martes, 22 de marzo de 2016

To the devil a daughter - 1976


Director: Peter Sykes

  Como ayer comenté "The Committee", de Peter Sykes, decidí que sería bueno ver otra de sus películas que tenía en mi poder: "To the devil a daughter", un título que, no sé ustedes, a mí me parece bastante sugerente y aterrador. Una de las últimas películas de la productora Hammer Films antes de su cierre y posterior revival, cuenta con Christopher Lee, Richard Wirdmark y Nastassja Kinski en su reparto, para interesarnos aún más digo. No sé si esperaba mucho o qué, pero lo cierto es que "To the devil a daughter" no es la gran película de horror o como quieran etiquetarla, pues aunque tiene aspectos remarcables, como conjunto no logra destacar ni aprovechar los planteamientos iniciales. ¿Una decepción? No realmente, pero creo que esperaba quedar más satisfecho. ¿El problema es mío? Pero claro: siempre lo es.


  Richard Wirdmark es un escritor ocultista (mejor dicho, un escritor especializado en temas ocultistas) que se ve involucrado en el extraño ritual de una secta cuando el padre de una joven monja le pida que cuide de ella, que la proteja de estos chiflados.


  Todo este tema del satanismo, ocultismo y similares me da bastantes escalofríos, y creo que el director juega con ello en la ejecución formal, con una atmósfera no particularmente aterradora aunque sí bastante cercana a lo incómodo, a esa sensación de mal agüero que subyace a sus imágenes. Puede que sólo sea el saber de qué trata el argumento el que me ponga así, pero hay varios aspectos que efectivamente logran sostener dicha atmósfera, por más imprecisa que ésta sea. El primer aspecto es la labor actoral del reparto, con cada personaje importante (Wirdmark, Lee, Kinski) desarrollando su característica o cualidad sin complejo alguno, por ejemplo, la monja interpretada por Kinski, cuya inocencia y candidez a prueba de balas medio que viene a poner los pelos de punta; por su parte, es natural que Lee sepa mezclar a la perfección lo tenebroso con lo payaso (dicho con sumo respeto), y es que un excomulgado cura que quiere invocar al diablo y es dueño de potentes poderes oscuros se presta para ello, ¿no?, después de todo el tipo está loco de remate. Wirdmark vendría siendo la voz de la razón, o, en su defecto, el tipo más cuerdo del corral: el especialista que conoce el peligro al que se enfrenta y que expresa, con su relativamente imperturbable semblante habitual, tal inquietud. El segundo aspecto es un montaje que oscila del perturbador reposo visual hasta la esperable pero no por ello menos efectiva sucesión de espasmos de todo tipo, siempre, desde luego, recurriendo a una sugestiva unión de imágenes y significados. Por último, creo que la cámara en sí misma (no tanto el encuadre, aunque, como ven, hay capturas francamente atrayentes) también aporta lo suyo a la percepción de los hechos. No obstante, lo destacable de estos elementos se ve limitado básicamente por un guión bastante vago que reduce la trama a lo meramente anecdótico y circunstancial, es decir, a "protagonista debe detener a los seguidores de satán (o Astaroth)" y poco más. El conflicto se centra en el rol de Kinski, una inocente chica que debe ser salvada, según Wirdmark, o la pieza clave de la asunción del diablo, según Lee; el problema de lo anterior es que todo el rollo satánico y ocultista es un simple adorno para luchar por Kinski, y tampoco es que entendamos realmente el plan de Lee: importa más el fin que los medios, y aunque el fin sea el foco del relato, creo que los medios pudieron haber dado mucho más de sí, sobre todo en lo sustancial. En el fondo estamos ante una trama muy simplona e inofensiva, su supuesto sustrato intelectual es puro efectismo: "miren, satanistas: tengan miedo". Y claro, espíritus que atacan personas y ráfagas de viento que buscan impedir el descubrimiento de datos cruciales, partos sangrientos y visiones demoníacas... Lo gracioso es que al final hay una cita del libro en el que se basa (escrito por Dennis Wheatley) que dice que la oscuridad produce pesar y muerte mientras que la luz, vida y más cosas buenas, y uno queda con un gran signo de interrogación sobre la cabeza: ¿la película era sobre elegir el camino correcto? Demás está decir que a Wheatley no le gustó la adaptación, de hecho se negó a que sus novelas volvieran a ser adaptadas por la Hammer Films (antes ésta hizo otras películas basadas en la obra del inglés). Como sea, si tienen curiosidad al menos se van a encontrar con noventa indescifrables y efectivos minutos. Tiene lo suyo, no es mala... pero hasta por ahí llegan sus cualidades.

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