, y que por lealtad al amigo cae en una espiral de decadencia y pobreza. Qué no tiene "Downhill".
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