Director: Abel Ferrara
Sí, sí, "4:44 Last Day on Earth" no es de antes del 2000, pero por alguna razón me pareció una película lo suficientemente interesante como para verla, o al menos eso pensaba antes de tener que soportar "The Blackout" y "New Rose Hotel", cuando aún tenía algo de fe en Abel Ferrara. En efecto, la película que les comento ahora es tan mala como cabría esperar. No sé cuándo fue la última vez que me sentí tan pero tan decepcionado de un director de cine como me siento ahora con Ferrara, cuyas primeras películas, ya lo saben ustedes, me parecen absolutas genialidades a su manera. Este Ferrara hablador, con ínfulas de pensador, no me gusta nada.
Científicos del mundo han predicho que el mundo se va a acabar exactamente a las 4:44 horas gracias al desprendimiento de la capa de ozono o algo así. Willem Dafoe se afeita y la novia le pregunta para qué, que qué sentido tiene. La novia está pintando un cuadro, pero Dafoe no le pregunta nada porque si lo hace a lo mejor la chica se pone a llorar y a chillar como jabalí. La pareja tiene sexo, que se las da de explícito aunque no muestre ningún pene ni ninguna vagina. De fondo suenan las noticias, Dafoe sale al balcón a ver qué pasa en la calle (un tipo se lanza de su departamento al vacío), se perturba y se pone a gritar, recibe llamados por Skype de algunos amigos, en eso llega un repartidor de comida china que aprovecha de llamar por Skype a su familia en Vietnam, termina la llamada y cuando se va del lugar la novia de Dafoe lo abraza y le dice "gracias, fue un sublime agrado haberte conocido", en toda la escena el repartidor no cambia la cara (las malas lenguas dicen que Ferrara contrató al primer repartidor de comida que hablara algún idioma oriental), luego llama por Skype a su hija, la hija va a atender otra cosa y llega la madre, que odia a Dafoe, y se ponen a pelear y en eso aparece la novia y ve que Dafoe habla con su ex y se enoja y se pone a gritar y a chillar, luego la novia llama a su madre, por Skype (¿es que nadie tiene celulares?), para decirle lo imbécil que es Dafoe, Dafoe sale a la calle, a respirar supone uno, pero llega al departamento de su dealer (¡de repente, a la mitad del relato, nos enteramos que Dafoe es un drogadicto que lleva dos años sobrio!), en donde se encuentra con su hermano, el cual le dice que no se drogue antes del fin del mundo, así que Dafoe vuelve, se intenta drogar, lo pilla la novia, la novia llora, Dafoe recapacita y no se droga, de repente las luces se apagan y la novia vuelve a ponerse a gritar, Dafoe la abraza, se tienden en el suelo, la novia habla cosas sobre que en realidad no se van a morir sino que van a pasar a otro plano o algo así, la pantalla se pone blanca y fin.
Claramente la propuesta no va por contar un argumento propiamente tal, uno se da cuenta de ello. Pero es que Ferrara no logra crear una atmósfera de sobrecogimiento y abatimiento, un ambiente de desazón y aflicción; no logra construir o transmitir o capturar un estado de las cosas, un estado de ánimo, una deconstrucción moral del mundo actual. Nicholas St. John, aprovechando el trasfondo apocalíptico, habría escrito un complejo y profundo tratado sobre la fatalidad y la trascendencia del hombre; habría escrito un maravilloso relato que se introdujera de lleno en la conflictiva y ambigua condición humana, naturaleza humana, con personajes como acechados por fantasmas, por culpas individuales y colectivas, globales; habría incluido a la perfección, de manera natural y no impostada, el componente filosófico y existencial, incluso ecológico y político. Pero lo que tenemos es un tedioso relato de pacotilla con personajes, conflictos y acontecimientos arbitrarios, cursis y ridículos, poco definidos y desarrollados, que son apenas un pomposo cúmulo de lugares comunes discursivos y filosóficos. Y, de nuevo, la dirección de Ferrara es cansina, plana, reiterativa, descafeinada...
