Director: Paul Schrader
Ahora sí que sí volvemos con Paul Schrader de la mano de "Mishima: A life in four chapters", una revisión a la vida y obra de Yukio Mishima, el famoso escritor japonés cuya vida parece ser tan compleja como su obra, y de quien no he podido leer nada, desafortunadamente, y eso que ganas no me faltan (lo que me falta es dinero, pues los libros son rematadamente caros en este país, y suerte, pues en las bibliotecas o no están o los tienen siempre prestados). De hecho, quería familiarizarme con sus novelas antes de ver esta película, pero ya que estamos con la filmografía de Schrader, ¿qué bien causaría saltármela? Entre la numerosa obra de Mishima se encuentra un mediometraje de treinta minutos titulado "Yukoku" que dirigió y protagonizó; la captura que encabeza esta entrada es de una escena que representa su rodaje, y creo que cuando la comente puede que encabece dicha entrada con una captura similar (no por nada es su afiche oficial), lo cual sería un poco tonto de mi parte, aunque algo divertido, ¿no?
Yukio Mishima fue un escritor, fue un niño, fue un hombre, fue un artista, fue muchas cosas más. Yukio Mishima fue una persona de compleja y ambigua identidad, una persona en permanente conflicto consigo misma y con su entorno, una persona crítica de su propia naturaleza y de la naturaleza del mundo, una persona cercada por las palabras y por los cuerpos. Yukio Mishima es un personaje que encaja perfectamente en el universo de Paul Schrader, un oscuro y desolado universo lleno de personajes filosófica y existencialmente problemáticos, de personalidades profundas, de vidas alienadas esperando su momento de catarsis, su momento de equilibrio y liberación, el escape definitivo del caos imperante (aunque no todos puedan romper las cadenas). Schrader se adentra en el arte de Yukio Mishima, en las ideas de Yukio Mishima, en la vida de Yukio Mishima, esperando encontrar, comprender y expresar la sublimación que Mishima mismo estuvo buscando toda su vida, pero también la naturaleza misma del arte, del humano y del mundo: ¿qué los une, qué los separa?
Como es usual en sus filmes, Schrader configura su relato como un feroz campo de batalla librado en el día a día, en el papel en blanco, en las palabras no escuchadas y perdidas en el viento, como si una vital parte del ser se perdiera y uno emprendiera su interminable búsqueda. Con una poderosa y emocionante sensibilidad estética, Schrader vierte sobre la imagen su lirismo crudo y contundente, incluso violento, ideal para expresar las brutales reflexiones que vamos oyendo, reflexiones que giran en torno al título de cada uno de los cuatro episodios que conforman esta tremenda película ("Belleza", "Arte", "Acción" y "Armonía del lápiz y la espada"), elementos que son su pilar fundamental, no sólo en tanto motor narrativo (el guión es magnífico: es increíble la manera en que hace que los recuerdos de Mishima, algunas de sus historias representadas y sus últimas horas de vida sean la misma historia) sino que en coherencia y unidad moral: no sólo es la vida y obra de Yukio Mishima, también es una reflexión sobre el arte, la vida, lo político... El poder de trascendencia de esta película no tiene límites, a todas luces es única en su tipo. Me pregunto si a Yukio Mishima le habría gustado "Sebastiane", la opera prima de Derek Jarman.
Es probable que "Mishima: A life in four chapters" sea la gran obra maestra de Paul Schrader, ciertamente su filme más ambicioso. En cualquier caso, no seré yo quien contradiga ninguna de esas dos afirmaciones, tampoco es que me vaya a poner a elegir entre la obra de este cineasta dotado de una fuerza única y singular. Lo único que hay que hacer es apreciar su arte, y vaya que hay de eso en "Mishima"...
Yukio Mishima fue un escritor, fue un niño, fue un hombre, fue un artista, fue muchas cosas más. Yukio Mishima fue una persona de compleja y ambigua identidad, una persona en permanente conflicto consigo misma y con su entorno, una persona crítica de su propia naturaleza y de la naturaleza del mundo, una persona cercada por las palabras y por los cuerpos. Yukio Mishima es un personaje que encaja perfectamente en el universo de Paul Schrader, un oscuro y desolado universo lleno de personajes filosófica y existencialmente problemáticos, de personalidades profundas, de vidas alienadas esperando su momento de catarsis, su momento de equilibrio y liberación, el escape definitivo del caos imperante (aunque no todos puedan romper las cadenas). Schrader se adentra en el arte de Yukio Mishima, en las ideas de Yukio Mishima, en la vida de Yukio Mishima, esperando encontrar, comprender y expresar la sublimación que Mishima mismo estuvo buscando toda su vida, pero también la naturaleza misma del arte, del humano y del mundo: ¿qué los une, qué los separa?
Como es usual en sus filmes, Schrader configura su relato como un feroz campo de batalla librado en el día a día, en el papel en blanco, en las palabras no escuchadas y perdidas en el viento, como si una vital parte del ser se perdiera y uno emprendiera su interminable búsqueda. Con una poderosa y emocionante sensibilidad estética, Schrader vierte sobre la imagen su lirismo crudo y contundente, incluso violento, ideal para expresar las brutales reflexiones que vamos oyendo, reflexiones que giran en torno al título de cada uno de los cuatro episodios que conforman esta tremenda película ("Belleza", "Arte", "Acción" y "Armonía del lápiz y la espada"), elementos que son su pilar fundamental, no sólo en tanto motor narrativo (el guión es magnífico: es increíble la manera en que hace que los recuerdos de Mishima, algunas de sus historias representadas y sus últimas horas de vida sean la misma historia) sino que en coherencia y unidad moral: no sólo es la vida y obra de Yukio Mishima, también es una reflexión sobre el arte, la vida, lo político... El poder de trascendencia de esta película no tiene límites, a todas luces es única en su tipo. Me pregunto si a Yukio Mishima le habría gustado "Sebastiane", la opera prima de Derek Jarman.
Es probable que "Mishima: A life in four chapters" sea la gran obra maestra de Paul Schrader, ciertamente su filme más ambicioso. En cualquier caso, no seré yo quien contradiga ninguna de esas dos afirmaciones, tampoco es que me vaya a poner a elegir entre la obra de este cineasta dotado de una fuerza única y singular. Lo único que hay que hacer es apreciar su arte, y vaya que hay de eso en "Mishima"...
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