Director: Pablo Larraín
En efecto, "No" es la película que obviamente iba a comentar ahora mismo, no hacía falta ver el horóscopo para saberlo. Hablando de horóscopos... no tengo nada que decir de ningún maldito horóscopo. Pero sí les recomiendo Get it Filled, un juego entretenido y desafiante de cuarenta niveles en donde la gracia es llegar a la X llenando todos los cuadrados del mapa, más o menos parecido al clásico Sokoban, pero manteniendo diferencias fundamentales en las que ahora no voy a ahondar. Ya está terminando julio y todavía no acabo de atar cabos sueltos, maldición...
"No" la había visto hace bastante tiempo ya, más o menos unos pocos meses luego de su estreno. Ahora me ha gustado más que en aquel visionado que no me dejó tan entusiasmado. Bastante más. Me ha parecido una película redonda y sólida... qué demonios, valiente e insobornable, que destaca por no encasillarse en ningún tipo de relato, lo que la mantiene fresca y fluida durante sus casi dos horas de metraje; por evitar el típico tono solemne y plástico de las historias basadas en hechos reales sumamente importantes y en su lugar generar un ambiente tan tenso como distendido, no tan autoconsciente de su trascendencia y en cambio potenciada por una descripción algo desmitificadora, no un milagro sino que un trabajo de personas comunes y corrientes; y especialmente por evitar la moralina barata y los enunciados facilones y simplistas y autocomplacientes y políticamente correctos... Al contrario, sabiendo que es una película de Pablo Larraín, "No" es una película con una mirada punzante e incisiva que ofrece un retrato corrosivo y complejo de la trastienda de las campañas del Sí y del No para el plebiscito del '88 y, por añadidura, de la sociedad chilena en general, enfocándose sobre todo en la segunda campaña, la del No, que buscaba llamar a la gente a votar para acabar con la dictadura de Pinochet, que tuvo, acorde a la película, como principal artífice al personaje de Gael García Bernal, René Saavedra, un publicista que instauró la idea de que el No no debía ser primordialmente una denuncia de los crímenes cometidos por los militares y las autoridades u otras entidades siniestras, que no debía ser una campaña de mensajes estrictamente políticos sino que emocionales, apelando al optimismo y al entusiasmo, a la alegría del porvenir y la luz del sol que nos ofrece un futuro más transparente, más o menos como un comercial de Coca-cola, como dicen varios personajes.
No seré yo quien apunte las conclusiones que se pueden extraer de este excelente visionado, sólo diré, entre algunas cosas, que "No" es una película del Chile de hoy tanto como el de ayer, un espejo que nos muestra tal cual somos, con virtudes y defectos, de manera transversal; que no es necesariamente una película optimista y alegre; y que, como ya mencioné un poco más arriba, no todos los sueños son tan luminosos y hermosos como cuando se conciben, pues los sueños, tal como todas las cosas de la vida, se marchitan y debilitan y desvanecen con el tiempo. La manera tan agridulce y desapasionada, incluso amarga y cínica, con que el protagonista camina, dando la espalda y alejándose de la gente celebrando efusivamente la victoria (que no fue cualquier victoria, vamos), me parece sumamente elocuente y extrañamente desalentadora. "No" es una película mucho más profunda y compleja de lo que parece; mucho más abundante en matices y capas de lo que se ha dicho; y, ciertamente, mucho más crítica y desencantada de lo que se gustaría admitir... y no por la película en sí misma...
Gran película, merecidamente reconocida. Imperdible.
"No" la había visto hace bastante tiempo ya, más o menos unos pocos meses luego de su estreno. Ahora me ha gustado más que en aquel visionado que no me dejó tan entusiasmado. Bastante más. Me ha parecido una película redonda y sólida... qué demonios, valiente e insobornable, que destaca por no encasillarse en ningún tipo de relato, lo que la mantiene fresca y fluida durante sus casi dos horas de metraje; por evitar el típico tono solemne y plástico de las historias basadas en hechos reales sumamente importantes y en su lugar generar un ambiente tan tenso como distendido, no tan autoconsciente de su trascendencia y en cambio potenciada por una descripción algo desmitificadora, no un milagro sino que un trabajo de personas comunes y corrientes; y especialmente por evitar la moralina barata y los enunciados facilones y simplistas y autocomplacientes y políticamente correctos... Al contrario, sabiendo que es una película de Pablo Larraín, "No" es una película con una mirada punzante e incisiva que ofrece un retrato corrosivo y complejo de la trastienda de las campañas del Sí y del No para el plebiscito del '88 y, por añadidura, de la sociedad chilena en general, enfocándose sobre todo en la segunda campaña, la del No, que buscaba llamar a la gente a votar para acabar con la dictadura de Pinochet, que tuvo, acorde a la película, como principal artífice al personaje de Gael García Bernal, René Saavedra, un publicista que instauró la idea de que el No no debía ser primordialmente una denuncia de los crímenes cometidos por los militares y las autoridades u otras entidades siniestras, que no debía ser una campaña de mensajes estrictamente políticos sino que emocionales, apelando al optimismo y al entusiasmo, a la alegría del porvenir y la luz del sol que nos ofrece un futuro más transparente, más o menos como un comercial de Coca-cola, como dicen varios personajes.
No seré yo quien apunte las conclusiones que se pueden extraer de este excelente visionado, sólo diré, entre algunas cosas, que "No" es una película del Chile de hoy tanto como el de ayer, un espejo que nos muestra tal cual somos, con virtudes y defectos, de manera transversal; que no es necesariamente una película optimista y alegre; y que, como ya mencioné un poco más arriba, no todos los sueños son tan luminosos y hermosos como cuando se conciben, pues los sueños, tal como todas las cosas de la vida, se marchitan y debilitan y desvanecen con el tiempo. La manera tan agridulce y desapasionada, incluso amarga y cínica, con que el protagonista camina, dando la espalda y alejándose de la gente celebrando efusivamente la victoria (que no fue cualquier victoria, vamos), me parece sumamente elocuente y extrañamente desalentadora. "No" es una película mucho más profunda y compleja de lo que parece; mucho más abundante en matices y capas de lo que se ha dicho; y, ciertamente, mucho más crítica y desencantada de lo que se gustaría admitir... y no por la película en sí misma...
Gran película, merecidamente reconocida. Imperdible.
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