Director: Matías Bize
Holita, acá estamos con "Sábado", la opera prima de Matías Bize y uno de los cabos sueltos que había que atar. Tuvo el excelso honor de ganar el premio Rainer Werner Fassbinder en el primer festival que se presentó, y debo decir, se lo merece con creces. ¿A quién no le gustaría ganar un premio llamado como uno de los mejores escritores y directores cinematográficos de todos los tiempos, de toda la puta historia?
Debo decir que, a priori, dudaba un poco de si "Sábado" me iba a parecer una buena película, básicamente por su muy publicitado plano secuencia único; ya saben, que desde el inicio hasta el final no hay un solo corte. ¿Por qué dudaba del plano secuencia? Pues porque este mecanismo, sin que menosprecie su cualidad de hazaña técnica, varias veces se utiliza, digo yo, más como un lucimiento técnico que como una herramienta narrativa coherente con la propuesta argumental y/o dramática. A veces, incluso, se nota lo forzado, especialmente cuando la acción de determinada escena cambia de lugar (por el movimiento de los personajes, sobre todo) y la cámara se debe trasladar al nuevo escenario y foco de la acción, del drama, traslado que claramente es una pausa contraproducente que frena el relato, que lo hace pasivo. Es lo que pasaba varias veces en "PVC-1", opera prima de Spiros Stathoulopoulos, en donde la cámara debía "correr sola", flotar entre pasillos y patios, hasta llegar al lugar en donde se encuentran unos u otros personajes, y ese traslado no tenía lógica narrativa alguna salvo acusar la necesidad del montaje en ese preciso momento. Lo pueden comprobar ustedes mismos en este enlace: en el minuto nueve pueden ver a un par de malhechores que están amordazando a una familia, y más o menos en el minuto nueve con veinte segundos (9:20) la cámara sale de la casa y durante veinte o treinta segundos (tiempo muerto, tiempo malgastado) la cámara va hacia donde se encuentra la madre, tranquila, en un apartado lugar del fundo, sin saber el calvario que acaba de comenzar en su hogar. ¿Cómo se hace esto con montaje, como lo potencia? (Perdonen si me pongo pedagógico. Sólo quiero ilustrar mi punto y señalar las falencias de un plano secuencia forzado, no "enseñar" a dirigir ni mucho menos, además no tengo porqué tener la razón, sólo soy un tipo más del barrio). Sencillo: en la casa, el padre y los hijos son atacados, corte, la madre acaricia a un pollito, por ende, la contraposición dramática crea tensión, suspenso, la proximidad (y la incertidumbre) de una colisión: la madre se encontrará de frente con el horror, pero ¿cuándo y cómo? En fin, ¿qué sucede con ese paseo? Por alguna razón, además de hacer "descansar" el impacto inicial, al "unir" ambas escenas en una sola línea (en vez de dejarlas como dos líneas a punto de chocar), dicho en simple, disminuye el suspenso, lo suprime. Pero insisto, no soy ningún teórico, no me tomen en serio. En cualquier caso, esa película no es un estilizado ejercicio de suspenso, más bien un retrato en crudo de la desesperación y el horror de no poder hacer nada. Y, de todas formas, "PVC-1" es, en efecto, una potente y recomendable película que, aún así, aprovecha el plano secuencia y como conjunto es una experiencia a grandes rasgos angustiosa.
