miércoles, 23 de mayo de 2018

Akiresu to Kame - 2008


Director: Takeshi Kitano

Ahora sí que sí vamos con la tercera parte de la trilogía autobiográfica de Takeshi Kitano. "Aquiles y la tortuga", se llama, si hacemos una traducción rápida del título en inglés. Salió el teaser de "Too Old to Die Young", la serie que Nicolas Winding Refn estrenará el otro año por Amazon, y la verdad es que se ve muy bien, pero lo que más me llamó la atención y alegró del avance fue la presencia de James Urbaniak, gran actor descubierto por el maravilloso Hal Hartley en "Henry Fool". Parece que tendrá un rol... digamos, intenso.


La paradoja de Aquiles y la tortuga plantea que, en una carrera entre ambos sujetos, Aquiles, a pesar de ser mucho más rápido que la tortuga, no podría ganarle al animal y, de hecho, ni siquiera alcanzarlo. ¿Por qué? El mismo inicio de esta película así lo explica. Lo importante de esto es que, claramente, Aquiles vendría siendo el protagonista, es decir Kitano, y la tortuga sería el éxito como pintor o, algo más modesto, la consumación de sus sueños.
En esta entrega final, Kitano se centra en su faceta como pintor y, a través de tres momentos, tres edades, nos relata la historia de este pintor lleno de pasión y sueños que, por desgracia, debe enfrentarse a mil desgracias y fracasos: a la tragedia de no poder alcanzar ese éxito incluso cuando parece estar literalmente enfrente suyo.
"Akiresu to Kame" es una película que va de más a menos de manera notoria. Primero comenzamos con el protagonista en su niñez, cuando era hijo de un millonario banquero aficionado a las pinturas, que no hacía más que pintar cuadros en todo momento y lugar (sin prestar atención al colegio, por ejemplo). Todo parece ideal y prometedor para este niño, pero la desgracia se cierne sobre su familia y, en pocas palabras, el chico lo pierde todo, menos su pasión por pintar y sus sueños por convertirse en un gran pintor. En esta parte de la película Kitano despliega toda su delicadeza y sensibilidad, creando una atmósfera llena de encanto, candor y hasta de magia, incluso en los momentos más desoladores o tristes, en donde la injusticia se ensaña con el chico. Un drama de época sobre un niño que se niega a amoldarse a la fealdad del mundo y que elige, todavía, apreciar la belleza escondida (a plena vista) de las cosas. Toque melancólico, bella banda sonora. Uno pensaba estar viendo una obra maestra.
La segunda parte, ubicada en la juventud del protagonista (veinte años, diría), también destaca por el candor que desprende su pasión impenitente por la pintura. Como ahora el joven debe ganarse la vida, intenta vender sus obras a un galerista que le aconseja irse a estudiar en una escuela de arte. Mientras tanto debe trabajar para ganarse el sustento y pagar la escuela, e incluso conoce a una bella señorita particularmente interesada en él y su arte. Aunque las ganas no le sobran, la realidad no deja de decepcionarlo y defraudarlo. Sin embargo seguirá intentado alcanzar sus sueños. En este segmento Kitano aún mantiene esa ingenuidad, ese candor y, por supuesto, esa desesperanza. Como un coming-of-age blanda pero suficientemente cargado con cierto inconformismo y desesperación generacional. El actor protagonista, curiosamente, es lo menos destacable de esta parte.
La tercera parte, en donde el protagonista, ya encarnado por Kitano, es un hombre casado y con una hija, que pasa penurias económicas debido a que no trabaja y a que el dinero que ganan su hija y su esposa lo dedica a comprar pintura y demás materiales. Desde luego, sigue siendo un fracasado: nadie le compra sus pinturas y el galerista no deja de encontrarle fallas y recomendarle nuevos estilos, etc., todo lo cual el protagonista sigue al pie de la letra sin poder encontrar su bello sol interior (ejem...). El problema en esta parte es que se pierde ese tono melancólico y agridulce de los dos anteriores y, a base de repetición, las penurias del pintor se convierten en un banal chiste (algunos gags tienen gracia, claro, pero es una risa efímera nada más). Y a estas alturas se ha abusado tanto con eso del fracaso que todo lo que sigue es totalmente predecible (excepto por ese final, cuya cursilería sí que no me la esperaba), y ni siquiera las escenas supuestamente dramáticas causan verdadero impacto (¿cuántas veces se ha visto eso del suicida que fracasa incluso al momento de suicidarse?).
Aunque argumentalmente la película siga una línea clara, lo que le pesa es la falta de consistencia tonal, porque no se puede pasar del conmovedor drama de época a una simple comedia de gags sin que algo en el interior del conjunto se resienta. Lo que era un conflicto verdaderamente interesante y cautivante al inicio, deviene en una burda seguidilla de chascarros.
En fin, película que se desinfla y que por lo mismo resulta decepcionante. La verdad es que bien poco entusiasman el fracaso y la decepción, en términos dramáticos e incluso sustanciales, cuando ya no quedan ilusiones y sueños que puedan hacerle frente.
Excelente idea, tristemente desaprovechada.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...