miércoles, 27 de enero de 2016

45 years - 2015


Director: Andrew Haigh

  Si hay algo que pueda enlazar las dos películas de hoy, tal cosa sería la crisis, así tal cual. "45 years" es la tercera película de Andrew Haigh, cuya única nominación a los "controversiales" Premios Oscar, me parece, corre por cuenta de la estupenda Charlotte Rampling, que se metió en un buen lío estos días al afirmar (al menos así se difundieron sus declaraciones) que el boicot que algunos personajes planean llevar a cabo es racismo contra los blancos, aunque mejor hubiera dicho que es un simple y patético berrinche. En cualquier caso, eso es tema para otro día, de momento hablemos de esta sencilla película sobre abuelitos repentinamente golpeados por la inseguridad y el deseo juvenil.


  Kate y Geoff Mercer son un tranquilo matrimonio que está a una semana de celebrar su cuadragésimo quinto aniversario, y lo que deberían ser unos relativamente intensos y estresantes días de preparativos y demás, poco a poco se convierte en una crisis cuando al marido le llega una carta que tiene que ver con un viejo amor de juventud...


  Quizás la palabra crisis denota más urgencia y caos de lo que "45 years" realmente es en apariencia, pero la idea de fondo camina por dichos derroteros: la  carta en cuestión dice que el cadáver de la ex novia de Geoff ha sido encontrado, 50 años después de acontecida su muerte, noticia que traerá viejos recuerdos y anhelos al hombre y una maraña de inseguridades a la dama, a fin de cuentas, un matrimonio, en apariencia sólido y de ensueño (en su presente, claro está), que se desestabiliza no sólo en su cotidianidad sino que también en sus supuestos fundamentos y, por qué no, en toda la historia acontecida desde entonces. En todo caso, Haigh establece la crisis de una manera prácticamente unilateral: desde el punto de vista de Kate, la verdaderamente afectada, aquella que comienza a cuestionar la veracidad emocional de su vida con Geoff, la que intenta diferenciar lo que es cierto de lo que es falso. Geoff anda por ahí haciendo cosas relacionadas con la antigua novia, probablemente no se cuestione nada, pero, ciertamente, sus actos tienen consecuencias en su esposa, que es la que los percibe. El director acierta un montón al materializar los miedos e inseguridades de Kate en el fantasma de Katia (el viejo amor de Geoff), que en el mismo momento en que la carta llega a su destino, se libera y se entromete en la vida construida por nuestros dos personajes principales (ella le dice a él que "puede oler el perfume de Katia" en determinado momento), alterando la concepción de lo que se daba por descontado. A riesgo de repetirme, el verdadero conflicto de la película se desarrolla en un nivel subyacente, en donde ocurren todos los choques emocionales, escondidos de la superficie de las cosas: lo más fuerte serán las miradas furibundas y suspicaces, pero profundamente tristes, que Kate y Geoff se dedican entre sí, sin mencionar un par de conversaciones en los que la voz se alza ligeramente por sobre la media; incluso el simple acto de (volver a) fumar da cuenta de la crisis interna. En cualquier caso, "45 years" es un relato que se construye y ejecuta en función de su ensimismamiento.
  Haigh, quien ya diera que hablar con su anterior largometraje, "Weekend", escribe y dirige con clase, adentrándose poco a poco en la intimidad personal de Kate y Geoff mediante acontecimientos de lo más naturales y fluidos, haciendo uso de una deliciosa cinematografía que intenta escarbar en la realidad de la imagen. Eso sí, admito que su contención formal y narrativa, si bien una propuesta férrea y coherente de principio a fin, puede generar una recepción paradójicamente poco emocional considerando la cantidad de sentimientos (sobriamente) desplegados. Sólo después del visionado pude apreciar por completo todas las bondades del film, o al menos de una manera más efusiva, porque los méritos cinematográficos son elocuentes mientras se ven en pantalla. Como sea, ésa es la propuesta de Haigh: no es lo que hacemos y vemos, sino lo que sentimos y cómo lo sentimos. El ambiguo e incierto final, además de ser un tremendo "cierre", me ha encantado... ¿al final está todo bien o nada será lo mismo?

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