Ahora, volviendo a "Sábado": sí, el plano secuencia está plenamente justificado. ¿Cómo? Integrando la cámara a la narración: resulta que Antonia Zegers llega a la casa de Blanca Lewin, que está a punto de casarse, para encararla sobre un asunto que involucra al futuro esposo de la Blanca, que además es el ex de la Antonia (complicada la cosa, compadre, pero si voh quisiste jugar chueco, aperra y no te hagai el weón). La Antonia le pide a un amigo que grabe todo el numerito para tener evidencia o qué sé yo, y luego de la pelea, la Blanca le pide al muchacho que la siga y grabe todo lo que ocurra, así podrá repasar el momento y darse cuenta de que todo el tortuoso camino que hará no será equivocado. Dicho esto, el plano secuencia tampoco sufre de agotamientos, no sólo porque los sesenta minutos de metraje son frenéticos y están llenos de variopintos personajes atrapados en las más estrafalarias e inesperadas situaciones, lo que de por sí genera una intensidad y un magnetismo imposible de ignorar, sino que también debido a una cámara que, además de buscar todos los ángulos posibles, todas las reacciones, tiene una especie de personalidad propia, como si este aparato fuera tan tímido pero a la vez incisivo y observador como el camarógrafo, que no será un personaje que se mantenga al margen de la acción. A ello súmenle un apabullante, desfachatado y negro sentido del humor, una agilidad arrolladora y un ingenio imparable (los diálogos son geniales, son unas joyas en su estupidez... sobre todo los dichos por el futuro ex marido, el típico chileno nefasto, canalla y chamullento). Sin embargo, lo que eleva a "Sábado" de una buena película a una excelente película es que no sólo es el registro de un matrimonio que se va a la mierda, sino que, sobre todo, la honesta y diáfana crónica del doloroso pero ulteriormente necesario proceso de revelación y catarsis de la protagonista, quien, a la luz de los hechos, decidirá sacarse de encima esa imagen de mina perfecta pero pava que se deja pasar a llevar para convertirse en la mujer que no dejará que nadie le pase por encima otra vez.
Fassbinder estaría orgulloso, sí señor.
Oh... y ver a Blanca Lewin manejando por las calles de Las Condes y Providencia es una curiosa satisfacción personal, en especial porque al final ella y el camarógrafo llegan a una calle llamada Carmen Sylva, ¡que es la calle donde me estacioné durante tantos meses mientras trabajaba en un bar aledaño! ¡¿Cuántas veces me estacioné en el mismo lugar que Blanca, cuántas veces caminé por la misma calle donde termina su recorrido, cuántas veces pasé por ese muro en donde estaban rayados los créditos (aunque claramente hoy en día están borrados)!? Ejem... hay gente que se emociona con tan poco... Bah, ¡qué importa, déjenme disfrutar! ¿Qué pensaría el actual dueño del departamento 12 del 5821 de Carmen Sylva si viera que en la pieza del fondo se grabó una casi escena de sexo? De hecho, y les hablo en serio, me di el trabajo de averiguar el recorrido exacto de "Sábado", ¡y lo logré! Algún día, cuando me den ganas y encuentre a alguien que me quiera acompañar (no me gusta hacer estas cosas solo), haré el mismo recorrido... porque yo lo valgo.
Debo decir que, a priori, dudaba un poco de si "Sábado" me iba a parecer una buena película, básicamente por su muy publicitado plano secuencia único; ya saben, que desde el inicio hasta el final no hay un solo corte. ¿Por qué dudaba del plano secuencia? Pues porque este mecanismo, sin que menosprecie su cualidad de hazaña técnica, varias veces se utiliza, digo yo, más como un lucimiento técnico que como una herramienta narrativa coherente con la propuesta argumental y/o dramática. A veces, incluso, se nota lo forzado, especialmente cuando la acción de determinada escena cambia de lugar (por el movimiento de los personajes, sobre todo) y la cámara se debe trasladar al nuevo escenario y foco de la acción, del drama, traslado que claramente es una pausa contraproducente que frena el relato, que lo hace pasivo. Es lo que pasaba varias veces en "PVC-1", opera prima de Spiros Stathoulopoulos, en donde la cámara debía "correr sola", flotar entre pasillos y patios, hasta llegar al lugar en donde se encuentran unos u otros personajes, y ese traslado no tenía lógica narrativa alguna salvo acusar la necesidad del montaje en ese preciso momento. Lo pueden comprobar ustedes mismos en este enlace: en el minuto nueve pueden ver a un par de malhechores que están amordazando a una familia, y más o menos en el minuto nueve con veinte segundos (9:20) la cámara sale de la casa y durante veinte o treinta segundos (tiempo muerto, tiempo malgastado) la cámara va hacia donde se encuentra la madre, tranquila, en un apartado lugar del fundo, sin saber el calvario que acaba de comenzar en su hogar. ¿Cómo se hace esto con montaje, como lo potencia? (Perdonen si me pongo pedagógico. Sólo quiero ilustrar mi punto y señalar las falencias de un plano secuencia forzado, no "enseñar" a dirigir ni mucho menos, además no tengo porqué tener la razón, sólo soy un tipo más del barrio). Sencillo: en la casa, el padre y los hijos son atacados, corte, la madre acaricia a un pollito, por ende, la contraposición dramática crea tensión, suspenso, la proximidad (y la incertidumbre) de una colisión: la madre se encontrará de frente con el horror, pero ¿cuándo y cómo? En fin, ¿qué sucede con ese paseo? Por alguna razón, además de hacer "descansar" el impacto inicial, al "unir" ambas escenas en una sola línea (en vez de dejarlas como dos líneas a punto de chocar), dicho en simple, disminuye el suspenso, lo suprime. Pero insisto, no soy ningún teórico, no me tomen en serio. En cualquier caso, esa película no es un estilizado ejercicio de suspenso, más bien un retrato en crudo de la desesperación y el horror de no poder hacer nada. Y, de todas formas, "PVC-1" es, en efecto, una potente y recomendable película que, aún así, aprovecha el plano secuencia y como conjunto es una experiencia a grandes rasgos angustiosa.
