Director: Paul Schrader
Después de "Patty Hearst" iba a ver de inmediato "The comfort of strangers", pero justo en ese momento comenzaron a llegar a la casa todas las personas que habían viajado debido al fin de semana largo, y bueno, había que renunciar a los malditos planes, después de todo, nunca se puede ver ninguna maldita cosa cuando hay gente en la maldita casa. No puedo decir que esté contento al respecto, y uno que se preocupa de molestar lo menos posible a los demás... Con respecto a Schrader, entre medio de la presente y la que comentamos ayer hay una que se llama "Light of day", pero no pude encontrar una buena copia y dudo que pueda hacerlo, menos ahora que están matando a todas las páginas de torrents, así que había que continuar sin derramar lágrima alguna.
Como en "Mishima", Paul Schrader vuelve a centrarse en personajes y acontecimientos de la vida real (aunque el guión de "Patty Hearst" lo haya escrito Nicholas Kazan, hijo de Elia Kazan) para exponer su aguda y fascinante mirada, para explorar (en este caso; no en "Mishima", claro) el lado oscuro del sueño estadounidense y/o del american way of life. Patty Hearst es una niña bien, hija de gente millonaria (un empresario de seguro, probablemente salido del infierno), que un día cualquiera es secuestrada por uno de los tantos ejércitos/milicias/guerrillas que proliferaron en su tiempo y que buscaban la revolución a toda costa. Las intenciones de Schrader no radican en lo político, más bien lo hace, como se ha señalado en casi todas sus películas comentadas, en la naturaleza del ser humano y de su entorno social. Si en "Mishima" lo hacía a través de un lenguaje cinematográfico tan poético como rudo, en "Patty Hearst" su ejecución formal es lisa y llanamente violenta, sin concesiones ni florituras, con una contundencia que va directamente al grano, al meollo del asunto: la ambivalencia moral de la sociedad estadounidense; la débil y difusa capa que separa un pensamiento del otro, una acción de otra; la hipocresía y la mentira como valores cuasi fundacionales. Pero, insisto, el componente político es más un contexto que un tratamiento sustancial o intelectual, pues la película no pierde el tiempo con lecciones valóricas de uno u otro lado, solamente se dedica a indagar en el sombrío nexo que existe entre los privilegiados y los desposeídos, nexo usualmente caracterizado por el conflicto violento: ¿qué lo causa?, ¿cómo se produce?, ¿cómo se desarrolla? Nexo habitado por Patty Hearst, niña bien, secuestrada, que debe convivir con sus captores hasta nuevo aviso, observando sus motivaciones y sus métodos a la vez que intenta conservar los valores bajo los que creció, como si en su mirada y su experiencia (y por ende, el punto de vista del film) se concentraran todos los enfrentamientos de una sociedad destinada a pelear consigo misma. Con todo, no piensen que ésta es una película cuyo motor narrativo es la reflexión, pues fiel a la trama que narra, el desarrollo es pura acción. Acción a lo Schrader, claro: acción reflejada en cada fotograma en donde hay declaraciones confrontadas; acción vertida en cada escena del relato, de ritmo contundente y decidido, donde permanentemente hay fuerzas en conflicto; acción expuesta en cada palabra, golpe y acto; acción nacida de esa particular e hipnótica atmósfera que mezcla cierto expresionismo con cierto realismo, aunque sin nunca perder el foco psicológico del asunto: la confusión, la desorientación, el éxtasis, le euforia, la percepción, los colores, las formas...
"Patty Hearst" es una película excepcional en todo sentido que, esto no es sorpresa, pasó de manera bastante desapercibida, incluso considerando que la historia real debió haber tenido un considerable impacto mediático, pero esto en realidad es pura especulación. Por último, no olvidar la gran labor de Natasha Richardson (hija del director Tony Richardson y la actriz Vanessa Redgrave), joven actriz que da vida a Patty Hearst, y que volvería a trabajar bajo las órdenes de Schrader en "The comfort of strangers", la que no pude ver hoy, pero sí mañana (espero)....
