Director: Sam Mendes
El otro espía del sábado no podía ser otro que James Bond, que el año pasado estrenó su entrega número veinticuatro. Yo no soy ni un fanático ni un conocedor de esta enorme saga, de hecho, sin contar ésta, la única que he visto es la anterior, "Skyfall", también de Sam Mendes, que me gustó lo suficiente pero nunca tanto para volverme loco. Supongo que le di play a "Spectre" por curiosidad y porque pensé que sería apropiado comentarla junto a "The Man from U.N.C.L.E.", y a pesar de que no llegué al visionado con especial ilusión, debo decir que la película me ha gustado y no le veo mayores problemas y reproches para pasar un buen rato con ella: cumple su cometido, no se le puede pedir más.
James Bond, siguiendo las órdenes de ultratumba de Judi Dench, comienza a investigar a un italiano que, una vez repasado de cabo a rabo, lo llevará a una oscura y poderosa organización a la que deberá enfrentarse él solito.
James Bond, siguiendo las órdenes de ultratumba de Judi Dench, comienza a investigar a un italiano que, una vez repasado de cabo a rabo, lo llevará a una oscura y poderosa organización a la que deberá enfrentarse él solito.
Si algo recuerdo de "Skyfall" es que era seria, una especie de profundo análisis de Bond, un paseo por sus fantasmas y demonios y esas cosas. Muchos la acusaron de ser muy Nolan, pero a mí eso no me importa; tal ejercicio de memoria viene a colación porque "Spectre" no toma los derroteros de "Skyfall", quizás porque ya no valía la pena seguir escarbando en el elusivo pasado del famoso espía, porque era un episodio cerrado en la vida de Bond, quien, supongo, ya no se atormentará más hechos ya marcados en la historia: las cosas pasan, hay que pasar página y, por dios, soy un maldito espía, es mi trabajo mantener los sentimientos a raya. Curiosamente, el pasado es un tema primordial en "Spectre", puesto que ésta aparenta ser la conclusión de un ciclo, ¿el ciclo de Daniel Craig? Con todo, este pasado más presente que nunca no viene con una cuota de nostalgia o una ejecución formal melancólica, más bien como un recurso dramático que cierre definitivamente y con propiedad el mentado ciclo. Me gusta esta intención, no por lo "trascendente" de la misma como por la utilidad y pertinencia que le otorga a determinados elementos y decisiones narrativas, por ejemplo, el personaje de Léa Seydoux, que de por sí no es tan bueno y su romance con Bond me parece bastante apresurado y poco convincente, aunque, enmarcado en este fin de ciclo, es de lo más efectivo en tanto motor narrativo/argumental y agente climácico (sin mencionar que la francesa hace una estimable interpretación). No es que la "conclusión Bond" sea muy especial, pero, insisto, hace que el guión tenga más sentido y se desarrolle con mayor fluidez; más allá de eso, la película no es especialmente cautivadora ni memorable: sus personajes, simpaticones y todo, son bastante planitos, especialmente el villano de turno, lo menos destacable de la trama/conflicto, que ahora que lo pienso, ¿de qué trata? ¿De James Bond desmontando una organización internacional terrorista? Uf... Ya ven que sin la "despedida Bond" esta película pierde un montón... En todo caso, el acierto de Sam Mendes es que deja que tal motivo dramático descanse en el guión, mientras que la realización, además de estupenda y etc. (la película comienza con un interesante plano secuencia), carece de toda pretensión revisionista o mística, y obedeciendo el enunciado "más aventuras, menos dramas", el resultado final es un fluido y decentemente escrito (porque algunas cosas son tan repetidas, como poner en peligro al interés romántico del protagonista a cada rato) viaje alrededor del mundo en el cual nos veremos envueltos en grandilocuentes persecuciones, unos cuantos interrogatorios y sus no pocas peleas y carreras contra el tiempo, todo muy entretenido, sí, con el agregado especial de un saludable y nada impostado sentido del humor (como cuando, en medio de una persecución, un lentísimo auto se le cruza a Daniel Craig; o la más tierna y adorable escena del ratoncito) que no banaliza el cierre de ciclo pero que tampoco se pierde en inexistentes ínfulas espirituales.
No puedo obviar la presencia de Monica Bellucci, que es una actriz que me encanta, aunque no le veo mucho sentido ni a su participación ni mucho menos al hecho de que cambiara el adjetivo "chica Bond" por "mujer Bond", con un dejo de empoderamiento incomprensible toda vez que, además del nulo tiempo que tiene en pantalla, su gran aporte es darle una pizca de información al espía y luego tirar con él.
En resumidas cuentas, "Spectre" es una película equilibrada y redonda en su escritura y ejecución, carente de toda vana sublimidad, y a fin de cuentas un muy disfrutable espectáculo que brilla por su particular sencillez. No tiene desperdicio.
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