sábado, 14 de enero de 2017

I love Pinochet - 2001


Directora: Marcela Said

Queda poco, pero por un par de días seguiremos con los documentales. Hoy día quizás no suene tan animado porque los documentales del día no me han gustado, pero los comentamos porque son de Marcela Said, directora de la recientemente comentada "El verano de los peces voladores", y sentí la necesidad de ver sus trabajos anteriores disponibles. Pero no me malinterpreten: siempre es bueno ver todo lo que se pueda, ¿para qué contenerse? Además podría ser peor... podría ser fanático de Pinochet... Querer verlo todo no parece tan malo ahora, ¿eh? Oh, no tengo por qué venir a dar explicaciones.


"I love Pinochet" es un documental meramente informativo, referencial, por lo que todos sus elementos narrativos se aplican en dicha función: una cámara correcta que enfoca lo justo y necesario, un sonido que registra lo que se dice y quizás lo que suena de fondo, un montaje que va hilando los testimonios intercalándolos con las reflexiones en off de la directora. En definitiva, un documental de esos que destacan (o deben hacerlo) más por su contenido que por su forma, poco atractiva y compleja en términos cinematográficos, y ojo, que esa misma sencillez poco a poco se vuelve cansina y anodina. En cualquier caso, ¿de qué trata "I love Pinochet"? Más claro echarle agua: la directora, asombrada de que el pinochetismo sea un fenómeno con tantos adherentes, va por ahí preguntando a los partidarios de Pinochet por qué lo apoyan, qué piensan de él y de lo que hizo, qué significa él en sus vidas y en la historia del país, etc. Más allá del notorio hecho de que la directora no esté a favor de Pinochet y su legado, su motivación es entender, aunque sea un poco, el porqué de tanta admiración e incluso amor hacia un personaje tan nefasto, sin juzgar ni mucho menos justificar, porque la cosa no es lavarnos el cerebro a los espectadores, además, con la clase de argumentos esgrimidos, no es que sea difícil qué pensar al respeto. Claramente el estupor es la sensación predominante, no hay mucho que hacer al respecto salvo soportar los cincuenta y tres minutos de gente pobre y rica (entre los que vemos importantes figuras públicas, como políticos, algunos electos en distintos cargos, y gente de la tele) señalando las bondades de la dictadura y los peligros de la gran conspiración marxista. Así son las cosas: si no eres de un lado entonces eres del otro y viceversa, y lo más gracioso aún: los de derecha dicen que todos los males son planeados por la izquierda, y los de izquierda dicen que todos los males son planeados por la derecha... es increíble que hay miles de personas que se creen el cuento de unos y otros. En cualquier caso, "I love Pinochet" no descubre nada nuevo ni tampoco señala nada que no se sepa ya, y su gracia pareciera ser no necesariamente lograr que los pinochetistas hablen sobre su héroe (porque no es que les dé vergüenza pregonar su admiración, al contrario, el orgullo parece nublarles la razón) sino adentrarse, aunque sea un poco, en ciertos círculos que de buenas a primeras parecen cerrados, pero eso no es más que una ilusión, un efecto.
En fin, lo que ofrece "I love Pinochet" no es muy destacable: sólo oír personas de cierta tendencia política referirse al respecto, y si quisiera escuchar eso, sólo me basta con salir a la calle y aguzar un poco el oído; por lo demás, las reflexiones de la directora son bastante superficiales y enunciativas. A todo esto, ahora recuerdo una pequeña anécdota de mi madre: cuando era joven (no sé si iba en el colegio o la universidad, pero digamos que ya no era una niñita), una compañera no tan cercana la invitó a salir, y mi madre aceptó porque parece que no tenía mucho que hacer aquella vez. Mayor fue su sorpresa cuando, al entrar al edificio al que la condujo su amiga, vio un gran salón adornado con retratos de Pinochet y otros símbolos patrios rebosante de gente acelerada que cargaban fotos y formularios, una de las cuales se acercó, de manera eufórica, a mi madre para pedirle que firmara algo en favor de Pinochet. Mi madre cuenta que el escenario le generó tal vértigo que no hizo más que salir corriendo de aquel edificio y, desde luego, no volver más. Hasta el día de hoy se siguen haciendo homenajes.

Todo un rockstar...

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