Director: Robert Aldrich
Me dije que, antes de que fuera demasiado tarde, había que ver de una buena vez por todas "What ever happened to Baby Jane?", sobre todo ahora que está en boca de todos (más o menos) gracias a la serie de la alguna vez excelente FX, "Feud", que trata sobre la rivalidad entre Joan Crawford y Bette Davis, la cual se intensificó en la producción del filme dirigido por Robert Aldrich. Afortunadamente vi la película antes de ver el tercer episodio, que es en donde ocurren todos los "spoilers", como dicen los llorones. "Feud" tendrá un envoltorio muy pulcro e impecable y finísimo, pero, como suele ocurrir con la vacua e insufrible fábrica de salchichas del señor Ryan Murphy, el contenido brilla por su ausencia; a grandes rasgos será medianamente entretenida y tendrá uno que otro momentillo rescatable y destacable, pero no veo tanta maravilla en este carísimo anecdotario que apenas roza los temas que supuestamente dice tratar, como el ser mujer en los años sesenta en Hollywood, entre otras cosas; más parece que quiere contentar a cierto sector del circo mediático que arde en deseos de autocomplacerse. Ademas, las escenas recreadas quedan muy mal, pero terribles: es imposible igualar a Crawford y Davis; eso sí, se entiende que la recreación iba más para mostrar las pullas internas entre ambas actrices, pero mejor se ahorraban la vergüenza, ¿no? Como sea, me ha encantado esta película y acá estamos para hablar de ella.
Uf, qué decir de "What ever happened to Baby Jane?" a estas alturas. En cierta forma la película de Robert Aldrich trata más sobre impresiones y sensaciones que cosas estrictamente concretas, todo basado en la densa y enfermiza atmósfera de extrañeza y ambigüedad moral, en esta relación marcada por el amor y el odio más exacerbados y de una carga psicológica tan compleja como sutil (el rol del padre en el deterioro de Baby Jane es apenas sugerido pero latente a rabiar, ejerciendo todavía una abusiva y manipuladora presión sobre su hija aún ya muerto... cómo se llama eso, ¿el complejo de Electra?), en la tremebunda tensión a la que se ven sometidos tanto los personajes como el espectador: un filme de sometimientos, opresiones, agrietamiento. Mención aparte para la sensacional fotografía, equilibrada entre lo artificial y surreal (propio de los delirios de Baby Jane) y lo sombrío de la cotidianidad en tan expresionista casona; en realidad "What ever...?" está muy bien dirigida, sus facultades expresivas representan a la perfección el núcleo del conflicto y sus variadas ramificaciones. Me parece un excelente y grandioso ejemplo de terror psicológico, un filme en donde el conflicto y la intensidad dramática se construyen a través del paciente pero contundente tratamiento de los personajes y de la atmósfera, de lo escondido, de lo que no se ve pero que se cierne amenazantemente desde las sombras, en donde una mirada o un gesto resultan más aterradores e inquietantes que cualquier vano y desproporcionado despliegue visual. De esta forma, partiendo de unos personajes escritos e interpretados a la perfección (Crawford como una sencilla víctima de violencia doméstica extrañamente comprensiva e ilusa para con su abusadora y Bette Davis como una patética parodia de sus tiempos exitosos), la pesadilla en su totalidad adquiere niveles de verosimilitud y coherencia interna incuestionables y desasosegantes, por más salvajes y crueles que sean algunas escenas, y les digo, esa maldita Baby Jane está loca de atar, siendo la peor clase de loca: la imprevisible, la indescifrable, la que te puede sorprender con cualquier atrocidad en cualquier momento.
