Director: Cristián Jiménez
Creo que van quedando menos cabos sueltos chilenos que ver, pero no estaría muy seguro de ello, total, todo es relativo y blah, blah, blah... Fue un domingo tranquilo, no me quejo, hablemos de "Ilusiones ópticas", opera prima de Cristián Jiménez, director de la más conocida "Bonsái".
"Ilusiones ópticas" es una peculiar comedia coral de historias entrecruzadas enmarcadas en la ciudad de Valdivia sobre personajes que experimentan distintas cosas por primera vez. Si bien el relato cuenta con un nutrido puñado de secundarios, los tres que llevan la batuta son: un sencillo guardia de mall que se enamora de una compulsiva compradora adinerada; un severo e intachable empleado de una empresa de salud que ve por primera vez su estabilidad amenazada; y un ex ciego al que no le gustan las pocas cosas que puede distinguir de su nueva vida. Más acá de su apariencia de comedia indie, de esa ligera y simpática ironía, de su amplio entramado de personajes tan singulares como comunes y corrientes, Jiménez observa y explora en las variantes de la vida moderna (las relaciones interpersonales, la dinámica o mecánica social de la ciudad, etc.) y ofrece un paisaje de distancias sociales insalvables, en donde parece que prevalecen las apariencias y los principios empresariales en detrimento de la moral humana y la autenticidad de los afectos (lo artificial por sobre lo natural u orgánico, la mecanización de los cuerpos y de las mentes y de los espíritus), con personajes extraviados en el desconcierto, sumidos en la confusión y el descontento, en el escepticismo, deseando algo invisible y/o imposible, o mejor dicho inalcanzable: algo en lo que creer. En cualquier caso, Jiménez opta por una ejecución leve y amena, dejando estas observaciones en un segundo plano (todo lo que dije es interpretación mía), eludiendo los densos enunciados discursivos y conceptuales, enfocándose sobre todo en las emociones y/o pulsaciones de los personajes, en la cotidianidad misma, en la suma de conversaciones y caminatas y silencios y contrariedades, en lo que, finalmente, es lo que habla por uno y por todos, es lo que va conformando la gran red de problemas y fracturas, que no serían nada sin nosotros y no tendrían voz sin nuestros pensamientos.
"Ilusiones ópticas" es una película muy interesante. Fluida (aunque el ex ciego desaparece mucho del relato y su ausencia se resiente, casi como si fuera una laguna de guión... o de montaje, no sé). No es encantadora, y eso es lo bueno de ella. Hasta cierto punto podemos decir que de alguna manera, es real.
"Ilusiones ópticas" es una peculiar comedia coral de historias entrecruzadas enmarcadas en la ciudad de Valdivia sobre personajes que experimentan distintas cosas por primera vez. Si bien el relato cuenta con un nutrido puñado de secundarios, los tres que llevan la batuta son: un sencillo guardia de mall que se enamora de una compulsiva compradora adinerada; un severo e intachable empleado de una empresa de salud que ve por primera vez su estabilidad amenazada; y un ex ciego al que no le gustan las pocas cosas que puede distinguir de su nueva vida. Más acá de su apariencia de comedia indie, de esa ligera y simpática ironía, de su amplio entramado de personajes tan singulares como comunes y corrientes, Jiménez observa y explora en las variantes de la vida moderna (las relaciones interpersonales, la dinámica o mecánica social de la ciudad, etc.) y ofrece un paisaje de distancias sociales insalvables, en donde parece que prevalecen las apariencias y los principios empresariales en detrimento de la moral humana y la autenticidad de los afectos (lo artificial por sobre lo natural u orgánico, la mecanización de los cuerpos y de las mentes y de los espíritus), con personajes extraviados en el desconcierto, sumidos en la confusión y el descontento, en el escepticismo, deseando algo invisible y/o imposible, o mejor dicho inalcanzable: algo en lo que creer. En cualquier caso, Jiménez opta por una ejecución leve y amena, dejando estas observaciones en un segundo plano (todo lo que dije es interpretación mía), eludiendo los densos enunciados discursivos y conceptuales, enfocándose sobre todo en las emociones y/o pulsaciones de los personajes, en la cotidianidad misma, en la suma de conversaciones y caminatas y silencios y contrariedades, en lo que, finalmente, es lo que habla por uno y por todos, es lo que va conformando la gran red de problemas y fracturas, que no serían nada sin nosotros y no tendrían voz sin nuestros pensamientos.
"Ilusiones ópticas" es una película muy interesante. Fluida (aunque el ex ciego desaparece mucho del relato y su ausencia se resiente, casi como si fuera una laguna de guión... o de montaje, no sé). No es encantadora, y eso es lo bueno de ella. Hasta cierto punto podemos decir que de alguna manera, es real.
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