Director: Andrzej Zulawski
Otra de esas películas que uno tiene en la mira desde hace bastante tiempo pero que, por alguna u otra razón, no se anima por completo a ver. Los impulsos, deseados y anhelados, son los que finalmente nos llevan a adentrarnos en dichas propuestas pospuestas. Ahora hablamos de "Possession", cinta con carácter de culto, rodada en inglés y en Alemania por el polaco Andrzej Zulawski y con Isabelle Adjani y Sam Neill a la cabeza. ¿De qué creen que trata?
Sí que es una película extraña y rara esta "Possession".
Comienza como un incómodo, perturbador y desquiciado drama sobre un matrimonio en crisis (ella quiere divorciarse de él y él está violentamente consumido por los celos) sumido en la violencia intrafamiliar (física, psicológica), las relaciones posesivas y más clase de lindezas por el estilo. Sustentado sobre todo en las tremebundas y descarnadas y enfermizas interpretaciones de Isabelle Adjani (la que se devora por completo la imagen y todo cada vez que está en pantalla) y Sam Neill, Zulawski, con una frontalidad brutal, parecía ensayar una suerte de alegoría sobre la moralidad humana llevada al extremo pero también sobre el desesperante estado de paranoia en el que varias sociedades europeas se veían atrapadas. En todo caso esto es palabrería, porque mientras uno ve la película lo único que te atrapa es esta atmósfera ominosa y esta tóxica relación que parece irreal, como si fuera mentira que las personas pudieran llegar a tratarse de esta manera tan salvaje y perversa. Lo interesante del asunto es que, sin entrar en defensas de ningún tipo, no se podría decir en este caso que los personajes son realmente malvados, pero están psicológicamente tan molidos y lastimados que dicha inestabilidad los lleva a pensar que merecen soportar tanto suplicio, o que es su deber infundirlo en "pequeñas dosis", para no perder ese otro tipo de estabilidad: material e institucional. Desde luego, la manifiesta ambigüedad moral de los personajes resulta del todo fascinante, y como estudio psicológico o como espejo de la monstruosidad humana que no queremos ver, Zulawski también ofrece potentes apuntes.
Ahora bien, cuando la violencia dentro del matrimonio parece superar todo límite, cuando ya vamos notando que tanta toxicidad está comenzando a minar la estabilidad mental de, sobre todo, Isabelle Adjani (que por momentos llega a ser aterradora), "Possession" va adquiriendo toques de distintos géneros o narrativas, la más notoria, claro, del terror (de un body horror que encantaría, creo, al bueno de Cronenberg, y que, acaso, inspiraría un poco al Escalante de "La región salvaje", ejem), pero también del thriller e incluso del policial, pastiche cuyo argumento deviene en críptico, ultrasangriento y rebuscado relato alegórico o metafórico que, a juzgar por la presencia de doppelgängers, supongo que habla sobre... uh, sobre la manifestación o materialización física del lado oscuro de las personas, como un proto-Lynch (ya que estamos haciendo llover referencias como si hiciéramos llover billetes en un club de strip-tease), sobre esa monstruosidad humana convertida literalmente en un monstruo. Debo admitir que a medida que el metraje progresaba, "Possession" me interesaba cada vez menos, especialmente en un tramo final que invoca persecuciones y tiroteos policiales de agentes o espías (¿?) que no tenían pito que tocar, aunque a esas alturas todo ya tenía un tufo de despropósito insalvable. Lo cierto es que "Possession" tiene menos significado del que tanto aparenta.
Con todo, estamos ante una película inigualable y suicida, con una enérgica, magnética e intensa puesta en escena en donde Zulawski incomoda e inquieta, sin mencionar las actuaciones, con impactantes imágenes y secuencias (la de Isabelle Adjani volviéndose loca en el metro es para... uf) llenas de sangre, locura y encuadres de marcadas líneas (furiosos puntos de fuga internos), tonos gélidos, pronunciados ángulos y vertiginosos movimientos de cámara, así como en "Angst" (1983, dos años después de ésta), tratamiento formal que es la guinda de la torta para todo el espanto y horror que atestiguamos.
"Possession" es una película irregular y simplemente no puedo ignorar lo descabellado y disparatado del argumento con tal de quedarme únicamente con las actuaciones y la puesta en escena del director, todo eso magnífico y asfixiante. Pero de todas formas es una de esas experiencias que deben vivir sí o sí, aunque sea por esa brillante primera media hora-cuarenta minutos (justo, miren ustedes, hasta que Adjani se pone verdaderamente monstruosa).
Mención aparte para los efectos especiales: siempre es mejor ver sangre-fluidos-monstruos "de verdad"; la película de inmediato pasa a un vibrante nivel superior. Y en términos de actuación no es menor que los actores realmente puedan interactuar con los elementos e instrumentos del horror.
¿Conclusiones? "Posssession" no está para esa clase de fruslerías (fruslerías que aún no me puedo quitar de encima, je, je). Véanla, nada más les digo, y ya me dirán ustedes después.
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