Director: Kevin Reynolds
Hace un par de días nos enteramos de la muerte de Bill Paxton, y como en el mes de Febrero, que tuvo varias muertes célebres, estuve flojo con los homenajes, quiero subsanar dicho silencio viendo y comentando películas dirigidas o actuadas por aquellos que partieron recientemente, aunque quizás no haya elegido del todo bien con el buen Bill Paxton, pues "Hatfields & McCoys" (miniserie que History Channel transmitió en tres episodios) quizás no sea de lo más emblemático en su carrera, pero tiene un rol importante y pienso que se condice un poco con el interés que Paxton ha mostrado en la televisión estos últimos años, pues además de encabezar "Big Love" de HBO, también ha hecho lo propio en "Texas Rising", otra miniserie del History Channel, y la versión televisiva de "Training Day". Por mencionar algunas, en el cine de esta década lo hemos visto en "Nightcrawler", "Edge of Tomorrow" y "Haywire" en roles secundarios pero enriquecidos con su gran talento y personalidad. En este blog ya había aparecido con "Frailty", "Near Dark", "One false move" y "A simple plan", además de las otras mencionadas. Ya extrañamos al buen Bill Paxton.
El famoso conflicto entre los Hatfields y los McCoys se hizo de un importante espacio en el folclore estadounidense y es tan recordado como las figuras de los hermanos James, Billy el niño, Wyatt Earp, Búfalo Bill, Butch Cassidy y Sundance Kid, entre otros. Bill Paxton es el patriarca de los McCoys y Kevin Costner el de los Hatfields, y a pesar de estar separados por un río que además divide los estados de Kentucky y Virginia Occidental (detalle que complica las cosas, en términos de jurisprudencia y todo eso, cuando los crímenes ocurren), no había distancia que pudiera aplacar el odio, alimentado por generaciones, surgido entre ambos clanes. Más allá de las licencias históricas y de las libertades creativas, pienso que "Hatfields & McCoys" es una potente historia que no pierde vigencia y probablemente no la perderá nunca, pues, como lo veo yo, trata sobre algo más profundo que una brutal contienda entre familias, siendo un conflicto intemporal y universal: la vieja disputa entre los poderosos y los indefensos/desposeídos, entre los influyentes y los parias: una historia de injusticias, de terrible e indignante impunidad, de abusos cuasi sistemáticos. Todo comienza cuando Costner deserta de la Guerra de Secesión, dejando a su buen amigo Paxton a su suerte ante la embestida del ejército de la Unión cuando los confederados ya no tenían oportunidad de vencer, pero en casa los ánimos ya estaban caldeados: el hermano de Paxton luchó por la Unión y todos los Hatfields que se quedaron en casa apoyaban la causa confederada, y bueno, ya se imaginarán lo que sucede... Pero lo peor es que cuando Paxton vuelve a casa, se da cuenta de que los Hatfields, una pandilla de asesinos mentirosos y desalmados liderada por un desertor, se han enriquecido comprando y usurpando terrenos y explotando madera a través de negocios de dudosa moralidad y legalidad, mientras que su familia apenas vive gracias a unas pocas cosechas; por si fuera poco, los Hatfields controlan la ley, los tribunales, y no tardan en aprovechar esa ventaja ante los McCoys. En determinado momento Paxton dice que el conflicto entre su familia y la de los Hatfields no es una guerra, más bien la sostenida matanza de una familia a otra, y no puede ser más cierto: los dueños de la ley y de las tierras aniquilando granjeros que apenas se pueden defender, robando el sustento de éstos sin asco ni vergüenza, destruyendo con placer todo lo que los pobres habían construido.
