Director: Don Siegel
Oh, ha empezado la nueva temporada de "Mr. Robot". El episodio está bien, cumple lo suyo sin enredarse innecesariamente (el rollo psicológico sigue siendo un peso difícil de manejar para el creador), y además nos presenta de inmediato el personaje del buen Bobby Cannavale. Obviamente, a la serie se le hizo irresistible lanzar las enésimas y repetitivas críticas contra Trump o el capitalismo (muy original, imaginen por dónde fueron los tiros), lo que me imagino complació a los televidentes, anarquistas y revolucionarios que "despertaron" gracias al ácido y crítico discurso del protagonista (el ojón feo y rarito), que te puedes meter al bolsillo si les dices exactamente lo que quieren escuchar. Pero como dije, este remake de "El Club de la Pelea" la temporada no empezó para nada mal: promete... promete no ahogarse en su propia mierda y entretener lo suyo. Como sea, llega el viernes y comienza otro solitario fin de semana. La casa se queda sola (la gente se va de viaje, y eso que no es fin de semana largo) y me pregunto cuántas películas voy a poder ver, ahora que todo estará tan tranquilo adentro. Con suerte, afuera la cosa también estará relativamente silenciosa. Por alguna razón había pasado por alto "Hell is for Heroes", pero luego recapacité y, como pueden percatarse, acabé por verla y, ciertamente, disfrutarla. Qué buena película, sí señor.
No soy muy curtido en el cine bélico, pero aunque pocas, he visto buenas películas del género. "Hell is for Heroes" es un excelente exponente, pienso yo. No es extensa, pero eso no quiere decir que sea menos potente y memorable. Empieza bien, simpática y con sentido del humor, y a partir de ahí todo, gradualmente, se viene abajo, se desmorona, se derrumba. Al inicio nos encontramos en un pueblito francés en donde descansan algunos escuadrones estadounidenses, durante la segunda guerra mundial, esperando para ser enviados a casa, a Estados Unidos. Steve McQueen, que interpreta a un soldado poco amigable y amargo, llega a uno de estos escuadrones, sin sumarse a las animadas conversaciones ni congeniar con los singulares personajes que ahí encuentra, mucho menos entusiasmarse por el regreso a su tierra natal. Pero una mala noticia golpea a todos: en vez de retornar a casa, serán enviados a la línea de fuego para seguir combatiendo alemanes. Y la cosa empeora: el escuadrón de Steve McQueen, que no supera los diez hombres, se queda solo resguardando el puesto de batalla, esperando que los alemanes no se percaten que se enfrentan a un minúsculo puñadito de estadounidenses indefensos y expuestos. Los del escuadrón deberán ingeniárselas. Todavía con retazos de buen sentido del humor, Siegel despliega su firme y sólido dominio de la tensión, del tempo cinematográfico y de la atmósfera. Luego, repentinamente, con un golpe seco e inclemente, se desata el infierno: la narración recrudece y el despojo total y absoluto de todo grado de humor o ligereza nos sumerge, de lleno, sin compasión, en el incansable e insaciable horror de la guerra: corren los minutos y se hace increíble que todo siga empeorando.
"Hell is for Heroes" no es una película de argumento, es más bien de sensaciones y atmósfera: el clima de desazón, de oscuridad, de vacío. Acá no entran en juego el heroísmo ni nada por el estilo: Siegel, sin recurrir a palabras sino que a elocuentes y duras, frontales imágenes, nos muestra, claro como el agua, qué significa triunfar en la guerra: el sinsentido de esa palabra, triunfo, en tales circunstancias. ¿Acaso importa, qué sé yo, si tal personaje llega a donde quería llegar o si el escuadrón triunfa en esta pequeña batalla? No, señor, no importa. La película es el descenso al abismo, nada más que ello. Y vaya manera de dirigir la de Siegel: la secuencia del campo de minas es tensión pura y dura, ¡y ni les digo lo que sigue después! Qué pedazo de director es Siegel: su estilo sin adornos, sin aspavientos, sin artificios; al grano, sin miedos, con personalidad y actitud, con mala leche y aguda mirada, vertiéndolo todo, vísceras y sudor, en el fotograma.
Además de la participación de Steve McQueen, actor que no necesita presentación, también destaca la presencia de James Coburn, quien tampoco necesita presentación.
Excelente y brutal película: no está hecha para contentar ni complacer. Así debería ser siempre, maldita sea.
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