Sobre el final, me ha parecido un gran final, no tanto por el giro argumental que aunque inesperado no me parece tan impactante (eso sí, es necesario en tanto da luces de porqué Joan Crawford es tan indulgente con su hermana... aunque ahora que lo pienso, un poco más de ambigüedad no habría quedado mal... ahora que lo pienso mejor, es un giro bastante bueno porque retuerce un conjunto ya de por sí retorcido), sino por el intenso contraste entre la ingenuidad y la locura, la remembranza y el olvido, la iluminación y la oscuridad, la verdad y el engaño... Los contrastes son uno de los pilares fundamentales de este film, vamos. Y a propósito del final, qué policías más incompetentes, ¿no?: hay un auto mal estacionado a un par de metros y ellos como si nada, hay dos viejas locas y ellos no se dan cuenta...
En fin, impresionante película, impresionante Aldrich, impresionantes Crawford y Davis, impresionante todo. La escena en que Baby Jane/Bette Davis canta su canción favorita vale millones, y qué decir de los manjares que la misma le prepara a su hermana, o la imitación, o...
"What ever happened to Baby Jane?", impresionante.
Uf, qué decir de "What ever happened to Baby Jane?" a estas alturas. En cierta forma la película de Robert Aldrich trata más sobre impresiones y sensaciones que cosas estrictamente concretas, todo basado en la densa y enfermiza atmósfera de extrañeza y ambigüedad moral, en esta relación marcada por el amor y el odio más exacerbados y de una carga psicológica tan compleja como sutil (el rol del padre en el deterioro de Baby Jane es apenas sugerido pero latente a rabiar, ejerciendo todavía una abusiva y manipuladora presión sobre su hija aún ya muerto... cómo se llama eso, ¿el complejo de Electra?), en la tremebunda tensión a la que se ven sometidos tanto los personajes como el espectador: un filme de sometimientos, opresiones, agrietamiento. Mención aparte para la sensacional fotografía, equilibrada entre lo artificial y surreal (propio de los delirios de Baby Jane) y lo sombrío de la cotidianidad en tan expresionista casona; en realidad "What ever...?" está muy bien dirigida, sus facultades expresivas representan a la perfección el núcleo del conflicto y sus variadas ramificaciones. Me parece un excelente y grandioso ejemplo de terror psicológico, un filme en donde el conflicto y la intensidad dramática se construyen a través del paciente pero contundente tratamiento de los personajes y de la atmósfera, de lo escondido, de lo que no se ve pero que se cierne amenazantemente desde las sombras, en donde una mirada o un gesto resultan más aterradores e inquietantes que cualquier vano y desproporcionado despliegue visual. De esta forma, partiendo de unos personajes escritos e interpretados a la perfección (Crawford como una sencilla víctima de violencia doméstica extrañamente comprensiva e ilusa para con su abusadora y Bette Davis como una patética parodia de sus tiempos exitosos), la pesadilla en su totalidad adquiere niveles de verosimilitud y coherencia interna incuestionables y desasosegantes, por más salvajes y crueles que sean algunas escenas, y les digo, esa maldita Baby Jane está loca de atar, siendo la peor clase de loca: la imprevisible, la indescifrable, la que te puede sorprender con cualquier atrocidad en cualquier momento.
Sobre el final, me ha parecido un gran final, no tanto por el giro argumental que aunque inesperado no me parece tan impactante (eso sí, es necesario en tanto da luces de porqué Joan Crawford es tan indulgente con su hermana... aunque ahora que lo pienso, un poco más de ambigüedad no habría quedado mal... ahora que lo pienso mejor, es un giro bastante bueno porque retuerce un conjunto ya de por sí retorcido), sino por el intenso contraste entre la ingenuidad y la locura, la remembranza y el olvido, la iluminación y la oscuridad, la verdad y el engaño... Los contrastes son uno de los pilares fundamentales de este film, vamos. Y a propósito del final, qué policías más incompetentes, ¿no?: hay un auto mal estacionado a un par de metros y ellos como si nada, hay dos viejas locas y ellos no se dan cuenta...
En fin, impresionante película, impresionante Aldrich, impresionantes Crawford y Davis, impresionante todo. La escena en que Baby Jane/Bette Davis canta su canción favorita vale millones, y qué decir de los manjares que la misma le prepara a su hermana, o la imitación, o...
"What ever happened to Baby Jane?", impresionante.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...