Como en "Mishima", Paul Schrader vuelve a centrarse en personajes y acontecimientos de la vida real (aunque el guión de "Patty Hearst" lo haya escrito Nicholas Kazan, hijo de Elia Kazan) para exponer su aguda y fascinante mirada, para explorar (en este caso; no en "Mishima", claro) el lado oscuro del sueño estadounidense y/o del american way of life. Patty Hearst es una niña bien, hija de gente millonaria (un empresario de seguro, probablemente salido del infierno), que un día cualquiera es secuestrada por uno de los tantos ejércitos/milicias/guerrillas que proliferaron en su tiempo y que buscaban la revolución a toda costa. Las intenciones de Schrader no radican en lo político, más bien lo hace, como se ha señalado en casi todas sus películas comentadas, en la naturaleza del ser humano y de su entorno social. Si en "Mishima" lo hacía a través de un lenguaje cinematográfico tan poético como rudo, en "Patty Hearst" su ejecución formal es lisa y llanamente violenta, sin concesiones ni florituras, con una contundencia que va directamente al grano, al meollo del asunto: la ambivalencia moral de la sociedad estadounidense; la débil y difusa capa que separa un pensamiento del otro, una acción de otra; la hipocresía y la mentira como valores cuasi fundacionales. Pero, insisto, el componente político es más un contexto que un tratamiento sustancial o intelectual, pues la película no pierde el tiempo con lecciones valóricas de uno u otro lado, solamente se dedica a indagar en el sombrío nexo que existe entre los privilegiados y los desposeídos, nexo usualmente caracterizado por el conflicto violento: ¿qué lo causa?, ¿cómo se produce?, ¿cómo se desarrolla? Nexo habitado por Patty Hearst, niña bien, secuestrada, que debe convivir con sus captores hasta nuevo aviso, observando sus motivaciones y sus métodos a la vez que intenta conservar los valores bajo los que creció, como si en su mirada y su experiencia (y por ende, el punto de vista del film) se concentraran todos los enfrentamientos de una sociedad destinada a pelear consigo misma. Con todo, no piensen que ésta es una película cuyo motor narrativo es la reflexión, pues fiel a la trama que narra, el desarrollo es pura acción. Acción a lo Schrader, claro: acción reflejada en cada fotograma en donde hay declaraciones confrontadas; acción vertida en cada escena del relato, de ritmo contundente y decidido, donde permanentemente hay fuerzas en conflicto; acción expuesta en cada palabra, golpe y acto; acción nacida de esa particular e hipnótica atmósfera que mezcla cierto expresionismo con cierto realismo, aunque sin nunca perder el foco psicológico del asunto: la confusión, la desorientación, el éxtasis, le euforia, la percepción, los colores, las formas...
"Patty Hearst" es una película excepcional en todo sentido que, esto no es sorpresa, pasó de manera bastante desapercibida, incluso considerando que la historia real debió haber tenido un considerable impacto mediático, pero esto en realidad es pura especulación. Por último, no olvidar la gran labor de Natasha Richardson (hija del director Tony Richardson y la actriz Vanessa Redgrave), joven actriz que da vida a Patty Hearst, y que volvería a trabajar bajo las órdenes de Schrader en "The comfort of strangers", la que no pude ver hoy, pero sí mañana (espero)....
Suerte con The Comfort... Es una peli que quizás debería verse dos veces seguidas. No lo hice pero pensé que tenía que haberlo hecho sólo por el hecho de haberlo pensado, que no me pasa nunca. Fabulosa Natasha. En The Comfort está todavía más genial. Me encanta.
ResponderBorrarPienso luego existo, dicen. Yo tampoco suelo hacer lo que pienso, jaja, me sorprendo cuando me hago caso.
ResponderBorrarPor suerte la gente no llegó en la mitad de la película, eso sí que habría sido matapasiones...