"Hatfields & McCoys" es una miniserie que, sobre todo, está bien escrita, especialmente en lo referido a la escalada de rencores y trifulcas que poco a poco mutan en crímenes más violentos, deleznables e irreversibles, poniendo especial énfasis en lo desequilibrado de la balanza y en la impotencia que inevitablemente se siente ante la impunidad de las atrocidades que comenten los Hatfields: un relato que nos sume en un perpetuo estado de resignación, el cual no varía dado que ¿quién puede parar a los Hatfields? Bill Kerby y Ted Mann aciertan de lleno en narrar esta historia del lado de los McCoy, moralmente hablando, ya que en cuanto a la narración en sí, vamos de un lado a otro, viendo cómo la escalada de violencia afecta a ambas familias. Con todo, debo decir que, considerando lo potente y brutal del relato, falta algo para poder asestar el golpe final, para alzarse como una "película" realmente grande, magnífica y memorable: le falta impronta cinematográfica, le falta fuerza en la puesta en escena, una visión que sea capaz de expresar y potenciar el poderoso material del guión. La labor de Kevin Reynolds es demasiado funcional y convencional para su propio bien, y aunque la calidad general es bastante notable y nunca decae especialmente (exceptuando quizás el romance juvenil entre un Hatfield y una McCoy, con una "romántica" banda sonora muy, muy mala), insisto, falta mística, falta western. Porque claro, una cosa es el contexto, pero otra cosa muy diferente es el género. No obstante, hay multitud de escenas muy bien rodadas y, por lo demás, el tercer episodio es fantástico (al menos en su primera mitad), alternando, sin perder el norte, escenas crudas en su tratamiento de la violencia con otras que destacan por su sencillez y sensibilidad. Puede que esté siendo quisquilloso, después de todo Reynolds logra con creces transmitir lo atroz de este famoso conflicto, logra transmitir el miedo de las familias a desintegrarse, la tristeza de aquellos aplastados por la injusticia; logra que su narración se mantenga firme y contundente; en el fondo, logra mantener y no minar la calidad del relato, si bien, a partir de esa base, poco más aporta...
En terreno interpretativo, Paxton y Costner están magníficos en sus roles, el primero como padre de familia que, fiel a su fe cristiana y su respeto por la ley, poco a poco se derrumba ante la pérdida de todo en cuanto cree y ama (su familia, su obra, su rectitud moral), y el segundo como un despreciable déspota e inescrupuloso sinvergüenza que cree que el mundo es de su propiedad y puede hacer lo que se le da la gana con él. Y lo peor es que, aviso de "spoiler", triunfa. Después de incontables muertes, mayoritariamente de los McCoy, el líder de los Hatfield se cansa de tanta violencia (para mí que le llegó el miedo a ser atrapado, pues lo tenían acorralado ya: el que se retira en la derrota, tal como lo hizo al principio del relato... oh, pero cuando todo el poder es suyo no dudaba en matar McCoys como si nada) y se hace cristiano: se limpia de sus pecados y listo, hombre nuevo. Y ya no contaré más, pero parece que verdaderamente la vida fue injusta con los McCoy, mientras que los Hatfields la sacaron barata; incluso uno llegó a ser gobernador...
Como sea, a pesar de los reparos, no dudo en señalar que "Hatfields & McCoys" es realmente buena... más por su historia en sí que por su ejecución, cuya solvencia es más bien una extensión de la calidad escritural que un producto de la dirección de Reynolds, pero qué importa: es una miniserie que estremece y que logra con creces su objetivo (uno de varios): hacernos temblar, porque estas cosas nunca dejan de pasar.
El famoso conflicto entre los Hatfields y los McCoys se hizo de un importante espacio en el folclore estadounidense y es tan recordado como las figuras de los hermanos James, Billy el niño, Wyatt Earp, Búfalo Bill, Butch Cassidy y Sundance Kid, entre otros. Bill Paxton es el patriarca de los McCoys y Kevin Costner el de los Hatfields, y a pesar de estar separados por un río que además divide los estados de Kentucky y Virginia Occidental (detalle que complica las cosas, en términos de jurisprudencia y todo eso, cuando los crímenes ocurren), no había distancia que pudiera aplacar el odio, alimentado por generaciones, surgido entre ambos clanes. Más allá de las licencias históricas y de las libertades creativas, pienso que "Hatfields & McCoys" es una potente historia que no pierde vigencia y probablemente no la perderá nunca, pues, como lo veo yo, trata sobre algo más profundo que una brutal contienda entre familias, siendo un conflicto intemporal y universal: la vieja disputa entre los poderosos y los indefensos/desposeídos, entre los influyentes y los parias: una historia de injusticias, de terrible e indignante impunidad, de abusos cuasi sistemáticos. Todo comienza cuando Costner deserta de la Guerra de Secesión, dejando a su buen amigo Paxton a su suerte ante la embestida del ejército de la Unión cuando los confederados ya no tenían oportunidad de vencer, pero en casa los ánimos ya estaban caldeados: el hermano de Paxton luchó por la Unión y todos los Hatfields que se quedaron en casa apoyaban la causa confederada, y bueno, ya se imaginarán lo que sucede... Pero lo peor es que cuando Paxton vuelve a casa, se da cuenta de que los Hatfields, una pandilla de asesinos mentirosos y desalmados liderada por un desertor, se han enriquecido comprando y usurpando terrenos y explotando madera a través de negocios de dudosa moralidad y legalidad, mientras que su familia apenas vive gracias a unas pocas cosechas; por si fuera poco, los Hatfields controlan la ley, los tribunales, y no tardan en aprovechar esa ventaja ante los McCoys. En determinado momento Paxton dice que el conflicto entre su familia y la de los Hatfields no es una guerra, más bien la sostenida matanza de una familia a otra, y no puede ser más cierto: los dueños de la ley y de las tierras aniquilando granjeros que apenas se pueden defender, robando el sustento de éstos sin asco ni vergüenza, destruyendo con placer todo lo que los pobres habían construido.
