Director: Danny Boyle
Debo andar muy perezoso en estos días de re-visionados, de volver a ver aquellas películas que en su momento me gustaron, me inspiraron. "Trainspotting", segundo largometraje de Danny Boyle, adaptación de la novela homónima de Irvine Welsh (una vez un compañero de colegio me dijo que me la iba a prestar pero luego se le "olvidó" y me quedé sin una lectura que considero obligatoria), la vi en la tele hace ya bastantes años, probablemente seis o siete, desesperado por poder tachar uno de los tantos títulos escritos en una pequeña lista de imprescindibles que confeccioné, para así poder pasar al siguiente, aunque todo era bastante desordenado toda vez que dependía de la programación de la tele, que no funciona de acuerdo a mis deseos, claramente. Vi "Trainspotting" y yo, que apenas tenía unas cinco películas en mi haber, sentí que estaba dando grandes pasos, recorriendo grandes distancias, cumpliendo grandes metas. Supongo que por alguna parte debemos empezar, y ahora que la he vuelto a ver puedo decir que me sentí igual de entusiasmado que aquella primera vez. "Trainspotting" no envejece. "Trainspotting" tendrá la misma incontenible energía en cincuenta años más. Ver "Trainspotting" es adentrarse seriamente en los vastos terrenos del cine, aunque sea a la mala y a empujones. A veces no hay otra forma de hacerse ver y oír.
Pensamientos azarosos:
Lo sentí en el primer visionado y lo vuelvo a sentir: la película se pasa volando. La primera vez, cuando terminó, pensé "wow, ¿estamos hablando de una película de noventa minutos?". Ahora, ya conocidas las etapas del relato, pensaba "¿pero ya estamos en el tramo final? ¿Tan rápido?". No puede ser de otra forma con "Trainspotting", película de ritmo desenfrenado y frenético incluso en sus momentos más contemplativos y dados a la quietud, a la reflexión, al pensamiento. Será su naturaleza y filosofía adictiva y temeraria que hace del tiempo algo inescrutable.
Ese mismo año, Robert Carlyle protagonizaba "Carla's song", horripilante película de Ken Loach que no le recomiendo ni a mi peor enemigo. Traigo esto a colación porque en la de Loach, Carlyle es un simpático y bonachón conductor de autobús que se enamora de una inmigrante centroamericana; bien afeitado y peinado (con una vida tranquila y relativamente modelo), actúa con ternura y solidaridad para con su enamorada, y también con los demás. Acá, en cambio, Carlyle, de aspecto más duro y violento (bigote típico de psicópata, cabello peinado "con estilo" matón), de voz más profunda y ronca, actúa de manera amenazante e intimidante hacia el resto, pasando a llevar a quien sea sin la menor discriminación. No sabía que ambos personajes eran interpretados por el mismo actor, pero cuando lo supe vaya que me llevé una sorpresa de aquellas. Yo creo que Carlyle prefiere al ultraviolento Begbie que al ultracursi... ¿cómo se llamaba ese conductor? En fin, ya ven ustedes...
Ahora, la "reseña" propiamente tal:
"Trainspotting" nos narra las miserias y las desdichas de un variopinto grupo de amigos (o colegas) escoceses ahogados en existencias grises y monótonas, algunos de ellos, como Renton (Ewan McGregor, el protagonista), recurriendo a la heroína (entre otras drogas). Es el cruento día a día que se va haciendo mucho más cruento a medida que la mierda comienza a caer a cántaros. En realidad el duro retrato va mucho más allá y apunta a una cosmovisión tan amarga como romántica sobre el ser escocés (o un tipo de escocés, claro), sobre una realidad marginal tan hermética y agobiante que la única salida, desesperada por lo demás, es el camino de las drogas o la violencia o el alcohol, finalmente un círculo vicioso. Igual a lo mejor es la realidad en general, una realidad que se replica en Edimburgo, en New York, en L.A., etc... Quizás por ello "Trainspotting" es tan buena, tan universal: es la vida del drogadicto, del ocioso, del perdedor, cada uno separado del mundo y consumido por el propio. La experiencia de Renton y compañía, tan hilarante como brutal y desgarradora, es un ahogado grito de ayuda que se queda sin ser oído, y la estilización a la que Danny Boyle somete su film parece ser el único vehículo que visibilice este descenso a los infiernos, incluso con su apariencia "despreocupada", así que olviden eso de que "Trainspotting" es un simple ejercicio de estilo, aunque si lo fuera, al menos no uno cualquiera, miren que hay multitud de secuencias infernalmente imaginativas y originales que nos sumergen en esta alucinógena y lisérgica espiral descendente musicalizada de forma genial, pero sobre todo, con una honestidad descarnada al momento de construir o pintar su retrato, desinteresada de todo discurso moral o moralizante, pues para llegar al núcleo de la cuestión primero hay que transgredir y cruzar límites sin consideración alguna.
Después muchos han intentando imitar "Trainspotting" por los cuatro costados (ejem... "Spun"... ejem...), pero hay una verdad absoluta: "Trainspotting" es una sola, única e irrepetible. ¿Cómo será la segunda parte que ya se prepara? Esperamos con ansias...