Ahora, volviendo a "Sábado": sí, el plano secuencia está plenamente justificado. ¿Cómo? Integrando la cámara a la narración: resulta que Antonia Zegers llega a la casa de Blanca Lewin, que está a punto de casarse, para encararla sobre un asunto que involucra al futuro esposo de la Blanca, que además es el ex de la Antonia (complicada la cosa, compadre, pero si voh quisiste jugar chueco, aperra y no te hagai el weón). La Antonia le pide a un amigo que grabe todo el numerito para tener evidencia o qué sé yo, y luego de la pelea, la Blanca le pide al muchacho que la siga y grabe todo lo que ocurra, así podrá repasar el momento y darse cuenta de que todo el tortuoso camino que hará no será equivocado. Dicho esto, el plano secuencia tampoco sufre de agotamientos, no sólo porque los sesenta minutos de metraje son frenéticos y están llenos de variopintos personajes atrapados en las más estrafalarias e inesperadas situaciones, lo que de por sí genera una intensidad y un magnetismo imposible de ignorar, sino que también debido a una cámara que, además de buscar todos los ángulos posibles, todas las reacciones, tiene una especie de personalidad propia, como si este aparato fuera tan tímido pero a la vez incisivo y observador como el camarógrafo, que no será un personaje que se mantenga al margen de la acción. A ello súmenle un apabullante, desfachatado y negro sentido del humor, una agilidad arrolladora y un ingenio imparable (los diálogos son geniales, son unas joyas en su estupidez... sobre todo los dichos por el futuro ex marido, el típico chileno nefasto, canalla y chamullento). Sin embargo, lo que eleva a "Sábado" de una buena película a una excelente película es que no sólo es el registro de un matrimonio que se va a la mierda, sino que, sobre todo, la honesta y diáfana crónica del doloroso pero ulteriormente necesario proceso de revelación y catarsis de la protagonista, quien, a la luz de los hechos, decidirá sacarse de encima esa imagen de mina perfecta pero pava que se deja pasar a llevar para convertirse en la mujer que no dejará que nadie le pase por encima otra vez.
Fassbinder estaría orgulloso, sí señor.
Oh... y ver a Blanca Lewin manejando por las calles de Las Condes y Providencia es una curiosa satisfacción personal, en especial porque al final ella y el camarógrafo llegan a una calle llamada Carmen Sylva, ¡que es la calle donde me estacioné durante tantos meses mientras trabajaba en un bar aledaño! ¡¿Cuántas veces me estacioné en el mismo lugar que Blanca, cuántas veces caminé por la misma calle donde termina su recorrido, cuántas veces pasé por ese muro en donde estaban rayados los créditos (aunque claramente hoy en día están borrados)!? Ejem... hay gente que se emociona con tan poco... Bah, ¡qué importa, déjenme disfrutar! ¿Qué pensaría el actual dueño del departamento 12 del 5821 de Carmen Sylva si viera que en la pieza del fondo se grabó una casi escena de sexo? De hecho, y les hablo en serio, me di el trabajo de averiguar el recorrido exacto de "Sábado", ¡y lo logré! Algún día, cuando me den ganas y encuentre a alguien que me quiera acompañar (no me gusta hacer estas cosas solo), haré el mismo recorrido... porque yo lo valgo.
(y yo me apresuraría, por si bajan la película de youtube).
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