The Gun Runners - 1958

Director: Don Siegel

Curiosa cosa, pero cada vez que no actualizo este blog, aunque sea por un miserable día, siento como si mi ausencia hubiese sido dolorosamente prolongada: me pesa no comentar películas. Anoche tuve otro sueño extraño, que además creo que es medio premonitorio en un rebuscado sentido, pero al menos no es tan largo y no me demoraré tanto en contárselos: recuerdo que era novio de Norma Jennings, o al menos alguien con el rostro (la cabeza) de Norma Jennings, lo que me tenía colmado de alegría. Ni siquiera me puse nervioso cuando, en el lugar en el que me reuniría con ella, la vi hablando con Hank Jennings, quien se fue rápido al ver que yo llegaba y que ella no estaba interesada en él (o eso me pareció a mí). Finalmente nos saludamos y comenzamos el camino a casa, caminando y tomados de la cintura (en este momento tuve un curioso pensamiento: "este no es el cuerpo de Norma Jennings"). Caminamos por calles y veredas muy similares a las que separan mi casa de la plaza en donde hay bazares, panaderías, carnicerías y hasta un grow shop. Llegamos a un lugar que no era mi casa pero sí nuestro hogar, el mío y de ella: un abarrotado y descuidado edificio en el que había que esperar un montón de tiempo para subirse al ascensor (olvidé decir que toda esa gente que se amontonaba, al igual que nosotros, también llegaba a este edificio caminando desde "los locales"). Y hasta ahí llegué. Creo entender a la perfección el significado de este sueño (recuerden que todo es simbólico y que en realidad no estoy enamorado de Norma Jennings, aunque sí, tiene un rostro muy lindo). Mi horóscopo decía algo similar. Uf...

Debo admitir que la primera vez que vi a Audie Murphy no me lo tomé muy en serio por su cara de niño, pero en "The Duel at Silver Creek", del mismo Siegel, sin que haya entregado una interpretación memorable ni nada por el estilo, sí resultó lo suficientemente convincente como para acallar mi tonto prejuicio. Nada más que cinco años después, Murphy interpreta al capitán de un barquito con el que lleva turistas (o cualquier persona que así lo quiera) a pescar y relajarse en medio del mar. Suena como un bonito y relajante trabajo, pero la realidad es más complicada: Murphy está tapado en deudas y, para peor, cada posibilidad de ganar dinero se esfuma cruelmente de sus manos: el dinero se le va como el agua entre los dedos. Al principio del relato, incluso antes de que sepamos de sus problemas económicos, lo vemos rechazando la oferta de dos indeseables que buscan transportar cierto cargamento de Cuba a Miami (o viceversa). Uno pensaría, y con razón, que para cuando la cosa se pone color de hormiga, Murphy volvería a contactar con los mencionados caballeros para, a regañadientes, aceptar la oferta y salir de los apuros. Sin embargo, en un sabio giro de guión, ejecutado con firmeza y sensibilidad por Siegel, el relato aborda la trama criminal como una tangente, como una devoradora sombra en ciernes, concentrándose en la vida de Murphy, en las miserias y sus carencias materiales (aunque no afectivas y morales: Murphy está  felizmente casado y además tiene amigos y colegas que lo respetan plenamente... aunque le tengan poca paciencia con las deudas), pero también en el intachable, aunque también imperfecto (apuesta y no le hace el quite a saltarse ciertas normas, minucias nada más, con tal de recibir un dinerillo extra), sentido de la moral que alberga. Luego, a fuego lento aunque con contundencia, de manera sutil y progresiva, el trasfondo criminal va invadiendo, atrapando y acorralando, la difícil aunque honrada vida del protagonista, quien queda poco menos que de manos atadas, otorgando una cierta mirada fatalista y pesimista a esta atmósfera ya de por sí abatida (a la vez que cándida: como ven, puros contrastes, colisiones, luchas). Y he aquí el porqué me gustó la actuación de Audie Murphy, quien dota a su personaje tanto de incuestionable complexión moral como de un halo de fragilidad y aflicción, sobre todo a través de esa mirada de hombre decidido pero también derrotado, o quizás no derrotado, pero sí herido y rasguñado por los embates de la vida. "The Gun Runners" nos cuenta la historia de cómo se le puede arrebatar todo a una persona, menos su sentido de la moral, último pilar que queda en pie tras el trágico derrumbe de lo demás.
En cierta forma me ha recordado a "The Counselor", en resumen, por dos cosas, dos motivos: primero, ya mencionado, por el asunto del protagonista viendo cómo se le arrebata todo lo que tiene y ama; y segundo, por el tratamiento de la "industria" del crimen como un gran vacío, un gran hueco, un gran agujero negro que consume y destruye todo lo bueno, hasta las cosas más abstractas, como los sueños. Ambas películas se diferencian en un montón de cuestiones más, pero la esencia se halla en esos dos puntos: en el lado oscuro del sueño estadounidense. Ésta es menos salvaje, sensual, desaforada, sangrienta, estilizada y extrema, pero eso no la hace menos elocuente, dura y delicada, menos agridulce y sensible.
Y... ¿creen que Audie Murphy pueda zafarse de las garras del crimen?
En cualquier caso, excelente película. ¡Y qué final! No se lo pierdan.