"Hatfields & McCoys" es una miniserie que, sobre todo, está bien escrita, especialmente en lo referido a la escalada de rencores y trifulcas que poco a poco mutan en crímenes más violentos, deleznables e irreversibles, poniendo especial énfasis en lo desequilibrado de la balanza y en la impotencia que inevitablemente se siente ante la impunidad de las atrocidades que comenten los Hatfields: un relato que nos sume en un perpetuo estado de resignación, el cual no varía dado que ¿quién puede parar a los Hatfields? Bill Kerby y Ted Mann aciertan de lleno en narrar esta historia del lado de los McCoy, moralmente hablando, ya que en cuanto a la narración en sí, vamos de un lado a otro, viendo cómo la escalada de violencia afecta a ambas familias. Con todo, debo decir que, considerando lo potente y brutal del relato, falta algo para poder asestar el golpe final, para alzarse como una "película" realmente grande, magnífica y memorable: le falta impronta cinematográfica, le falta fuerza en la puesta en escena, una visión que sea capaz de expresar y potenciar el poderoso material del guión. La labor de Kevin Reynolds es demasiado funcional y convencional para su propio bien, y aunque la calidad general es bastante notable y nunca decae especialmente (exceptuando quizás el romance juvenil entre un Hatfield y una McCoy, con una "romántica" banda sonora muy, muy mala), insisto, falta mística, falta western. Porque claro, una cosa es el contexto, pero otra cosa muy diferente es el género. No obstante, hay multitud de escenas muy bien rodadas y, por lo demás, el tercer episodio es fantástico (al menos en su primera mitad), alternando, sin perder el norte, escenas crudas en su tratamiento de la violencia con otras que destacan por su sencillez y sensibilidad. Puede que esté siendo quisquilloso, después de todo Reynolds logra con creces transmitir lo atroz de este famoso conflicto, logra transmitir el miedo de las familias a desintegrarse, la tristeza de aquellos aplastados por la injusticia; logra que su narración se mantenga firme y contundente; en el fondo, logra mantener y no minar la calidad del relato, si bien, a partir de esa base, poco más aporta...
En terreno interpretativo, Paxton y Costner están magníficos en sus roles, el primero como padre de familia que, fiel a su fe cristiana y su respeto por la ley, poco a poco se derrumba ante la pérdida de todo en cuanto cree y ama (su familia, su obra, su rectitud moral), y el segundo como un despreciable déspota e inescrupuloso sinvergüenza que cree que el mundo es de su propiedad y puede hacer lo que se le da la gana con él. Y lo peor es que, aviso de "spoiler", triunfa. Después de incontables muertes, mayoritariamente de los McCoy, el líder de los Hatfield se cansa de tanta violencia (para mí que le llegó el miedo a ser atrapado, pues lo tenían acorralado ya: el que se retira en la derrota, tal como lo hizo al principio del relato... oh, pero cuando todo el poder es suyo no dudaba en matar McCoys como si nada) y se hace cristiano: se limpia de sus pecados y listo, hombre nuevo. Y ya no contaré más, pero parece que verdaderamente la vida fue injusta con los McCoy, mientras que los Hatfields la sacaron barata; incluso uno llegó a ser gobernador...
Como sea, a pesar de los reparos, no dudo en señalar que "Hatfields & McCoys" es realmente buena... más por su historia en sí que por su ejecución, cuya solvencia es más bien una extensión de la calidad escritural que un producto de la dirección de Reynolds, pero qué importa: es una miniserie que estremece y que logra con creces su objetivo (uno de varios): hacernos temblar, porque estas cosas nunca dejan de pasar.
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