Director: Todd Field
Hace mucho tiempo vi, en la tele, "Little Children", segunda y hasta el momento última película de Todd Field estrenada a la fecha, la cual tenía bastante olvidada. Hace bastante tiempo vi "Walking and Talking", opera prima de Nicole Holofcener en la que actúa Todd Field, quien comenzó su carrera en el cine como actor para luego dar el paso a la dirección con "In the bedroom". Se ha hablado bastante sobre cuál será su tercer largometraje, desde su interés en adaptar Meridiano de Sangre, de Cormac McCarthy; adaptar otra novela llamada The Creed of Violence, la que iba a ser protagonizada por Leonardo DiCaprio; hacer una película sobre un equipo de béisbol de ligas menores; y, hasta el momento lo más seguro y confirmado, una adaptación televisiva de 20 horas de Pureza, la última novela a la fecha de Jonathan Franzen, quien se encargará de co-escribir el guión junto al mismo Field. Un sujeto interesante este Field, lástima que su filmografía sea tan breve, pero mientras siga manteniendo tamaña calidad, supongo que hay que dejarlo ser, ¿o no?
El título hace referencia a una parte de las trampas para langostas, parte llamada bedroom, que sólo es capaz de contener dos langostas porque, de haber más, éstas comienzan a lastimarse entre sí debido a la falta de espacio: dos son compañía y tres son multitud, se dice. El mensaje está claro: alguien saldrá lastimado. Es una amenaza que flota de manera constante y precisa sobre los personajes, como una sombra que se cierne lenta y cruelmente sobre ellos: la atmósfera de mal agüero acechando, inevitable. Todd Field acierta plenamente al apostar por una narración sobria y pausada que evita maniqueísmos y manipulaciones narrativas; en otras palabras, Field busca o la naturalización de la violencia y/o del derrumbe moral o la cotidianidad siendo invadida por acontecimientos extraordinarios, si bien, eventualmente, la realidad retratada tendrá elementos de ambas posibilidades. En el fondo, la desazón proviene del reto que el director propone al espectador, el único que puede establecer posiciones a partir de lo que ve: el material no viene predispuesto ni visual ni discursiva o narrativamente... Me di varias vueltas pero creo que al final me di a entender, espero...
Lo que Field desarrolla, tal como en su posterior "Little Children", es explorar las relaciones humanas comunes y corrientes (por lo general de personas que viven en suburbios, de vidas relativamente tranquilas y plenas) arrinconadas por situaciones límite que trastocan la atesorada cotidianidad y, claro, sus cimientos morales propios de ciudadano medio/modelo: los padres trabajadores, las madres devotas, los hijos estudiosos, los vecinos amables, la nación firme y radiante protegida de tentaciones internas y amenazas externas... sin embargo, por debajo de la superficie subyace una pulsión depravada que necesita aire y emerge en forma de brotes de violencia, de ira, de inconformismo. Gran ojo el de Field, además dotado de una mano firme al momento de ejecutar su relato, en esencia, un brutal drama familiar (culpas, rencores, etc.) con toques de thriller vengativo. Lo mejor de todo es la perfecta sincronía entre el tratamiento de los personajes y el de la imagen, paulatinamente girando hacia tonos fríos y terrenos claroscuros en donde ya nada es lo que parece, donde nada volverá a ser como era antes de la historia de violencia: los modelos se corrompen; en realidad siempre hay una monstruosidad escondida esperando su turno de arrasar con lo construido. El tramo final es soberbio, en especial por la manera en que Field nos introduce de lleno en ello y luego sostiene la tensión, la manera en que transita entre lo que esperamos que pase y lo que deseamos que no pase: parece estar cantado, pero ¿podemos estar seguro? ¡Maldita sea, esta incertidumbre! Por supuesto, grandes interpretaciones las de Tom Wilkinson y Sissy Spacek, en especial la del primero, quien pone rostro a una mutación tan necesaria como lamentable y ulteriormente irreversible. También me ha gustado la presencia de Marisa Tomei, cuyo peinado está de lujo (a pesar de su look desgarbado y descuidado... de haber podido, habría acariciado su cabello). Lo importante es que Field se centra, más que en los acontecimientos como tales, en la fragilidad del hombre.
"In the bedroom" me ha recordado, o quizás me ha causado sensaciones similares a las que me provocaron "Matar a un hombre", de Alejandro Fernández Almendras (éste no esconde su primer apellido), "Shotgun Stories", de Jeff Nichols, y "Before the devil knows you're dead", de Sidney Lumet. Creo que se me vino a la mente otra, pero ahora mismo se me fue. De todas formas, no se pierdan ninguna de las dos películas de Todd Field, de quien estamos ansiosos por ver otro trabajo, ¡ojalá pronto!
Lo que Field desarrolla, tal como en su posterior "Little Children", es explorar las relaciones humanas comunes y corrientes (por lo general de personas que viven en suburbios, de vidas relativamente tranquilas y plenas) arrinconadas por situaciones límite que trastocan la atesorada cotidianidad y, claro, sus cimientos morales propios de ciudadano medio/modelo: los padres trabajadores, las madres devotas, los hijos estudiosos, los vecinos amables, la nación firme y radiante protegida de tentaciones internas y amenazas externas... sin embargo, por debajo de la superficie subyace una pulsión depravada que necesita aire y emerge en forma de brotes de violencia, de ira, de inconformismo. Gran ojo el de Field, además dotado de una mano firme al momento de ejecutar su relato, en esencia, un brutal drama familiar (culpas, rencores, etc.) con toques de thriller vengativo. Lo mejor de todo es la perfecta sincronía entre el tratamiento de los personajes y el de la imagen, paulatinamente girando hacia tonos fríos y terrenos claroscuros en donde ya nada es lo que parece, donde nada volverá a ser como era antes de la historia de violencia: los modelos se corrompen; en realidad siempre hay una monstruosidad escondida esperando su turno de arrasar con lo construido. El tramo final es soberbio, en especial por la manera en que Field nos introduce de lleno en ello y luego sostiene la tensión, la manera en que transita entre lo que esperamos que pase y lo que deseamos que no pase: parece estar cantado, pero ¿podemos estar seguro? ¡Maldita sea, esta incertidumbre! Por supuesto, grandes interpretaciones las de Tom Wilkinson y Sissy Spacek, en especial la del primero, quien pone rostro a una mutación tan necesaria como lamentable y ulteriormente irreversible. También me ha gustado la presencia de Marisa Tomei, cuyo peinado está de lujo (a pesar de su look desgarbado y descuidado... de haber podido, habría acariciado su cabello). Lo importante es que Field se centra, más que en los acontecimientos como tales, en la fragilidad del hombre.
"In the bedroom" me ha recordado, o quizás me ha causado sensaciones similares a las que me provocaron "Matar a un hombre", de Alejandro Fernández Almendras (éste no esconde su primer apellido), "Shotgun Stories", de Jeff Nichols, y "Before the devil knows you're dead", de Sidney Lumet. Creo que se me vino a la mente otra, pero ahora mismo se me fue. De todas formas, no se pierdan ninguna de las dos películas de Todd Field, de quien estamos ansiosos por ver otro trabajo, ¡ojalá pronto!
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