Si para Ferrara el fin del mundo consiste en hacer que un grandísimo actor como Willem Dafoe se ponga a balbucear por ochenta minutos acompañado de pésimos actores mientras escuchamos discursos de Al Gore y enseñanzas zen, entonces sí, sí que dan putas ganas de que todo explote y se vaya al demonio.
Científicos del mundo han predicho que el mundo se va a acabar exactamente a las 4:44 horas gracias al desprendimiento de la capa de ozono o algo así. Willem Dafoe se afeita y la novia le pregunta para qué, que qué sentido tiene. La novia está pintando un cuadro, pero Dafoe no le pregunta nada porque si lo hace a lo mejor la chica se pone a llorar y a chillar como jabalí. La pareja tiene sexo, que se las da de explícito aunque no muestre ningún pene ni ninguna vagina. De fondo suenan las noticias, Dafoe sale al balcón a ver qué pasa en la calle (un tipo se lanza de su departamento al vacío), se perturba y se pone a gritar, recibe llamados por Skype de algunos amigos, en eso llega un repartidor de comida china que aprovecha de llamar por Skype a su familia en Vietnam, termina la llamada y cuando se va del lugar la novia de Dafoe lo abraza y le dice "gracias, fue un sublime agrado haberte conocido", en toda la escena el repartidor no cambia la cara (las malas lenguas dicen que Ferrara contrató al primer repartidor de comida que hablara algún idioma oriental), luego llama por Skype a su hija, la hija va a atender otra cosa y llega la madre, que odia a Dafoe, y se ponen a pelear y en eso aparece la novia y ve que Dafoe habla con su ex y se enoja y se pone a gritar y a chillar, luego la novia llama a su madre, por Skype (¿es que nadie tiene celulares?), para decirle lo imbécil que es Dafoe, Dafoe sale a la calle, a respirar supone uno, pero llega al departamento de su dealer (¡de repente, a la mitad del relato, nos enteramos que Dafoe es un drogadicto que lleva dos años sobrio!), en donde se encuentra con su hermano, el cual le dice que no se drogue antes del fin del mundo, así que Dafoe vuelve, se intenta drogar, lo pilla la novia, la novia llora, Dafoe recapacita y no se droga, de repente las luces se apagan y la novia vuelve a ponerse a gritar, Dafoe la abraza, se tienden en el suelo, la novia habla cosas sobre que en realidad no se van a morir sino que van a pasar a otro plano o algo así, la pantalla se pone blanca y fin.
Claramente la propuesta no va por contar un argumento propiamente tal, uno se da cuenta de ello. Pero es que Ferrara no logra crear una atmósfera de sobrecogimiento y abatimiento, un ambiente de desazón y aflicción; no logra construir o transmitir o capturar un estado de las cosas, un estado de ánimo, una deconstrucción moral del mundo actual. Nicholas St. John, aprovechando el trasfondo apocalíptico, habría escrito un complejo y profundo tratado sobre la fatalidad y la trascendencia del hombre; habría escrito un maravilloso relato que se introdujera de lleno en la conflictiva y ambigua condición humana, naturaleza humana, con personajes como acechados por fantasmas, por culpas individuales y colectivas, globales; habría incluido a la perfección, de manera natural y no impostada, el componente filosófico y existencial, incluso ecológico y político. Pero lo que tenemos es un tedioso relato de pacotilla con personajes, conflictos y acontecimientos arbitrarios, cursis y ridículos, poco definidos y desarrollados, que son apenas un pomposo cúmulo de lugares comunes discursivos y filosóficos. Y, de nuevo, la dirección de Ferrara es cansina, plana, reiterativa, descafeinada...
Si para Ferrara el fin del mundo consiste en hacer que un grandísimo actor como Willem Dafoe se ponga a balbucear por ochenta minutos acompañado de pésimos actores mientras escuchamos discursos de Al Gore y enseñanzas zen, entonces sí, sí que dan putas ganas de que todo explote y se vaya al demonio.
REAL ,PELICULA SIN RELACION .. NO LLEGA A Bad Lieutenant.El rey de New York.....
ResponderBorrarEs una lástima que Ferrara haya decaído de esta forma...
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