Director: Nuri Bilge Ceylan
Bueno, hoy domingo terminamos este pequeño hilo de cortometrajes con "Koza", pequeña y modesta pieza que Nuri Bilge Ceylan hizo un par de años antes de "Kasaba", que es su maravillosa opera prima (ya comentada acá, por lo demás). Ésta sí que es difícil de encontrar, a menos que sepan dónde buscar: desde luego, la gran Filmoteca Hawkmenblues nos trae desde Turquía los mismos inicios de uno de los directores más interesantes de la actualidad, y ya me gustaría poder comentar todos sus filmes en estos lares (y ponerme al día con su "Winter sleep", que se ve magnífica). Eso sí, debo reconocer que no andaba buscando "Koza" (lo hice en algún momento pero me rendí), simplemente me la encontré, y así es como el amor nace en este mundo ¿no?
"Koza" puede significar muchas cosas: su mayor cualidad es ser indescifrable y estar llena de posibilidades, direcciones, momentos que evocan a una historia y a un sentir que no vemos y que no conocemos, y que puede que jamás estemos cerca de hacerlo, pero que sin embargo logran expresar, ya saben, cosas... A lo largo de poco más de quince minutos, sin diálogos y sin mayor hilo narrativo que la aparente reunión de esposo y esposa (interpretados por los padres de Ceylan, un hombre de familia: al menos sus cuatro primeros filmes están protagonizados por amigos y familiares, y no hay que olvidar la aldea que fue su hogar: otro personaje más, a veces fuera de campo a veces escenario principal, como en el presente caso), Ceylan nos ofrece un bello concierto de imágenes, silencios, miradas y sutiles enfrentamientos que abarcan desde la contraposición generacional (entre medio hay un niño haciendo travesuras por ahí, aburrido del paraje rural) hasta la estrecha relación entre la vida y la muerte, que no sólo se cierne sobre la veterana pareja sino que también sobre los animales del lugar, gatos y pájaros e insectos (o bichos, dicho de manera simple), y sobre la naturaleza misma, rebosante de vida y vejez, de recuerdos e historias perdidas, de dolor y amor. En cualquier caso, incluso aunque el motor narrativo sea esta distante a la vez que íntima relación erosionada por el tiempo, podemos afirmar que "Koza" trata sobre la vida en un entorno rural y cómo éste influencia la cotidianidad de sus habitantes, por ejemplo los padres de Ceylan (bien puede que lo visto no sea del todo ficción, un ejercicio interesante que cobra mayor dimensión en su segundo largometraje, "Mayis sikintisi", que es como una autocrítica metacinematográfica de "Kasaba"). Ficción o no, "Koza" puede ser leída como un personal ensayo fílmico, un género que me encanta un montón y que puede trascender todo límite que se le cruce.
En términos formales, deslumbra la personalidad con que Ceylan plantea y ejecuta su visión cinematográfica, claramente influenciada por Ingmar Bergman, elaborando un rico texto que se nutre de la imagen, el sonido, el montaje... de todos los elementos del lenguaje cinematográfico a fin de cuentas. El montaje en particular me ha dejado boquiabierto (ese inicio, mostrando el matrimonio mediante fotografías, es exquisito), aunque, insisto, el conjunto destaca por su estimulante calidad fílmica y ese extraño aura que emana de la imagen audiovisual, a veces tétrico (la parte más bergmaniana, si cabe) y a veces amargo, pero siempre nutrido de la tremenda sensibilidad de Ceylan. Sobre el título, que vendría significando "capullo", ya podrán sacar ustedes sus propias conclusiones; yo podría ponerme a hilar fino, pero prefiero limitar la cantidad de pensamientos rebuscados a tres a la semana, y como creo que ya he sobrepasado ese límite, pues mejor vayamos terminando de una buena vez...
"Koza" es una joya que debe verse y disfrutarse con atención y más de una vez, sólo así podremos deleitarnos con la modesta pero profunda riqueza cinematográfica que despliega. Si no han visto a Ceylan, es una excelente forma de comenzar; si ya lo han hecho, es una excelente manera de sumergirse aún más en su tremendo universo.
"Koza" puede significar muchas cosas: su mayor cualidad es ser indescifrable y estar llena de posibilidades, direcciones, momentos que evocan a una historia y a un sentir que no vemos y que no conocemos, y que puede que jamás estemos cerca de hacerlo, pero que sin embargo logran expresar, ya saben, cosas... A lo largo de poco más de quince minutos, sin diálogos y sin mayor hilo narrativo que la aparente reunión de esposo y esposa (interpretados por los padres de Ceylan, un hombre de familia: al menos sus cuatro primeros filmes están protagonizados por amigos y familiares, y no hay que olvidar la aldea que fue su hogar: otro personaje más, a veces fuera de campo a veces escenario principal, como en el presente caso), Ceylan nos ofrece un bello concierto de imágenes, silencios, miradas y sutiles enfrentamientos que abarcan desde la contraposición generacional (entre medio hay un niño haciendo travesuras por ahí, aburrido del paraje rural) hasta la estrecha relación entre la vida y la muerte, que no sólo se cierne sobre la veterana pareja sino que también sobre los animales del lugar, gatos y pájaros e insectos (o bichos, dicho de manera simple), y sobre la naturaleza misma, rebosante de vida y vejez, de recuerdos e historias perdidas, de dolor y amor. En cualquier caso, incluso aunque el motor narrativo sea esta distante a la vez que íntima relación erosionada por el tiempo, podemos afirmar que "Koza" trata sobre la vida en un entorno rural y cómo éste influencia la cotidianidad de sus habitantes, por ejemplo los padres de Ceylan (bien puede que lo visto no sea del todo ficción, un ejercicio interesante que cobra mayor dimensión en su segundo largometraje, "Mayis sikintisi", que es como una autocrítica metacinematográfica de "Kasaba"). Ficción o no, "Koza" puede ser leída como un personal ensayo fílmico, un género que me encanta un montón y que puede trascender todo límite que se le cruce.
En términos formales, deslumbra la personalidad con que Ceylan plantea y ejecuta su visión cinematográfica, claramente influenciada por Ingmar Bergman, elaborando un rico texto que se nutre de la imagen, el sonido, el montaje... de todos los elementos del lenguaje cinematográfico a fin de cuentas. El montaje en particular me ha dejado boquiabierto (ese inicio, mostrando el matrimonio mediante fotografías, es exquisito), aunque, insisto, el conjunto destaca por su estimulante calidad fílmica y ese extraño aura que emana de la imagen audiovisual, a veces tétrico (la parte más bergmaniana, si cabe) y a veces amargo, pero siempre nutrido de la tremenda sensibilidad de Ceylan. Sobre el título, que vendría significando "capullo", ya podrán sacar ustedes sus propias conclusiones; yo podría ponerme a hilar fino, pero prefiero limitar la cantidad de pensamientos rebuscados a tres a la semana, y como creo que ya he sobrepasado ese límite, pues mejor vayamos terminando de una buena vez...
"Koza" es una joya que debe verse y disfrutarse con atención y más de una vez, sólo así podremos deleitarnos con la modesta pero profunda riqueza cinematográfica que despliega. Si no han visto a Ceylan, es una excelente forma de comenzar; si ya lo han hecho, es una excelente manera de sumergirse aún más en su tremendo universo.
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