sábado, 30 de enero de 2016

Da sweet blood of Jesus - 2014


Director: Spike Lee

  Penúltimo día de enero, con seguridad el peor de este mes y el de esta apretujada retrospectiva 2015, y quizás del 2016 entero. "Da sweet blood of Jesus" es del 2014, pero nos lleva directo a "Chi-Raq", que es del 2015. Spike Lee es un payaso, un idiota, un mentecato, un racista; sin embargo, suelo tener algo de fe en el hombre, pues, me digo, "el tipo es un buen director; a pesar de todas sus estupideces, puede hacer buenas películas". "Da sweet blood of Jesus" me llamaba la atención por ser una película de vampiros y porque Lee la describía de una manera bastante sugerente en su página de Kickstarter, que es la plataforma mediante la cual pudo financiar esta monstruosidad (la gente que donó dinero debe tener la soga alrededor del cuello, como yo durante todo el asqueroso metraje): "'Da sweet...' es una cinta de seres humanos que son adictos a la sangre. Divertida, sexy y sangrienta. Una nueva clase de historia de amor (y no un remake de 'Blacula')". Puras palabras, puras buenas intenciones: nada de ello se puede encontrar en la película (quizás lo de sangriento, vaya logro), una sinvergüenzura del tamaño de una catedral, una tomadura de pelo de proporciones cósmicas, una indignante violación mental. Yo no sé cómo es que este sujeto no siente vergüenza de sí mismo, ni siquiera sé cómo recibe premiaciones y reconocimientos (el año pasado recibió el oscar honorífico, el que aceptó de lo más bien -en un año en que las nominaciones también eran demasiado blancas- y sin decir ni pío), pero sabemos que la vida es injusta, y mientras sea así, gente como Lee seguirá haciendo películas...


  Un antropólogo especializado en cultura africana se convierte en vampiro gracias a una muestra de su colección de arte africano. Según la sinopsis oficial, cosas pasan, pero yo me encontré con 120 minutos de nada. Allá ustedes.


  La película comienza con un sujeto bailando en varios escenarios de Brooklyn, sin ninguna razón alguna, sólo porque sí. Mucha lírica y poesía urbana, la poética del barrio, el imaginario social de los escenarios citadinos. Apenas unos minutos y Lee demuestra el porqué es un grande del cine.
  "Da sweet blood of jesus" no es divertida, aunque hayan un par de escenas que causen risas, algunas involuntarias y unas mínimas bastante genuinas, si bien todas demuestran una carencia de inteligencia y humor gigantesca. Algunos piensan que humor es lo mismo que desorden y vulgaridad narrativa, la parodia mal entendida, finalmente una vil caricatura de las propias "intenciones". "Da sweet..." no es sexy porque, por más que hayan innumerables escenas de sexo heterosexuales, algunas tetas negras (la de la mamá, las mejores) y una escena sexual lésbica, la atmósfera, de lo que sea, es inexistente, así que si vemos unos desnudos, ni fu ni fa, Spike Lee podría lograr que hasta la monumental Hitomi Tanaka no me produzca nada; lo mismo va con las peleas, las muertes y las ridículas escenas emocionalmente decisivas, que más que empatía provocan vómitos. "Da sweet..." es sangrienta, porque para ser sangrienta no se necesita talento sino unas cuantas salsas de tomate. ¿Un nuevo tipo de historia de amor? Por favor... Spike Lee de verdad cree que es capaz de inventar nuevas formas y fondos cinematográficos, vaya iluso (por no decir imbécil)... Resulta que el protagonista se enamora de otra mujer, tiran, etc., se casan, se cuentan la verdad, él la convierte en vampiro, ella se siente mal, que la cosa moral de matar gente para alimentarse, que ahora él se siente mal, que luego se mata, que Jesús esto, que ella se queda los últimos cinco minutos mirando el mar, que Jesús eso... ¿Una historia de seres humanos que son adictos a la sangre? Ni siquiera puede sostener dicho enunciado: el protagonista, efectivamente, se convierte en un vampiro, instante mismo en que deja de ser humano (se hace inmortal, ¡inmortal!, entre otras habilidades suprahumanas), y su así llamada "adicción" no es tal y está muy mal tratada en tanto "argumento" y "discurso" (por llamarlos de alguna forma entendible); el mismo tema le quedó mucho mejor a Abel Ferrara en su fenomenal "The Addiction". ¿Discurso? Pprrff... El tema del racismo está incluido a pito de nada (es que así es Lee: un blanco hace algo y el grito en el cielo: ¡ding, ding, ding! ¡Blanco hijo de puta racista a las cinco!), no tiene nada que ver con el tema vampiro ni con nada de lo que sucede en la película entera. Ni siquiera hay discurso, no sé qué tanto me alargo: como siempre, todo lo que hay en una obra de Lee es un enunciado tendencioso, ridículo e impostado en su formulación. No hay ni un atisbo de reflexión moral sobre la condición del vampiro, sobre su eternidad, sobre su supervivencia. Tampoco hay riqueza estética; uno pensaría que el director de "Do the right thing" sería capaz de expresar sus ideas con imágenes fuertes y furiosas, pero no hay ni ideas ni imágenes. Si nos ponemos simplistas, intentando ignorar la nulidad sustancial de esta basura, ni siquiera encontramos una película entretenida. Escrita sin gusto ni inteligencia, con personajes irrisorios, una trama inexistente y unos diálogos que instan al suicidio, "Da sweet..." se alza como lo peor de la década. Hay un par de líneas interesantes, pero son la excepción, no forman parte del conjunto: "Es más sacrílego derramar sangre que beberla" y "No quitamos vida, la damos; lo que impedimos a nuestras víctimas es la muerte de Dios". Son ideas que pueden dar de sí, lástima que Lee no tenga cabeza y no sepa hacer cine, nada sorprendente tampoco. Por lo demás, Lee nos mete forzosamente el cristianismo por la garganta, básicamente nos mete todos sus gustos sin el mínimo pudor ni, pues claro, coherencia interna y sensibilidad narrativa, porque Lee no sabe aunar en una sola entidad su discurso y el argumento que intenta sacar adelante. Alguien que jubile a este sujeto, por favor...
  "Da sweet blood of Jesus" (pero qué título más mierdoso) es un absurdo, no debería existir. No existe, no existe, no existe, ¿cierto? ¡¿CIERTO?!

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