martes, 5 de septiembre de 2017

Count the Hours - 1953


Director: Don Siegel

Les juro que no sabía que Sterling Hayden actuaba en "El Padrino": es el jefe de policía al que Al Pacino mata en un restaurante italiano, en la reunión con Sollozo, luego de ir al baño a buscar el arma que Clemenza había plantado horas antes. Tampoco sabía que el actor que hace de Jerry Horne en "Twin Peaks" es el mismo que hizo de villano en "The Warriors". Qué manera de no saber cosas, dios mío. Ayer vi el trailer internacional de "You Were Never Really Here", la nueva película de Lynne Ramsay, y les digo, ardo en deseos de verla. También ardo en deseos de ver "Good Time", lo nuevo de los hermanos Safdie. Me sabe a una deslumbrante pero también cruda estilización; no la estilización de "John Wick", por ejemplo, sino la de Ferrara, por mencionar una referencia reciente. ¿Mencioné que Ferrara hace una breve aparición en "Daddy Longlegs", de los Safdie? Hace de viejo ladrón, cuchillo en mano, bajo la luz del día. Qué emoción. ¡En algún momento las voy a ver!


Durante gran parte del metraje pensaba en "Count the Hours" como una pequeña (modesta), un tanto televisiva, bienintencionada y apreciable película. Luego del final le bajé la calificación a, simplemente, correcta, un término más impersonal y menos, mucho menos entusiasta. No le creo al final. El problema del final no es que sea un final feliz, después de todo era previsible que el abogado terminara descubriendo la verdad y salvando al falso acusado. (Pequeño paréntesis: "Coun the Hours" comienza con un allanamiento de morada, un robo, que acaba en homicidio cuando el dueño de casa recibe un disparo del ladrón, cuya identidad es una incógnita durante la secuencia. A quien le cargan el asesinato es al empleado del muerto, quien se ve inculpado por un fiscal mediocre y una serie de pruebas meramente circunstanciales. El abogado que le es asignado cree en la inocencia del hombre y, sobre todo para ayudar a la mujer del mismo, que además está embarazada, moverá cielo y marea para encontrar la verdad del caso. No será fácil: en este mundo luchar por la verdad nunca es fácil). No estoy en contra de los finales felices, después de todo ahí tenemos el final de "Night Unto Night", también de Siegel y comentada hace un par de días, en donde el médico enfermo y la viuda nerviosa, en efecto, terminan por declararse su amor sellando todo con un jugoso beso; no obstante esta unión no significa que todos los problemas desaparezcan, que los fantasmas que acechan a cada uno se hayan esfumado o que el huracán que en ese mismo momento ocurre repentinamente se viera reemplazado por un sol despejado y resplandecientemente feliz: la visión un tanto fatalista se mantiene y la felicidad de estos dos amantes se anuncia tormentosa y borrascosa. Por su parte, el final de "Count the Hours" traiciona todo lo expuesto durante el metraje previo: de repente los personajes se reforman, las rupturas se transforman en reconciliación y el mundo entero se vuelve un lugar en donde la bondad triunfa sobre el mal, en donde la humanidad decide abandonar su mezquindad en pos del bien común. ¿Dónde quedó la sensación de injusticia, de indefensión? ¿Dónde quedaron las fisuras del sistema judicial, de la aplicación de la ley? ¿Dónde quedaron los policías y los abogados más o menos corruptos que trabajan en pos de su propia reputación en vez de la seguridad de los conciudadanos? ¿Dónde quedó la película que trataba sobre la derrota de los principios incuestionables de cualquier Estado democrático? Porque, luego de la acusación, durante la peripecia de este abogado que progresivamente lo pierde todo (reputación, prometida y dinero), vemos un relato en donde sólo surgen trabas puestas por un sistema que perjudica a nuestros bienhechores y favorece a personajes de dudosa calidad moral. No era un relato alentador; al contrario: derrotados, solitarios, desahuciados. Así como en "Night Unto Night" era de esperar que los dos personajes principales acabaran juntos, acá también correspondía que el caso terminara resuelto de verdad (aunque dejar que el inocente muriera ahorcado habría sido una decisión tremendamente valiente por parte del guión y de Siegel: habría potenciado esta visión desencantada y defraudada), pero es que no puedo consentir que de un momento a otro todo se solucione a la perfección. No puedo. ¿Y me creerían si les digo que justo cuando arrestan al verdadero asesino, de la nada aparece la prometida del abogado, arrepentida de su decisión, y le dice que ahora sí que quiere casarse con él? ¿Qué sigue: se gana la lotería?
Por lo demás, "Count the Hours" es una película efectiva que fluye sin problemas gracias a las pesquisas del abogado y a la desolación de la esposa, dos personajes que nos muestran la tan mencionada derrota de los principios fundamentales desde sendas perspectivas: la cotidiana y la judicial, la sistemática. Como digo, una película correcta y efectiva, en su mayoría la mar de apreciable, que por desgracia pierde fuerza cuando al final decide dejarse vencer ante la pueril ilusión de la Justicia perfecta. Una lástima. Cuán genial habría sido, descartada la posibilidad del final infeliz, al menos un final agridulce: se soluciona el caso, pero el abogado se queda sin nada, a lo más con la curvilínea ex del malo. Pero bueno, supongo que el abogado y su prometida deben perder sus respectivas virginidades al uno con el otro y sólo luego de casados.

2 comentarios :

  1. Otra pelí que no conozco. Apuntada!
    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Eso sí no la dejaría muy arriba en la lista de prioridades, quizás al medio tirando para abajo, con los que están peleando el descenso. En cualquier caso no tiene desperdicio y a lo mejor yo soy el amargado que no se cree el final, je.
      Un abrazo.

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