"Trainspotting" es una genialidad multiplicada por mil, y creo que aún así nos quedamos cortos. ¿Hay algo mejor que "Trainspotting"? Sí: haber visto "Trainspotting" el año de su estreno, el año en que llegó al mundo, gritando y golpeando con todo.
Pensamientos azarosos:
Lo sentí en el primer visionado y lo vuelvo a sentir: la película se pasa volando. La primera vez, cuando terminó, pensé "wow, ¿estamos hablando de una película de noventa minutos?". Ahora, ya conocidas las etapas del relato, pensaba "¿pero ya estamos en el tramo final? ¿Tan rápido?". No puede ser de otra forma con "Trainspotting", película de ritmo desenfrenado y frenético incluso en sus momentos más contemplativos y dados a la quietud, a la reflexión, al pensamiento. Será su naturaleza y filosofía adictiva y temeraria que hace del tiempo algo inescrutable.
Ese mismo año, Robert Carlyle protagonizaba "Carla's song", horripilante película de Ken Loach que no le recomiendo ni a mi peor enemigo. Traigo esto a colación porque en la de Loach, Carlyle es un simpático y bonachón conductor de autobús que se enamora de una inmigrante centroamericana; bien afeitado y peinado (con una vida tranquila y relativamente modelo), actúa con ternura y solidaridad para con su enamorada, y también con los demás. Acá, en cambio, Carlyle, de aspecto más duro y violento (bigote típico de psicópata, cabello peinado "con estilo" matón), de voz más profunda y ronca, actúa de manera amenazante e intimidante hacia el resto, pasando a llevar a quien sea sin la menor discriminación. No sabía que ambos personajes eran interpretados por el mismo actor, pero cuando lo supe vaya que me llevé una sorpresa de aquellas. Yo creo que Carlyle prefiere al ultraviolento Begbie que al ultracursi... ¿cómo se llamaba ese conductor? En fin, ya ven ustedes...
Ahora, la "reseña" propiamente tal:
"Trainspotting" nos narra las miserias y las desdichas de un variopinto grupo de amigos (o colegas) escoceses ahogados en existencias grises y monótonas, algunos de ellos, como Renton (Ewan McGregor, el protagonista), recurriendo a la heroína (entre otras drogas). Es el cruento día a día que se va haciendo mucho más cruento a medida que la mierda comienza a caer a cántaros. En realidad el duro retrato va mucho más allá y apunta a una cosmovisión tan amarga como romántica sobre el ser escocés (o un tipo de escocés, claro), sobre una realidad marginal tan hermética y agobiante que la única salida, desesperada por lo demás, es el camino de las drogas o la violencia o el alcohol, finalmente un círculo vicioso. Igual a lo mejor es la realidad en general, una realidad que se replica en Edimburgo, en New York, en L.A., etc... Quizás por ello "Trainspotting" es tan buena, tan universal: es la vida del drogadicto, del ocioso, del perdedor, cada uno separado del mundo y consumido por el propio. La experiencia de Renton y compañía, tan hilarante como brutal y desgarradora, es un ahogado grito de ayuda que se queda sin ser oído, y la estilización a la que Danny Boyle somete su film parece ser el único vehículo que visibilice este descenso a los infiernos, incluso con su apariencia "despreocupada", así que olviden eso de que "Trainspotting" es un simple ejercicio de estilo, aunque si lo fuera, al menos no uno cualquiera, miren que hay multitud de secuencias infernalmente imaginativas y originales que nos sumergen en esta alucinógena y lisérgica espiral descendente musicalizada de forma genial, pero sobre todo, con una honestidad descarnada al momento de construir o pintar su retrato, desinteresada de todo discurso moral o moralizante, pues para llegar al núcleo de la cuestión primero hay que transgredir y cruzar límites sin consideración alguna.
Después muchos han intentando imitar "Trainspotting" por los cuatro costados (ejem... "Spun"... ejem...), pero hay una verdad absoluta: "Trainspotting" es una sola, única e irrepetible. ¿Cómo será la segunda parte que ya se prepara? Esperamos con ansias...
"Trainspotting" es una genialidad multiplicada por mil, y creo que aún así nos quedamos cortos. ¿Hay algo mejor que "Trainspotting"? Sí: haber visto "Trainspotting" el año de su estreno, el año en que llegó al mundo, gritando y golpeando con todo.
Yo la vi en su dia en el cine y me dejó noqueado. 20 años despues la he vuelto a ver y sigue conservando esa bendita sordidez que recordaba. Me sigue encantando. De las que me llevaria a una isla desierta....
ResponderBorrarCon lo buena que es, y más encima en una pantalla de cine, me imagino la experiencia que debió haber sido verla en su estreno. Y que siga siendo tan fresca demuestra su calidad y su importancia. Yo también me la llevaría a una isla desierta, pero tenemos que aclarar cuántas películas se pueden conservar, jaja.
BorrarSaludos.